Buenas días, por decir algo. Estoy harto. "Hijo de puta" me dicen. "Cabrón". Ya está bien. Hoy voy a dejar las cosas claras, de una vez por todas. No sabría decir cuándo empezó todo. En el colegio, supongo. Dejaba dar mordiscos al bocadillo especial de mi madre, a cambio de unos cromos. Si alguien no me daba su cromo, la próxima vez que se compraba un nuevo paquete, me lo quedaba entero.
Me acuerdo de mi primera vez. Estaba muy nervioso. Tanto por hacer y no tenía idea por dónde empezar. Hablé con ella todo el tiempo, muy lentamente, mirándola fijamente a los ojos, diciendo todo lo que llevaba dentro de mi. No había hablado así con nadie en mi vida. Al final, todo salió de lujo.
Firmó la jodida hipoteca a cincuenta años. Tipo variable. Así me hice hombre. Quería una casa en la playa y un coche que, por supuesto, no iba a poder pagar. Gracias a ella, me nombraron "empleado del mes". Menos mal que no fue la única ese año.
Pero yendo al grano. Me fastidia el pesimismo que hay en el ambiente. Que la vivienda está muy mal. Mentira. Será por puentes en este país... Vale, Rajoy los ha quitado, pero siempre quedará el trabajo, que tampoco está tan mal. Solo hay que dar unas patadas a un balón, aprender algo de portugués y te ficha el Real Madrid.
Yo sí que lo paso mal. De tener coche oficial –voy al trabajo en un Mercedes, ojo, pasado de moda ya-, de dirigir una sucursal, pasé a colaborar con una pequeña empresa de electricidad. No puedo dar nombres. La llamaremos "Endesa". He visto recortado mi sueldo una barbaridad. De cuatro semanas que solía pagar, solo puedo pagar tres en el spa de lujo donde veraneo.
Me echan en cara mis amistades. Uno no elige a sus amigos. Hay quien tiene de amigo a un fontanero, a un camarero, a un profesor, a un mecánico. ¿Qué culpa tengo yo de que mis amigos sean el presidente del Gobierno, sus ministros o empresarios? Que hay mal pensados que dicen que el Gobierno solo ayuda a los poderosos en esta crisis. Yo solo le regalé un traje y un coche; otros le han regalado una Presidencia.
Qué ignorantes los pobres. Hay que distinguir. Es normal que no nos traten igual. Que cuando me ayuda a mí, un simple banquero, o a un exministro o empresario, ayuda a un amigo. Cuando ayuda al resto, son desconocidos que no saben nada de él. No es que pase, es que no hay confianza; que la gente habla mucho sin saber nada.
"Que no recortan a la Iglesia", dicen. Normal. Esa gente trabaja para el hombre, para la mujer, lo que sea, que inventó el petróleo. No conviene cabrearlos. Que recorten a los futbolistas. Claro, mantenemos entretenido a la gente en la televisión… ¿Con documentales? Lo próximo será recomendar que la población lea un libro.
Que no pueden recortar en Investigación y Desarrollo. La gente es sabia y tiene muy claro lo que desea. Mas yo por hija mato. Y menos tubos de ensayo. En el campo de la sanidad, el copago. Es normal. Vamos a ver. Que si tengo un pequeño resfriado, que si me duele un poco el brazo. "Doctor, llevo tres meses esperando para mi operación".
Hay mucho cuentista. Así solo va al médico quien verdaderamente lo necesita. Si estás dispuesto a comprar unos medicamentos que, en verdad, no tendrías por qué pagar, es porque de verdad los necesitas. Quien diga eso de "es que ya no puedo pagar las medicinas" no estaría tan enfermo.
Luego, lo que más me fastidia son las manifestaciones. Que no se aclaran ni ellos mismos. Que te digo "recorte a los panaderos", nadie mueve un dedo. Solo los panaderos. Que les toca a los agricultores, solo se mueven ellos. Cada uno a su bola. Y quieren vender que están todos unidos contra esta situación.
Mientras sigan así, por mí, perfecto. Anda que no me he pasado buenas horas viendo a líderes sindicales firmar convenios. Tienen un sentido del humor los muy jodidos... Único, diría yo, hablando de revoluciones pagadas por el Gobierno.
