Llevamos ya cinco años sin que escampe, aunque algunos –unos más que otros- al principio no vieron ni que venía lloviendo. Y hay lunes en los que el temporal arrecia y caen chuzos –o sea, parados- de punta. A la ministra Fátima Báñez le han caído en la boca, por haberla abierto a destiempo, 128.242 exactamente.
El paro, como los desahucios, no admiten demoras ni excusas. Ni echarle la culpa a los anteriores –que puede que la tengan pero que, a nosotros, es lo que ya menos nos importa-. Lo que interesa es cómo lo arreglan o, al menos, que veamos que están sin descanso y como prioridad absoluta en ello. Y no lo vemos. Es que no se les ve en ello como se les ve en otras cosas cuando ésta es la que nos afecta de manera dramática a todos.
Y es que hay lunes que era para no abrir el ojo y quedarse a la espera de que se pase la tormenta. Pero es que no se pasa: es que llueve ya sobre todo lo mojado y estamos ya sin cobijo alguno y sin trazas de encontrarlo. Paro, prima, huida de capitales, gentes perdiendo sus hogares y, de remate, Mister Mas montándola.
Aprovechando la tiritona, él y su acólito –el farsante Duran i Lleida-, haciendo todo lo que en su mano está para hacer el daño so pretexto de llevar al pueblo elegido al país de la leche y de la miel. Que lo que hay es pedregal y arena y que se les demuestra que es mentira el origen, la ruta y el destino. Les da igual que les da lo mismo.
Las últimas ya suenan a astracanada de la más penosa especie. Les han dicho por activa y por pasiva, por todos y con los Tratados, contratos y leyes en la mano, que de entrada les largan de Europa y que, luego, no les dejan entrar aunque se pongan durante lustros. Y como quien oye llover.
Como sucede cuando dicen que aunque la Constitución –el gran pacto de libertad, democracia y convivencia que ellos también suscribieron solemnemente y con el voto del 90 por ciento y en el que se ciscan- diga que no se puede, ellos lo harán de todas formas, confiados en que su violación de la ley quede impune y nadie la evite, que es una confianza más que insensata.
Y ahora están a las mismas con la Unión Europea. Un algo así como “seremos un Estado de Europa sí o sí, quiera o no quiera Europa”. A pesar de que ya les ha dicho alto y claro que no quiere. Y que lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible.
El paro, como los desahucios, no admiten demoras ni excusas. Ni echarle la culpa a los anteriores –que puede que la tengan pero que, a nosotros, es lo que ya menos nos importa-. Lo que interesa es cómo lo arreglan o, al menos, que veamos que están sin descanso y como prioridad absoluta en ello. Y no lo vemos. Es que no se les ve en ello como se les ve en otras cosas cuando ésta es la que nos afecta de manera dramática a todos.
Y es que hay lunes que era para no abrir el ojo y quedarse a la espera de que se pase la tormenta. Pero es que no se pasa: es que llueve ya sobre todo lo mojado y estamos ya sin cobijo alguno y sin trazas de encontrarlo. Paro, prima, huida de capitales, gentes perdiendo sus hogares y, de remate, Mister Mas montándola.
Aprovechando la tiritona, él y su acólito –el farsante Duran i Lleida-, haciendo todo lo que en su mano está para hacer el daño so pretexto de llevar al pueblo elegido al país de la leche y de la miel. Que lo que hay es pedregal y arena y que se les demuestra que es mentira el origen, la ruta y el destino. Les da igual que les da lo mismo.
Las últimas ya suenan a astracanada de la más penosa especie. Les han dicho por activa y por pasiva, por todos y con los Tratados, contratos y leyes en la mano, que de entrada les largan de Europa y que, luego, no les dejan entrar aunque se pongan durante lustros. Y como quien oye llover.
Como sucede cuando dicen que aunque la Constitución –el gran pacto de libertad, democracia y convivencia que ellos también suscribieron solemnemente y con el voto del 90 por ciento y en el que se ciscan- diga que no se puede, ellos lo harán de todas formas, confiados en que su violación de la ley quede impune y nadie la evite, que es una confianza más que insensata.
Y ahora están a las mismas con la Unión Europea. Un algo así como “seremos un Estado de Europa sí o sí, quiera o no quiera Europa”. A pesar de que ya les ha dicho alto y claro que no quiere. Y que lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible.
ANTONIO PÉREZ HENARES