Izquierda Unida (IU) tiene en sus manos el futuro de la izquierda y la posibilidad de convertir la indignación en hegemonía electoral. Todas las encuestas le auguran un ascenso meteórico en las próximas elecciones, pero sigue siendo insuficiente. Ningún resultado electoral será suficiente si éste no sirve para ser mayoría parlamentaria y sustituir al PSOE como el partido mayoritario al que vota la base social de izquierdas.
La última encuesta publicada por El País deja varias certezas. El PSOE logra más rechazo social que el propio Partido Popular (PP). Ambas fuerzas políticas no llegan siquiera al 48 por ciento de votos y la abstención prevista es de dimensiones astronómicas.
Más de un 40 por ciento de ciudadanos no encuentra una papeleta en la que depositar su hartazgo, lo que convierte a este nutrido número de abstencionistas en un caldo de cultivo perfecto para cualquier opción populista y antipolítica que impida una salida a la crisis desde la paz social, la justicia y la convivencia.
Otro dato relevante es que el PSOE está a poco menos de un punto porcentual del PP. O lo que es lo mismo, los socialistas podrían ganar las elecciones obteniendo el peor resultado de su historia y la solución impuesta por la oligarquía europea podría ser un Gobierno de concentración, de base tecnocrática, con el que terminar de asestar el golpe de gracia a la maltrecha economía y situación de las familias españolas.
Si a esto le sumamos el 10 por ciento de votos de la formación de derechas populista de Rosa Díez –defensora del rescate europeo, un Gobierno de concentración y tecnocrático y que nada mejor que nadie en las aguas de la antipolítica- lo que nos queda es susto, muerte o un ejercicio de inteligencia y apertura de IU.
Por su parte, el 15 por ciento de la coalición de izquierdas es insuficiente para gobernar. La izquierda sigue muy fraccionada y presa de los dogmas que la hacen inútil. Dentro del 27 por ciento de votos restantes, que no se asignan a PP, PSOE, IU o UPyD, está la mayoría social y electoral necesaria para sustituir a los socialistas y aspirar a ganar las próximas elecciones generales. Es posible derrotar a la derecha, sustituir al PSOE y renovar a la izquierda.
Además de posible, es urgente, necesario y una cuestión vital si queremos reformar la Constitución, garantizar el Estado del Bienestar, cambiar el modelo productivo ladrillista por la economía productiva y modificar la ley electoral que haga legal la voluntad real de los electores. Ahora o nunca.
En junio de 2014, la izquierda española y europea tienen la primera oportunidad para ensayar una amplia coalición en los Estados y en el conjunto de la Unión Europea. Europa no es el problema, el problema es esta Europa. Por lo que en los comicios europeos próximos, la Europa social y democrática tiene que lograr vencer a la Europa de los mercados representada por golpistas llamados tecnócratas. Para ello, todas las fuerzas de izquierdas del Estado español deberían concurrir juntas en sintonía con la izquierda continental.
Además de un programa electoral de transición, la izquierda coaligada debe nacer desde la radicalidad democrática y siendo consciente de que la actual España no es la de 1936. Modernidad, honestidad, radicalidad democrática, inteligencia, aperturismo, vocación de mayoría y sin dogmas, éstas son las bases sobre las que IU debe liderar un gran frente que incluya a ecologistas, a la izquierda territorial y a los movimientos sociales que están haciéndole oposición al PP y mostrando una punto de luz en el túnel de la desesperanza.
Los partidos políticos deben estar para cuando se les espera. Son estructuras de utilidad pública y una herramienta para convertir los anhelos sociales en políticas públicas. La gente grita en las plazas la necesidad de la unidad de la izquierda y ésta la tendrá que liderar IU, la fuerza mayoritaria de la izquierda no socialdemócrata. Sin sectarismos, sin invitados, en pie de igualdad y desde la democracia directa para elegir candidatos y hasta para conformar el programa político.
