Cuando nos ponemos a trabajar o, en general, a disfrutar de algo que nos hace sentir bien, los días se convierten en décimas de segundo. No hablemos ya de las horas. Una opinión similar cuando no idéntica es la que debe tener Ryu Hoshi, Ken Masters y demás luchadores de la saga Street Fighter. Burla burlando, 25 años llevan peleando.
Su éxito inicial, sin llegar a ser notable, fue más que suficiente para que se realizara una segunda entrega. Cuatro años más tarde del lanzamiento original en 1987, tuvo lugar el nacimiento de Street Fighter II: The world warrior. Sería entonces cuando el Hadouken y demás técnicas de estos combatientes comenzaran a hacerse de especial relevancia dentro del mundo de los juegos de pelea o versus.
No era de extrañar: un juego con ocho personajes a escoger –ríase usted actualmente de esa por aquel entonces espectacular cifra- cada uno con su final correspondiente, jefe final y variopintas virguerías que hacían las delicias de los usuarios. Pero ¡ay amigo, qué traviesa que es Capcom!
La tutora de la fonéticamente Sutorito Faita en lengua nipona fue extremadamente “Sagat” y/o perspicaz. Comprobó con cierta alevosía cómo los jugadores bebían los vientos por cada llave o combo que realizaban los “luchadores callejeros”.
Fue entonces cuando surgió su maquiavélico plan: “Hacemos un juego prácticamente idéntico, al cual le añadimos dos escenarios, tres personajes y decimos que hemos equilibrado a todos los avatares”. Dicho y hecho.
Poco tiempo después surgieron de la nada varias continuaciones con diversas coletillas como Super Street Fighter II. Con cierto desasosiego y desazón, las ¿nuevas? entregas de Ryu y compañía perdían su chispa y encanto. Como suele ocurrir en estos momentos, cuando la carne comienza a oler a quemado, es cuando se retira del fuego y se pone una pieza cárnica nueva. La estrategia no iba a ser otra.
Para evitar la histeria colectiva, así como la fuga colectiva de consumidores a otros juegos versus que comenzaban a surgir –véase Mortal Kombat como gran otro gran referente-, los de Osaka hicieron una nueva barbacoa. Aunque del mismo producto.
Nacía Street Fighter Alpha, algo semejante a una subsaga intermedia entre las dos primeras partes de la historia. Con una estética manga claramente marcada, seguía en cierto modo la estela impuesta por el anime. Originado, a ver si lo adivinan, para obtener una mayor renta por tal propiedad intelectual.
Para una continuación canónica habría que vivir un salto de seis años. Street Fighter III se mostró vergonzoso, ausentándose durante seis años. En 1997, las suplicas y oraciones fueron elevadas hasta el Altísimo. Hablamos del alto mando de Capcom, obviamente.
Como es costumbre en dicha desarrolladora, se arañó la gloria de tal nombre hasta límites insospechados e insospechables. 3rd Strike fue un auténtico golpe para los que buscaran una continuación. Bueno, bonito y para nada barato, pero golpe al fin y al cabo.
Los seguidores de la mítica serie de pelea deberían esperar la friolera de once años para ver convertidos sus sueños realidad: aterrizaba, en 2008, Street Fighter IV tanto en PS3 como en Xbox 360. 3DS vería una versión rezagadamente tiempo adelante.
Sería ridículo y una pérdida de tiempo comentar las dos revisiones posteriores que ha tenido dicha entrega. El avezado lector podrá leer entre líneas que esta operación no se trata más que de una mera treta y artimaña sacacuartos.
Resulta plenamente más jugoso alabar –¿por qué no?- el acierto que han tenido sus padres en renovar la franquicia, otorgándole un soplo de aire fresco. Una estética alejada de cualquier vestigio de píxeles, tan característicos antaño, que ahora se centra en el realismo y en una rotulación de tintes japoneses ciertamente marcada.
Los personajes han sido rediseñados de forma exquisita en su inmensa mayoría. En toda familia debe haber un cordero negro, que bien puede llamarse Paco, o bien en este caso Chun-li. Los combos y ataques se han recreado con una fidelidad realmente notable. Habrá quien prefiera los comandos de entregas anteriores.
En cualquier caso, no puede llover a gusto de todos, siendo cierto que se ha amoldado de cierta forma el modo de juego a los principiantes. Todo ello sin trastocar, no al menos de forma abismal, la ejecución propia de iniciados.
Con o sin revisiones, Street Fighter se trata de un juego de peleas versus que ha servido de referente, sin lugar a dudas, para posteriores lanzamientos como Tekken. Hablamos de una saga que el pasado jueves cumplió 25 años desde su lanzamiento en recreativas, siguiendo como referente del mundo de los videojuegos como de la cultura en general. No serán pocas las parodias que hay en el cine. Y no, no hablamos de aquella desfachatez fílmica con la que comparte nombre.
