Playstation 3 tuvo un arranque tardío y realmente duro. Sony se había rezagado en su producción frente a la sobremesa de Microsoft. Iba emparejada cronológicamente con la Wii de Nintendo, no obstante, los 600 euros de salida por el modelo de 20 gigabytes hicieron de la blanca la consola del pueblo llano. La negra sería exclusivamente alcanzable para la alta nobleza y el clero.
Por muy mal que aparenten las cosas, el deber de toda empresa consolidada y consistente es continuar, avanzar. Seguir adelante. Así lo hizo Sony. Los de Minato desenfundaron sus mejores armas en forma de exclusivos como Metal Gear Solid 4 o Gran Turismo 5. Entre ellos, se podía encontrar una nueva IP o saga novedosa. Se trataba de Heavenly sword.
La “espada celestial” prometía mucho en su apariencia. Un buen juego, repleto de acción y con unos gráficos prometedores. La historia de Nariko, portadora de la espada de los dioses, nos llevaba ante parajes remotos para relatarnos su historia.
Una vivencia repleta de un dolor originado por el desprecio y desdén tanto de su propio padre como los de su clan. Todo ello, por el mero hecho de ser considerada una desgracia, al tener sobre sus hombros la responsabilidad de cargar con semejante “regalito”.
En pos de ejercer su cometido, nuestra protagonista se ensaña contra todo ser viviente que le mire por encima del hombro. Aquí empiezan los problemas de este blu-ray. Decir que bebe de God of War sería mentir. Prácticamente se inspira en muchas de las situaciones en las que la protagonista combate.
Los combos o secuencias de botones que deben ejecutarse para los distintos ataques, otro factor “inspirado” del dios de la guerra. Los combates, incluido el uso de las espadas con cadenas, nos traslada a las desdichas de Kratos de manera semiautomática, algo que no debería ser permisible en general, pero menos aún tratándose de uno de los primeros software que presentaba Playstation 3. Los fervientes seguidores del semidios no verían nada sugerente en este juego.
La jugabilidad no termina de mejorar lo citado con anterioridad. Hay dos personajes controlables a lo largo de todas las misiones. La principal, como no podía ser de otra forma, se trata de Nariko. El juego con ella consistirá en liquidar las hordas de enemigos que se le abalancen, empuñando constantemente dos espadas: una es la celestial, la otra es una cualquiera.
Pese a que los combates pueden hacerse monótonos y algo repetitivos, no defraudan plenamente. Cumplen su función y puede llegar a sorprender la suma de rivales que paliar. Sería injusto tachar de la misma calidad la parte de Kai, su compañera de juegos. Según ella, literalmente.
La segunda fémina en cuestión se dedica a lanzar flechas como cualquier arquero que se precie. Dos modos hay de disparar con la ballesta: directamente apuntando con el joystick, o presionando el botón R1, momento en el que la cámara se posiciona tras el dardo y podremos moverlo, a cámara lenta, gracias al sensor de movimiento del pad.
Se lance de una forma, o bien de otra, el resultado es igual: nefasto. Con la primera opción resulta especialmente difícil disparar a objetivos lejanos. En el segundo caso, si bien es cierto que resulta más efectivo, es tan real que frustra la facilidad con la que la flecha se desvía de su órbita.
La historia que presenta no sorprende, pero tampoco disgusta. De hecho, en algunos personajes como la propia Nariko o algún jefe, se vislumbra cierto trasfondo psicológico que no presenta su principal fuente de inspiración, God of War.
La protagonista, pese a ser una brava luchadora, se la ve repleta de emociones cuando habla con su amiga Kai o cuando se dirige hacia su padre. A pesar de saber que éste le desea la muerte. Eso es tener un corazón que no le cabe en el pecho.
No ha lugar para giros argumentales notorios. Sin embargo, la narración absorbe en cierta medida, acabando por empatizar con la guerrera de una forma especial. Todo ello en unos paisajes bellos, de construcciones sólidas en general. Los pelos de Nariko dejan mucho que desear en cuanto a sus movimientos, torpes y tremendamente irreales. Pero se trata de pequeños disgustos visuales que no empañan el trabajo global a nivel técnico.
Heavenly sword es un constante querer y no poder. En la mayoría de sus aspectos y apartados. No se trata de un producto malo, ni tan siquiera mediocre. Se ve que hubo buenas intenciones de crear algo grande de veras, pero una “chispa” falló en algún punto de la corriente.
