Hace mucho, mucho tiempo, cuando aún existía la fe en la humanidad, salió al mercado europeo una consola denominada Nintendo Entertainment System. Lo cierto es que se la conocía mayormente por su pseudónimo: NES. Un servidor fue poseedor de la misma y disfrutó del poder del que gozaba Nintendo en los inicios de los noventa como un renacuajo. Después de todo, realmente lo era.
Más pronto que tarde, aquella criatura que no sumaba dos dígitos a su edad se pasó al lado oscuro: fue adquiriendo todas las consolas de la marca Playstation. Normal que fuera oscuro, después de todo su hardware era grisáceo o negro.
No es que se esté haciendo una reminiscencia fílmica ni mucho menos. A pesar de ello, siguió observando desde lejos a la competencia, los juegos que ofrecía, sus precios… No le quitó ojo de encima. Se convirtió en una especie de espía acechante.
Los resultados de tantos años de vigilancia, realmente resultaron ser poco favorecedores. Desde Nintendo 64, la “Gran N” está dando palos de ciego sin ton ni son, esperando encontrar su nicho de mercado. Un target que parece no lograr alcanzar.
Con Game Cube la situación todavía podía entenderse. Playstation 2 era una marca demasiado potente que arrastró consigo prácticamente las ventas del cubo morado, las de Xbox y Dreamcast. Se trataba de un coloso de magnitudes indescriptibles. Era uno de los famosos de la actualidad: tenía fama, dinero y un buen cuerpo –o buenos juegos-. ¿Cuál podía ser si no el resultado de semejante máquina?
No obstante, la actual generación se ha presentado bien distinta. Una sucesora de Sony tardía, Xbox 360 rellenando al público hardcore y una consola novedosa como Wii que abría un mundo de nuevas posibilidades. Pese a esta favorable situación, Nintendo no ha sabido jugarse bien las cartas que poseía. Y eso que tenía varios reyes y ases a su disposición.
Han creado una consola gráficamente desechable. No son pocos los juegos de PS2 que superan la calidad visual de los productos de Wii. Aunque ni por asomo éste ha sido su peor enemigo. Su mayor aliado en la innovación ha podido llegar a ser su talón de Aquiles a la hora de programar.
Un mando con sensor de movimiento como es el Wiimote y el Nunchuck, por abrir un vasto abanico de posibilidades, ha hecho que se cierre de forma automática otras tantas. Se ha caído en la pereza de no saber programar ni adecuar los pads a nuevas formas de juegos, recurriendo en muchos casos al controlador clásico para salvar distancias.
La originalidad del control ha quedado sepultada, para variar, por la ausencia de creatividad y de ganas de aportar algo nuevo al tan joven, pero con los primeros signos de fatiga, mundo de los videojuegos.
Qué decir, por supuesto, del catálogo tan escueto que ha aportado. Varios títulos de calidad más que comprobable como Super Mario Galaxy, Metroid Other M o Xenoblade Chronicles resultan insuficientes para demostrar que resulta rentable la adquisición de dicho producto.
“No hemos tenido en cuenta a las thirtd parties. Eso no volverá a pasar”, decía entre otros Shigeru Miyamoto, padre de Mario Bros. El apoyo de compañías extranjeras está siendo notable cuantitativamente en la nueva de Nintendo, Wii U. Pero siguen equivocándose.
Están elaborándose adaptaciones de juegos que ya han salido para PS3 o 360. ¿Algún jugador va a adquirir Wii U para tener juegos que salieron hace un año para otras consolas? Acudiendo a una lista filtrada de sus primeros lanzamientos, podemos contemplar nombres como Rayman Legends, Batman Arkham City o Mass Effect.
Nintendo, no sé en qué parte del camino perdiste el rumbo. Consolas gráficamente desfasadas, escasez de títulos de calidad y cantidad y un apoyo internacional que en lugar de invertirse en crear nuevos productos, se utiliza para ports o reconversiones de juegos que han salido previamente.
