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Reforma educativa y crisis económica

Montemayor Digital se hace eco en su Buzón del Lector de una reflexión remitida por un lector de la página sobre la nueva Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación (LOMCE). Si está interesado en participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico a nuestra dirección montemayordigital@gmail.com exponiendo su queja, comentario o sugerencia. Si lo desea, puede acompañarla también de alguna fotografía.

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Durante estos días hemos oído los aspectos más relevantes de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación (LOMCE), pero no se han mencionado otros que no siendo tan relevantes, no dejan de ser muy importantes. Me refiero a la asignatura de Economía que venía siendo propia de modalidad en el Bachillerato de Ciencias Sociales y que pasa a ser optativa, quedando sustituida por Literatura Universal.

La crisis económico-financiera ha tenido, tiene y seguirá teniendo una fuerte repercusión en España, dejando claro el desajuste entre el sistema educativo y las oportunidades profesionales. Entiendo por ello necesario que las Administraciones educativas españolas no se queden al margen respecto a los cambios que ha sufrido la sociedad global. Estamos ante una oportunidad importante para corregir errores y avanzar en la línea de otros países europeos como Noruega o Finlandia.

En este sentido, hay una opinión generalizada de que una reforma educativa debería realizarse en paralelo a la reforma laboral. Por ello, la Comisión Europea ha elaborado un informe titulado New Skills for New Jobs que puede servir a las Administraciones públicas para orientar adecuadamente las reformas educativas. El sistema educativo debe estar correlacionado con el mercado laboral.

Grosso modo, el sistema educativo en España se estructura en Educación infantil, Primaria, Secundaria y Educación Superior. En este sentido, la Educación Secundaria post obligatoria integra Bachillerato y Ciclos Formativos. Se supone que superada la Educación Secundaria Obligatoria (16 años), los alumnos deben de haber alcanzado las famosas competencias básicas recogidas en el informe europeo Key Competences.

A partir de esta edad se le debe facilitar al alumnado la posibilidad de comenzar a edificar una carrera profesional acorde a los nuevos puestos que demanda el mercado de trabajo. Sin embargo, analizando el borrador del proyecto de reforma educativa, no llego a comprender cómo se propone un proyecto de reforma educativa alejado completamente de la realidad económico-social actual.

Primera objeción al proyecto: la materia de Economía debe aparecer como materia de modalidad en el Bachillerato de Ciencias Sociales. De hecho, la materia de las Ciencias Sociales con mayor inserción laboral no puede quedarse fuera de las Ciencias Sociales.

En el borrador del proyecto se propone una modalidad de Bachillerato de Sociales totalmente descabalada con Matemáticas, Geografía y ¿Literatura Universal? Me pregunto si la introducción de esta última materia en lugar de Economía es un error porque, de lo contrario, es una grave irresponsabilidad.

Señor ministro, usted, sociólogo de formación, debería saber que las Ciencias Sociales integran todas las áreas del conocimiento que estudian el comportamiento humano: Historia, Psicología… y, por supuesto, Economía. Hoy más que nunca el comportamiento humano está condicionado por actos económicos.

Entonces, señor ministro, ¿cuál es el sinsentido que propone su equipo de trabajo? Si es un error la inclusión de una materia de Humanidades en la Opción de Sociales, lo entiendo; pero, por favor, corríjanlo porque es una irresponsabilidad la publicación de esta propuesta.

Nadie puede cuestionar la inserción laboral de los estudios de la rama de Ciencias Sociales: así lo recoge el informe El Mundo sobre las carreras más demandadas, en el que se expone que una gran mayoría de alumnos (el 51 por ciento de los bachilleres), después de la formación en Ciencias Sociales acaban eligiendo grados de esta rama científica: la rama de Ciencias Sociales.

Segunda objeción: la oferta educativa debe ser integrada. No podemos ofertar en 2º de Bachillerato de Sociales la asignatura Economía de la Empresa como materia de Modalidad sin incluir Economía en 1º de Bachillerato como materia de Modalidad de Ciencias Sociales.

