El triatleta Gómez Noya encendió la mecha en Twitter: "No creo q el fútbol deba ser olímpico: no compiten los mejores y ese rollo de tratar de engañar al árbitro, tirarse, protestar...No en JJOO!". El debate no se hizo esperar y, aprovechando el tirón, la mayoría de diarios deportivos lanzaron encuestas a sus lectores cuyos resultados fueron, cuando menos, sorprendentes: la mayoría de los encuestados votaba a favor de que el fútbol no fuera deporte olímpico.
Los nada forofos y siempre imparciales periodistas deportivos tomaron cartas en el asunto y el catálogo de opiniones con las que nos podemos topar tanto en la Red como en los quioscos es realmente apabullante.
El caso es que ya no vemos banderas colgadas en los balcones. Una vez acabada la Eurocopa era hora de retirarlas, no vaya a ser que te considerasen un facha; que para animar a La Roja, bueno, tiene un pase, pero ya de adorno perenne ni hablar del peluquín.
—Oye, ¿cuál es tu casa?
—La de la bandera de España.
—Joder, tío, pero si no ya no hay Mundial ni nada, ¿no?
Pasó la época de los que voceaban a coro que eran tres veces españoles, de los que defendían a sus estrellas de los ataques guiñolescos que venían desde el país vecino y de los que desafiaban a medio mundo con el desparpajo del: "Soy español, ¿a qué quieres que te gane?".
Ahora, con cero medallas en nuestro casillero, el orgullo se nos ha venido abajo. No hay latas de Cruzcampo con la cara de Mireia Belmonte (solo depiladoras), David Cal no te explica que el aire acondicionado a 21º gasta menos y Ruth Beitia no anuncia seguros de coches.
No se trata de excluir al fútbol como deporte de los Juegos Olímpicos, el mensaje de Gómez Noya representa la impotencia de los grandes atletas desconocidos, esos que lo han ganado todo, o casi todo, y aún así son unos completos anónimos para el gran público, porque el show business del fútbol lo devora todo. Y como fenómeno de conjunto, el deporte rey no transmite los valores que el deporte olímpico hizo un día como suyos.
Pero no se preocupen, que Liga tenemos para rato. En este país rescatado de facto, sí hombre, el de la mejor liga del mundo, donde se despiden profesores y se fichan defensas por 45 millones de euros, el fútbol es y seguirá siendo el que les haga identificarse como españoles.
¿Que, afectados como cualquier hijo de vecino por los recortes, nuestros atletas tienen que irse a entrenar a Estados Unidos o al resto de Europa? No se preocupe, el 12 se acaban los Juegos y, hasta dentro de cuatros años, no molestarán más su conciencia. ¡Y la Liga empieza el 18 de agosto!
Los nada forofos y siempre imparciales periodistas deportivos tomaron cartas en el asunto y el catálogo de opiniones con las que nos podemos topar tanto en la Red como en los quioscos es realmente apabullante.
El caso es que ya no vemos banderas colgadas en los balcones. Una vez acabada la Eurocopa era hora de retirarlas, no vaya a ser que te considerasen un facha; que para animar a La Roja, bueno, tiene un pase, pero ya de adorno perenne ni hablar del peluquín.
—Oye, ¿cuál es tu casa?
—La de la bandera de España.
—Joder, tío, pero si no ya no hay Mundial ni nada, ¿no?
Pasó la época de los que voceaban a coro que eran tres veces españoles, de los que defendían a sus estrellas de los ataques guiñolescos que venían desde el país vecino y de los que desafiaban a medio mundo con el desparpajo del: "Soy español, ¿a qué quieres que te gane?".
Ahora, con cero medallas en nuestro casillero, el orgullo se nos ha venido abajo. No hay latas de Cruzcampo con la cara de Mireia Belmonte (solo depiladoras), David Cal no te explica que el aire acondicionado a 21º gasta menos y Ruth Beitia no anuncia seguros de coches.
No se trata de excluir al fútbol como deporte de los Juegos Olímpicos, el mensaje de Gómez Noya representa la impotencia de los grandes atletas desconocidos, esos que lo han ganado todo, o casi todo, y aún así son unos completos anónimos para el gran público, porque el show business del fútbol lo devora todo. Y como fenómeno de conjunto, el deporte rey no transmite los valores que el deporte olímpico hizo un día como suyos.
Pero no se preocupen, que Liga tenemos para rato. En este país rescatado de facto, sí hombre, el de la mejor liga del mundo, donde se despiden profesores y se fichan defensas por 45 millones de euros, el fútbol es y seguirá siendo el que les haga identificarse como españoles.
¿Que, afectados como cualquier hijo de vecino por los recortes, nuestros atletas tienen que irse a entrenar a Estados Unidos o al resto de Europa? No se preocupe, el 12 se acaban los Juegos y, hasta dentro de cuatros años, no molestarán más su conciencia. ¡Y la Liga empieza el 18 de agosto!
PABLO POÓ