Es un buen entretenimiento que de haberse realizado con algo más de tiempo, explotando los límites de la consola como lo hiciera Uncharted 3, habría causado más revuelo del que logró en su día. ¿Quién se apunta a un futurible Heavenly sword II?
Por muy mal que aparenten las cosas, el deber de toda empresa consolidada y consistente es continuar, avanzar. Seguir adelante. Así lo hizo Sony. Los de Minato desenfundaron sus mejores armas en forma de exclusivos como Metal Gear Solid 4 o Gran Turismo 5. Entre ellos, se podía encontrar una nueva IP o saga novedosa. Se trataba de Heavenly sword.
La “espada celestial” prometía mucho en su apariencia. Un buen juego, repleto de acción y con unos gráficos prometedores. La historia de Nariko, portadora de la espada de los dioses, nos llevaba ante parajes remotos para relatarnos su historia.
Una vivencia repleta de un dolor originado por el desprecio y desdén tanto de su propio padre como los de su clan. Todo ello, por el mero hecho de ser considerada una desgracia, al tener sobre sus hombros la responsabilidad de cargar con semejante “regalito”.
En pos de ejercer su cometido, nuestra protagonista se ensaña contra todo ser viviente que le mire por encima del hombro. Aquí empiezan los problemas de este blu-ray. Decir que bebe de God of War sería mentir. Prácticamente se inspira en muchas de las situaciones en las que la protagonista combate.
Los combos o secuencias de botones que deben ejecutarse para los distintos ataques, otro factor “inspirado” del dios de la guerra. Los combates, incluido el uso de las espadas con cadenas, nos traslada a las desdichas de Kratos de manera semiautomática, algo que no debería ser permisible en general, pero menos aún tratándose de uno de los primeros software que presentaba Playstation 3. Los fervientes seguidores del semidios no verían nada sugerente en este juego.
La jugabilidad no termina de mejorar lo citado con anterioridad. Hay dos personajes controlables a lo largo de todas las misiones. La principal, como no podía ser de otra forma, se trata de Nariko. El juego con ella consistirá en liquidar las hordas de enemigos que se le abalancen, empuñando constantemente dos espadas: una es la celestial, la otra es una cualquiera.
Pese a que los combates pueden hacerse monótonos y algo repetitivos, no defraudan plenamente. Cumplen su función y puede llegar a sorprender la suma de rivales que paliar. Sería injusto tachar de la misma calidad la parte de Kai, su compañera de juegos. Según ella, literalmente.
La segunda fémina en cuestión se dedica a lanzar flechas como cualquier arquero que se precie. Dos modos hay de disparar con la ballesta: directamente apuntando con el joystick, o presionando el botón R1, momento en el que la cámara se posiciona tras el dardo y podremos moverlo, a cámara lenta, gracias al sensor de movimiento del pad.
Se lance de una forma, o bien de otra, el resultado es igual: nefasto. Con la primera opción resulta especialmente difícil disparar a objetivos lejanos. En el segundo caso, si bien es cierto que resulta más efectivo, es tan real que frustra la facilidad con la que la flecha se desvía de su órbita.
La historia que presenta no sorprende, pero tampoco disgusta. De hecho, en algunos personajes como la propia Nariko o algún jefe, se vislumbra cierto trasfondo psicológico que no presenta su principal fuente de inspiración, God of War.
La protagonista, pese a ser una brava luchadora, se la ve repleta de emociones cuando habla con su amiga Kai o cuando se dirige hacia su padre. A pesar de saber que éste le desea la muerte. Eso es tener un corazón que no le cabe en el pecho.
No ha lugar para giros argumentales notorios. Sin embargo, la narración absorbe en cierta medida, acabando por empatizar con la guerrera de una forma especial. Todo ello en unos paisajes bellos, de construcciones sólidas en general. Los pelos de Nariko dejan mucho que desear en cuanto a sus movimientos, torpes y tremendamente irreales. Pero se trata de pequeños disgustos visuales que no empañan el trabajo global a nivel técnico.
Heavenly sword es un constante querer y no poder. En la mayoría de sus aspectos y apartados. No se trata de un producto malo, ni tan siquiera mediocre. Se ve que hubo buenas intenciones de crear algo grande de veras, pero una “chispa” falló en algún punto de la corriente.
Es un buen entretenimiento que de haberse realizado con algo más de tiempo, explotando los límites de la consola como lo hiciera Uncharted 3, habría causado más revuelo del que logró en su día. ¿Quién se apunta a un futurible Heavenly sword II?
SALVADOR BELIZÓN