Es pronto para desterrar la política de Wii U, pero de seguir por ese sendero, ya sería la tercera consola que Nintendo se encarga de hundir. Y todo tiene un límite. Igual no habría retorno si se equivoca esta vez. A la tercera va la vencida y torres más altas han caído. Preguntadle a SEGA.
Más pronto que tarde, aquella criatura que no sumaba dos dígitos a su edad se pasó al lado oscuro: fue adquiriendo todas las consolas de la marca Playstation. Normal que fuera oscuro, después de todo su hardware era grisáceo o negro.
No es que se esté haciendo una reminiscencia fílmica ni mucho menos. A pesar de ello, siguió observando desde lejos a la competencia, los juegos que ofrecía, sus precios… No le quitó ojo de encima. Se convirtió en una especie de espía acechante.
Los resultados de tantos años de vigilancia, realmente resultaron ser poco favorecedores. Desde Nintendo 64, la “Gran N” está dando palos de ciego sin ton ni son, esperando encontrar su nicho de mercado. Un target que parece no lograr alcanzar.
Con Game Cube la situación todavía podía entenderse. Playstation 2 era una marca demasiado potente que arrastró consigo prácticamente las ventas del cubo morado, las de Xbox y Dreamcast. Se trataba de un coloso de magnitudes indescriptibles. Era uno de los famosos de la actualidad: tenía fama, dinero y un buen cuerpo –o buenos juegos-. ¿Cuál podía ser si no el resultado de semejante máquina?
No obstante, la actual generación se ha presentado bien distinta. Una sucesora de Sony tardía, Xbox 360 rellenando al público hardcore y una consola novedosa como Wii que abría un mundo de nuevas posibilidades. Pese a esta favorable situación, Nintendo no ha sabido jugarse bien las cartas que poseía. Y eso que tenía varios reyes y ases a su disposición.
Han creado una consola gráficamente desechable. No son pocos los juegos de PS2 que superan la calidad visual de los productos de Wii. Aunque ni por asomo éste ha sido su peor enemigo. Su mayor aliado en la innovación ha podido llegar a ser su talón de Aquiles a la hora de programar.
Un mando con sensor de movimiento como es el Wiimote y el Nunchuck, por abrir un vasto abanico de posibilidades, ha hecho que se cierre de forma automática otras tantas. Se ha caído en la pereza de no saber programar ni adecuar los pads a nuevas formas de juegos, recurriendo en muchos casos al controlador clásico para salvar distancias.
La originalidad del control ha quedado sepultada, para variar, por la ausencia de creatividad y de ganas de aportar algo nuevo al tan joven, pero con los primeros signos de fatiga, mundo de los videojuegos.
Qué decir, por supuesto, del catálogo tan escueto que ha aportado. Varios títulos de calidad más que comprobable como Super Mario Galaxy, Metroid Other M o Xenoblade Chronicles resultan insuficientes para demostrar que resulta rentable la adquisición de dicho producto.
“No hemos tenido en cuenta a las thirtd parties. Eso no volverá a pasar”, decía entre otros Shigeru Miyamoto, padre de Mario Bros. El apoyo de compañías extranjeras está siendo notable cuantitativamente en la nueva de Nintendo, Wii U. Pero siguen equivocándose.
Están elaborándose adaptaciones de juegos que ya han salido para PS3 o 360. ¿Algún jugador va a adquirir Wii U para tener juegos que salieron hace un año para otras consolas? Acudiendo a una lista filtrada de sus primeros lanzamientos, podemos contemplar nombres como Rayman Legends, Batman Arkham City o Mass Effect.
Nintendo, no sé en qué parte del camino perdiste el rumbo. Consolas gráficamente desfasadas, escasez de títulos de calidad y cantidad y un apoyo internacional que en lugar de invertirse en crear nuevos productos, se utiliza para ports o reconversiones de juegos que han salido previamente.
Es pronto para desterrar la política de Wii U, pero de seguir por ese sendero, ya sería la tercera consola que Nintendo se encarga de hundir. Y todo tiene un límite. Igual no habría retorno si se equivoca esta vez. A la tercera va la vencida y torres más altas han caído. Preguntadle a SEGA.
SALVADOR BELIZÓN