Ahora resulta que, a estas alturas de la película, viene nuestra querida vicepresidenta a aparecer en Facebook para informarnos de que la culpa de que en España no se abran negocios es de la unidad de mercado. O mejor dicho, de su ausencia. Mal, definitivamente, muy mal.
Querida Soraya, tengo que decirle algunas cosas que, mucho me temo, no van a ser de su agrado. La primera es que cada día que pasa se parecen ustedes más a la versión más esperpéntica del zapaterismo buenista, paternal y bobalicón que hablaba de conceptos tan absurdos como "crecimiento negativo" o "desaceleración profunda". Inventarse las causas de los problemas no contribuye en absoluto a sus soluciones, querida vice; al contrario, dificulta sobremanera el arreglo.
Sin poner en duda que, efectivamente, en España no existe eso que usted llama "unidad de mercado", a lo mejor resulta que deberíamos considerar si el problema real no será la ausencia de facto de lo que en Organización de Empresas se llama "unidad de mando".
Este principio de organización consiste en que cada subordinado debe saber exactamente a quién obedecer y obedecerá sólo a una persona. Piénselo e intente ponerse en el lugar de quienes, como servidor de usted por ejemplo, intentan abrir un negocio en este bendito país. Resulta poco menos que imposible saber quién te la dará a la entrada y quién a la salida, pero lo que es seguro es que Comunidad, Ayuntamiento y Gobierno central te la darán sí o sí.
Consulte usted también a sus subordinados. ¿Saben realmente los funcionarios quién manda en cada departamento? ¿Coinciden las directrices de los mandos intermedios de la Administración con las de los responsables políticos de la misma?
Y lo que es peor, ¿cómo se atreven a decir estas cosas si ni siquiera ustedes son capaces de hacerse obedecer por quienes son, según la propia Constitución, entidades subordinadas al Estado? Ni una sola de las Comunidades Autónomas está siguiendo las instrucciones (órdenes) dadas por usted y sus compañeros ministros. Ni una sola Agencia, Fundación, Empresa o Instituto público ineficiente han sido eliminados.
Finalmente, podríamos considerar (quizás, ya sabe que lo mío es solamente una humilde opinión) si nuestro lamentable sistema político, social y educativo no tendrá algo que ver en que siete de cada diez jóvenes españoles quieran ser funcionarios. Ni siquiera se plantea la cuestión de trabajar por cuenta ajena, no: directamente funcionarios. Por la cuenta que nos trae a todos, querida Soraya: espabílense. De una vez por todas.
Querida Soraya, tengo que decirle algunas cosas que, mucho me temo, no van a ser de su agrado. La primera es que cada día que pasa se parecen ustedes más a la versión más esperpéntica del zapaterismo buenista, paternal y bobalicón que hablaba de conceptos tan absurdos como "crecimiento negativo" o "desaceleración profunda". Inventarse las causas de los problemas no contribuye en absoluto a sus soluciones, querida vice; al contrario, dificulta sobremanera el arreglo.
Sin poner en duda que, efectivamente, en España no existe eso que usted llama "unidad de mercado", a lo mejor resulta que deberíamos considerar si el problema real no será la ausencia de facto de lo que en Organización de Empresas se llama "unidad de mando".
Este principio de organización consiste en que cada subordinado debe saber exactamente a quién obedecer y obedecerá sólo a una persona. Piénselo e intente ponerse en el lugar de quienes, como servidor de usted por ejemplo, intentan abrir un negocio en este bendito país. Resulta poco menos que imposible saber quién te la dará a la entrada y quién a la salida, pero lo que es seguro es que Comunidad, Ayuntamiento y Gobierno central te la darán sí o sí.
Consulte usted también a sus subordinados. ¿Saben realmente los funcionarios quién manda en cada departamento? ¿Coinciden las directrices de los mandos intermedios de la Administración con las de los responsables políticos de la misma?
Y lo que es peor, ¿cómo se atreven a decir estas cosas si ni siquiera ustedes son capaces de hacerse obedecer por quienes son, según la propia Constitución, entidades subordinadas al Estado? Ni una sola de las Comunidades Autónomas está siguiendo las instrucciones (órdenes) dadas por usted y sus compañeros ministros. Ni una sola Agencia, Fundación, Empresa o Instituto público ineficiente han sido eliminados.
Finalmente, podríamos considerar (quizás, ya sabe que lo mío es solamente una humilde opinión) si nuestro lamentable sistema político, social y educativo no tendrá algo que ver en que siete de cada diez jóvenes españoles quieran ser funcionarios. Ni siquiera se plantea la cuestión de trabajar por cuenta ajena, no: directamente funcionarios. Por la cuenta que nos trae a todos, querida Soraya: espabílense. De una vez por todas.
MARIO J. HURTADO