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Color Luigi esperanza

Nos acordamos de él cuando queremos recomendar un juego a los peques de la casa, a la hora de hablar de un referente del género de los plataformas o al hablar de mascotas de compañías. Es inevitable: Mario Bros. es un referente en toda regla del mundo de los videojuegos. Desde que hiciera aparición en Donkey Kong –por aquel entonces bajo el nombre de Jumpman- allá por el 1981, estaba destinado a convertirse en un estandarte.

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No obstante, hay algo que chirría en todo esto, algo que no encaja bien. ¿Por qué ese “brothers” detrás de Mario? En efecto, aunque pase desapercibido para muchos, el fontanero rojo tiene un hermano, Luigi, con el que comparte profesión pero no fama.

La historia de Luigi es casi tan larga como la de Mario. Nuestro verde héroe nació, junto al nombre de su hermano mayor, en el arcade Mario Bros. (a secas) de 1983, donde tenían que erradicar las plagas que salían de las distintas cañerías, juego del cual recibirían ambos su trabajo de fontaneros.

Desde entonces, Mario y Luigi compartirían casi todos los juegos que saldrían en adelante, pudiéndose controlar a ambos personajes. Precisamente he aquí la maloliente raíz de la desazón del hermano menor: en Super Mario Bros. –el primer juego de la saga por excelencia- Luigi quedaba procrastinado al segundo lugar, o lo que es lo mismo, se asignaba al segundo mando en las partidas multijugador. Esto ha traído consigo a una generación completa de hermanos pequeños que odian manejar a Luigi, pero eso ya es otra historia.

En posteriores entregas, la historia se repetía, a lo cual había que sumarle la cuestión estética: los dos personajes usaban el mismo aspecto, con la salvedad de los colores de sus ropajes: rojo o verde según el personaje que se manejase, hecho que no hacía más que someterlo a la sombra de Mario debido a inexistente diferencia entre ambos.

No sería hasta Super Mario World, la mejor entrega de este plataformas para muchos jugadores, cuando recibieron apariencias y jugabilidades distintas: Mario era más ágil en el salto, pero Luigi corría y saltaba más, lo que permitía una partida más profunda.

Tan pronto se le confiere personalidad propia a Luigi, se le quita del medio de un plumazo: en Super Mario 64 no hay rastro de él; en Paper Mario su única función es vigilar su casa; y mejor sería no citar Super Mario Sunshine, donde ni se le menciona.

Únicamente se pudo redimir el pobre y asustadizo fontanero de tal patética situación, cuando al fin se le otorgó el papel protagonista de dos juegos: por un lado en Mario is missing!, un juego educativo en el que se viajaba a través de distintas ciudades como Londres o Madrid con el objetivo de encontrar a Mario, un título que se alejaba por completo del Reino Champiñón y de la más ligera de las características de sus juegos.

Por otra parte, de nuevo alejado de las mecánicas tradicionales de los Super Mario, llegaba Luigi's Mansion para la difunta Gamecube. En esta ocasión, el alargado Luigi tenía que hacerse con todos los fantasmas que habitaban una mansión gracias al “succionaentes”, al más puro estilo Cazafantasmas, para así liberar a su oprimido hermano.

Incluso en estas dos ocasiones, el verde personaje se muestra cobarde, miedoso, despistado y torpe. Si no me creéis, echad un vistazo a las carátulas de estas dos entregas o a las primeras búsquedas de Google al poner su nombre y sabréis lo que os quiero decir.

Nintendo, en un movimiento por darle mayor peso a su figura, hizo acto de conciencia el mes pasado en su afamado Nintendo Direct –algo así como un espacio informativo donde comenta eventualmente sus novedades- a través de su presidente, un Satoru Iwata enfundado con un gorrillo verde, el cual comentaba que éste sería “el año de Luigi”. Lo corrobora así el descargable Super Luigi Bros. U, el peso argumental que abarcará dicho personaje en el nuevo Mario & Luigi para 3DS pero, sobre todo, la secuela Luigi's Mansion 2 lanzado este pasado miércoles para esta portátil.

Es pronto para decir que Luigi va a cobrar el protagonismo que se merece y para creer de veras las palabras de Iwata, pues dos juegos y un contenido descargable no van a curar más de 25 años de barbecho verde, no van a enmendar que el nombre completo de uno sea “Mario Mario” y el del otro “Luigi Mario” (por aquello de “Mario brothers” o “hermanos Mario”). De todos modos, los edificios más grandes comenzaron por una piedra. Lo último que se pierde es la esperanza, que es verde. Y a Luigi el verde le sobra.

SALVADOR BELIZÓN / REDACCIÓN
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