Si queremos estar a la altura de los mejores en términos educativos y de empleabilidad (Noruega o Finlandia), no podemos dejar de lado una materia que, en el mundo actual, podría tener tintes de instrumental, ya que ayuda al ciudadano a anticiparse a las continuas y complejas decisiones que tiene que tomar diariamente.

E, incluso, siguiendo los currículos de dichos países, debemos realizar una propuesta coherente e integrada que aporte a los jóvenes formación económica progresiva. Pedagógicamente carece de sentido ofertar como materia de Modalidad en 2º de Bachillerato de Sociales la asignatura Economía de la Empresa sin que en 1º se oferte una materia de Modalidad apropiada a la rama del conocimiento elegida por el alumno: Economía.

Tercera objeción: si las competencias básicas deben conseguirse al finalizar la Educación Secundaria Obligatoria, todos los alumnos deben cursar una materia que les aporte esas competencias básicas. ¿Entonces, qué ocurre con la educación emprendedora?

Adicionalmente, en relación a dicho aspecto, echo de menos una concreción clara del compromiso hecho público por el presidente de este Gobierno en materia de educación emprendedora. Según el Entrepreneurship Education at School in Europe de Eurydice, una de las competencias básicas que se deben fomentar en la escuela es el espíritu emprendedor.

En España, la regulación legislativa a nivel nacional en esta materia se limitaba a una Ley de acompañamiento a otra de naturaleza económica, la Ley de Economía Sostenible. Y esto no puede ser, no nos engañemos: el espíritu emprendedor es una competencia básica (Key Competences) que debe alcanzar todo el alumnado al finalizar la Educación Secundaria Obligatoria (del mismo modo que el resto de competencias).

Por ello, es imprescindible dar respuesta educativa a esta clara necesidad incluyendo esta asignatura en el currículum de la Educación Secundaria. Todos –repito: todos- los alumnos del último curso de la Educación Secundaria deben ser formados en dicha área.

Cuarta objeción: si los organismos internacionales hacen recomendaciones para ajustar la formación del alumnado al desarrollo de la sociedad, ¿por qué no hacer caso a las directrices que reconocen la necesidad de formar en cultura financiera a nuestros jóvenes?

No podemos olvidar las recomendaciones hechas por la OCDE en materia de educación financiera en el informe Financial Lireracy Assessment Framework. En él se advierte de la complejidad de la sociedad actual y de la necesidad de formar a los jóvenes para que sean agentes responsables y capaces de comprender el alcance de sus decisiones económicas.

Según este informe, la educación financiera en los colegios no es nueva. En 2005, la OECD recomendó la introducción de la educación financiera en las escuelas. Lo novedoso en este informe es la inclusión en las pruebas PISA de una prueba de cultura financiera. ¿Cómo van a superar nuestros alumnos los conocimientos mínimos de dicha prueba si no se le ofrece la oportunidad de formarse en dicha materia?

Para que los alumnos alcancen una mínima competencia en educación financiera, debemos reflexionar sobre muchos de los aspectos de la actual crisis que yo vivamente creo que se presenta como una clara oportunidad para introducir estos conocimientos en el currículum de Educación Secundaria Obligatoria y evitar las tomas de decisiones erróneas en la sociedad civil.

Como conclusión y siguiendo el Estudio de la situación de los estudios económicos en los diferentes currículum educativos de los países europeos. Información 2009/2010, de Joan Sala Grau y Carles Batlle García, podemos señalar que todos los países europeos excepto Portugal, Italia y España incluyen formación económica en la etapa obligatoria.

No hay duda de que si corregimos esta carencia a tiempo, estaremos facilitando a nuestros jóvenes herramientas útiles para una verdadera correlación entre formación e inserción profesional. Ello, sin duda, generará un efecto multiplicador en la economía real como bien expone Andrés A. González Medina en su recomendable artículo La enseñanza de la Economía como respuesta a una necesidad social.

MANUEL MARTÍNEZ
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