Resisten pacíficamente para que mañana sus hijos puedan legar las tierras que mimaron sus padres, las mismas que heredaron de sus ancestros. Nuevas expropiaciones mañana, 19 de septiembre, mantienen a la ciudadanía movilizada. En la Canal del Berdún, el pueblo de Artieda es memoria de los que fueron expropiados por el embalse de Yesa (Ruesta, Escó y Tiermas), y es vida por los que están y luchan en favor de una nueva gestión del agua. Contra el recrecimiento de Yesa.
Con la corriente de los pueblos derruidos, las asociaciones Río Aragón y el colectivo de acción mediática Aturando Yesa traen al conjunto de la sociedad un ejemplo de compromiso social, cultural y medioambiental.
Este miércoles irán una vez más a por ellos. Los expedientes no dejan lugar a dudas: expropiación forzosa. El asalto a sus terrenos –promovido por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE)- perturba el musitar de un pueblo tranquilo.
Empantanada en el periodo más oscuro de la historia reciente, la CHE con la complicidad de los partidos políticos tradicionales promueve iguales soluciones a las del viejo dictador. Ni el impacto medioambiental del recrecimiento del embalse –que pasaría de inundar 2.408 a 4.084 hectáreas de tierras, incluyendo diversos tramos del Camino de Santiago-, ni el impacto socioeconómico anima a las autoridades a abrir una nueva página en su política hidráulica. La del Plan Hidrológico Nacional. La del trasvase del Ebro.
Los diques de Yesa llenan disparatados presupuestos en lo económico, e historias de despropósitos a partes iguales. El último de ellos, la construcción de un puente de acceso a Artieda en base a un proyecto de cota máxima ya desestimado por el Gobierno central. Ajenos al juego de intereses, el embalse hermana a la ciudadanía que resiste el envite.
La humanidad y dignidad, la fuerza de su mensaje –inequívocamente en defensa de la tierra- son el dique infranqueable desde Artieda al azote posfranquista latente en nuestra Democracia. Por eso abrieron ayer las compuertas a la palabra en un foro público del que participan numerosos colectivos.
Resisten a la imposición de unas instituciones que debieran defenderles. La consciencia de Artieda se renueva con las ricas y siempre nuevas aguas que trae la corriente de sus argumentos.
Con la corriente de los pueblos derruidos, las asociaciones Río Aragón y el colectivo de acción mediática Aturando Yesa traen al conjunto de la sociedad un ejemplo de compromiso social, cultural y medioambiental.
Este miércoles irán una vez más a por ellos. Los expedientes no dejan lugar a dudas: expropiación forzosa. El asalto a sus terrenos –promovido por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE)- perturba el musitar de un pueblo tranquilo.
Empantanada en el periodo más oscuro de la historia reciente, la CHE con la complicidad de los partidos políticos tradicionales promueve iguales soluciones a las del viejo dictador. Ni el impacto medioambiental del recrecimiento del embalse –que pasaría de inundar 2.408 a 4.084 hectáreas de tierras, incluyendo diversos tramos del Camino de Santiago-, ni el impacto socioeconómico anima a las autoridades a abrir una nueva página en su política hidráulica. La del Plan Hidrológico Nacional. La del trasvase del Ebro.
Los diques de Yesa llenan disparatados presupuestos en lo económico, e historias de despropósitos a partes iguales. El último de ellos, la construcción de un puente de acceso a Artieda en base a un proyecto de cota máxima ya desestimado por el Gobierno central. Ajenos al juego de intereses, el embalse hermana a la ciudadanía que resiste el envite.
La humanidad y dignidad, la fuerza de su mensaje –inequívocamente en defensa de la tierra- son el dique infranqueable desde Artieda al azote posfranquista latente en nuestra Democracia. Por eso abrieron ayer las compuertas a la palabra en un foro público del que participan numerosos colectivos.
Resisten a la imposición de unas instituciones que debieran defenderles. La consciencia de Artieda se renueva con las ricas y siempre nuevas aguas que trae la corriente de sus argumentos.
JUAN C. ROMERO