Resumiendo, que no somos tan malas personas. Somos gente normal, con sus amigos, con sus hobbies... Aficiones caras, de acuerdo, pero una vez te acostumbras a un nivel de vida, cuesta mucho dejarlo.
Me acuerdo de mi primera vez. Estaba muy nervioso. Tanto por hacer y no tenía idea por dónde empezar. Hablé con ella todo el tiempo, muy lentamente, mirándola fijamente a los ojos, diciendo todo lo que llevaba dentro de mi. No había hablado así con nadie en mi vida. Al final, todo salió de lujo.
Firmó la jodida hipoteca a cincuenta años. Tipo variable. Así me hice hombre. Quería una casa en la playa y un coche que, por supuesto, no iba a poder pagar. Gracias a ella, me nombraron "empleado del mes". Menos mal que no fue la única ese año.
Pero yendo al grano. Me fastidia el pesimismo que hay en el ambiente. Que la vivienda está muy mal. Mentira. Será por puentes en este país... Vale, Rajoy los ha quitado, pero siempre quedará el trabajo, que tampoco está tan mal. Solo hay que dar unas patadas a un balón, aprender algo de portugués y te ficha el Real Madrid.
Yo sí que lo paso mal. De tener coche oficial –voy al trabajo en un Mercedes, ojo, pasado de moda ya-, de dirigir una sucursal, pasé a colaborar con una pequeña empresa de electricidad. No puedo dar nombres. La llamaremos "Endesa". He visto recortado mi sueldo una barbaridad. De cuatro semanas que solía pagar, solo puedo pagar tres en el spa de lujo donde veraneo.
Me echan en cara mis amistades. Uno no elige a sus amigos. Hay quien tiene de amigo a un fontanero, a un camarero, a un profesor, a un mecánico. ¿Qué culpa tengo yo de que mis amigos sean el presidente del Gobierno, sus ministros o empresarios? Que hay mal pensados que dicen que el Gobierno solo ayuda a los poderosos en esta crisis. Yo solo le regalé un traje y un coche; otros le han regalado una Presidencia.
Qué ignorantes los pobres. Hay que distinguir. Es normal que no nos traten igual. Que cuando me ayuda a mí, un simple banquero, o a un exministro o empresario, ayuda a un amigo. Cuando ayuda al resto, son desconocidos que no saben nada de él. No es que pase, es que no hay confianza; que la gente habla mucho sin saber nada.
"Que no recortan a la Iglesia", dicen. Normal. Esa gente trabaja para el hombre, para la mujer, lo que sea, que inventó el petróleo. No conviene cabrearlos. Que recorten a los futbolistas. Claro, mantenemos entretenido a la gente en la televisión… ¿Con documentales? Lo próximo será recomendar que la población lea un libro.
Que no pueden recortar en Investigación y Desarrollo. La gente es sabia y tiene muy claro lo que desea. Mas yo por hija mato. Y menos tubos de ensayo. En el campo de la sanidad, el copago. Es normal. Vamos a ver. Que si tengo un pequeño resfriado, que si me duele un poco el brazo. "Doctor, llevo tres meses esperando para mi operación".
Hay mucho cuentista. Así solo va al médico quien verdaderamente lo necesita. Si estás dispuesto a comprar unos medicamentos que, en verdad, no tendrías por qué pagar, es porque de verdad los necesitas. Quien diga eso de "es que ya no puedo pagar las medicinas" no estaría tan enfermo.
Luego, lo que más me fastidia son las manifestaciones. Que no se aclaran ni ellos mismos. Que te digo "recorte a los panaderos", nadie mueve un dedo. Solo los panaderos. Que les toca a los agricultores, solo se mueven ellos. Cada uno a su bola. Y quieren vender que están todos unidos contra esta situación.
Mientras sigan así, por mí, perfecto. Anda que no me he pasado buenas horas viendo a líderes sindicales firmar convenios. Tienen un sentido del humor los muy jodidos... Único, diría yo, hablando de revoluciones pagadas por el Gobierno.
Resumiendo, que no somos tan malas personas. Somos gente normal, con sus amigos, con sus hobbies... Aficiones caras, de acuerdo, pero una vez te acostumbras a un nivel de vida, cuesta mucho dejarlo.
CARLOS SERRANO