Por todo lo anterior, por recoger a un personaje español llamado Vega, así como por otros tantos motivos más, solo queda desearle un feliz cumpleaños a estos luchadores. Jamás olvidéis que la respuesta se encuentra... en el corazón de la batalla.
Su éxito inicial, sin llegar a ser notable, fue más que suficiente para que se realizara una segunda entrega. Cuatro años más tarde del lanzamiento original en 1987, tuvo lugar el nacimiento de Street Fighter II: The world warrior. Sería entonces cuando el Hadouken y demás técnicas de estos combatientes comenzaran a hacerse de especial relevancia dentro del mundo de los juegos de pelea o versus.
No era de extrañar: un juego con ocho personajes a escoger –ríase usted actualmente de esa por aquel entonces espectacular cifra- cada uno con su final correspondiente, jefe final y variopintas virguerías que hacían las delicias de los usuarios. Pero ¡ay amigo, qué traviesa que es Capcom!
La tutora de la fonéticamente Sutorito Faita en lengua nipona fue extremadamente “Sagat” y/o perspicaz. Comprobó con cierta alevosía cómo los jugadores bebían los vientos por cada llave o combo que realizaban los “luchadores callejeros”.
Fue entonces cuando surgió su maquiavélico plan: “Hacemos un juego prácticamente idéntico, al cual le añadimos dos escenarios, tres personajes y decimos que hemos equilibrado a todos los avatares”. Dicho y hecho.
Poco tiempo después surgieron de la nada varias continuaciones con diversas coletillas como Super Street Fighter II. Con cierto desasosiego y desazón, las ¿nuevas? entregas de Ryu y compañía perdían su chispa y encanto. Como suele ocurrir en estos momentos, cuando la carne comienza a oler a quemado, es cuando se retira del fuego y se pone una pieza cárnica nueva. La estrategia no iba a ser otra.
Para evitar la histeria colectiva, así como la fuga colectiva de consumidores a otros juegos versus que comenzaban a surgir –véase Mortal Kombat como gran otro gran referente-, los de Osaka hicieron una nueva barbacoa. Aunque del mismo producto.
Nacía Street Fighter Alpha, algo semejante a una subsaga intermedia entre las dos primeras partes de la historia. Con una estética manga claramente marcada, seguía en cierto modo la estela impuesta por el anime. Originado, a ver si lo adivinan, para obtener una mayor renta por tal propiedad intelectual.
Para una continuación canónica habría que vivir un salto de seis años. Street Fighter III se mostró vergonzoso, ausentándose durante seis años. En 1997, las suplicas y oraciones fueron elevadas hasta el Altísimo. Hablamos del alto mando de Capcom, obviamente.
Como es costumbre en dicha desarrolladora, se arañó la gloria de tal nombre hasta límites insospechados e insospechables. 3rd Strike fue un auténtico golpe para los que buscaran una continuación. Bueno, bonito y para nada barato, pero golpe al fin y al cabo.
Los seguidores de la mítica serie de pelea deberían esperar la friolera de once años para ver convertidos sus sueños realidad: aterrizaba, en 2008, Street Fighter IV tanto en PS3 como en Xbox 360. 3DS vería una versión rezagadamente tiempo adelante.
Sería ridículo y una pérdida de tiempo comentar las dos revisiones posteriores que ha tenido dicha entrega. El avezado lector podrá leer entre líneas que esta operación no se trata más que de una mera treta y artimaña sacacuartos.
Resulta plenamente más jugoso alabar –¿por qué no?- el acierto que han tenido sus padres en renovar la franquicia, otorgándole un soplo de aire fresco. Una estética alejada de cualquier vestigio de píxeles, tan característicos antaño, que ahora se centra en el realismo y en una rotulación de tintes japoneses ciertamente marcada.
Los personajes han sido rediseñados de forma exquisita en su inmensa mayoría. En toda familia debe haber un cordero negro, que bien puede llamarse Paco, o bien en este caso Chun-li. Los combos y ataques se han recreado con una fidelidad realmente notable. Habrá quien prefiera los comandos de entregas anteriores.
En cualquier caso, no puede llover a gusto de todos, siendo cierto que se ha amoldado de cierta forma el modo de juego a los principiantes. Todo ello sin trastocar, no al menos de forma abismal, la ejecución propia de iniciados.
Con o sin revisiones, Street Fighter se trata de un juego de peleas versus que ha servido de referente, sin lugar a dudas, para posteriores lanzamientos como Tekken. Hablamos de una saga que el pasado jueves cumplió 25 años desde su lanzamiento en recreativas, siguiendo como referente del mundo de los videojuegos como de la cultura en general. No serán pocas las parodias que hay en el cine. Y no, no hablamos de aquella desfachatez fílmica con la que comparte nombre.
Por todo lo anterior, por recoger a un personaje español llamado Vega, así como por otros tantos motivos más, solo queda desearle un feliz cumpleaños a estos luchadores. Jamás olvidéis que la respuesta se encuentra... en el corazón de la batalla.
SALVADOR BELIZÓN / REDACCIÓN