Ha llegado el momento. La izquierda tiene la obligación ética y política de demostrar que aspira a la hegemonía electoral y que sabe hacer algo más que ir detrás de una pancarta. Resistir es insuficiente cuando los comedores sociales están llenos de desheredados de la bancocracia, cuando la gente duerme en la calle enfrente de casas vacías y cuando se está traspasando el dinero de las familias a los bolsillos de los causantes de la crisis.
La pelota está en el tejado de IU, para poner fin a tanta infamia, frenar el dolor social y levantar las bases de la salida de la crisis. Las alternativas a la inmovilidad no nos las podemos permitir. Susto, muerte o inteligencia de la izquierda.
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Más de un 40 por ciento de ciudadanos no encuentra una papeleta en la que depositar su hartazgo, lo que convierte a este nutrido número de abstencionistas en un caldo de cultivo perfecto para cualquier opción populista y antipolítica que impida una salida a la crisis desde la paz social, la justicia y la convivencia.
Otro dato relevante es que el PSOE está a poco menos de un punto porcentual del PP. O lo que es lo mismo, los socialistas podrían ganar las elecciones obteniendo el peor resultado de su historia y la solución impuesta por la oligarquía europea podría ser un Gobierno de concentración, de base tecnocrática, con el que terminar de asestar el golpe de gracia a la maltrecha economía y situación de las familias españolas.
Si a esto le sumamos el 10 por ciento de votos de la formación de derechas populista de Rosa Díez –defensora del rescate europeo, un Gobierno de concentración y tecnocrático y que nada mejor que nadie en las aguas de la antipolítica- lo que nos queda es susto, muerte o un ejercicio de inteligencia y apertura de IU.
Por su parte, el 15 por ciento de la coalición de izquierdas es insuficiente para gobernar. La izquierda sigue muy fraccionada y presa de los dogmas que la hacen inútil. Dentro del 27 por ciento de votos restantes, que no se asignan a PP, PSOE, IU o UPyD, está la mayoría social y electoral necesaria para sustituir a los socialistas y aspirar a ganar las próximas elecciones generales. Es posible derrotar a la derecha, sustituir al PSOE y renovar a la izquierda.
Además de posible, es urgente, necesario y una cuestión vital si queremos reformar la Constitución, garantizar el Estado del Bienestar, cambiar el modelo productivo ladrillista por la economía productiva y modificar la ley electoral que haga legal la voluntad real de los electores. Ahora o nunca.
En junio de 2014, la izquierda española y europea tienen la primera oportunidad para ensayar una amplia coalición en los Estados y en el conjunto de la Unión Europea. Europa no es el problema, el problema es esta Europa. Por lo que en los comicios europeos próximos, la Europa social y democrática tiene que lograr vencer a la Europa de los mercados representada por golpistas llamados tecnócratas. Para ello, todas las fuerzas de izquierdas del Estado español deberían concurrir juntas en sintonía con la izquierda continental.
Además de un programa electoral de transición, la izquierda coaligada debe nacer desde la radicalidad democrática y siendo consciente de que la actual España no es la de 1936. Modernidad, honestidad, radicalidad democrática, inteligencia, aperturismo, vocación de mayoría y sin dogmas, éstas son las bases sobre las que IU debe liderar un gran frente que incluya a ecologistas, a la izquierda territorial y a los movimientos sociales que están haciéndole oposición al PP y mostrando una punto de luz en el túnel de la desesperanza.
Los partidos políticos deben estar para cuando se les espera. Son estructuras de utilidad pública y una herramienta para convertir los anhelos sociales en políticas públicas. La gente grita en las plazas la necesidad de la unidad de la izquierda y ésta la tendrá que liderar IU, la fuerza mayoritaria de la izquierda no socialdemócrata. Sin sectarismos, sin invitados, en pie de igualdad y desde la democracia directa para elegir candidatos y hasta para conformar el programa político.
Ha llegado el momento. La izquierda tiene la obligación ética y política de demostrar que aspira a la hegemonía electoral y que sabe hacer algo más que ir detrás de una pancarta. Resistir es insuficiente cuando los comedores sociales están llenos de desheredados de la bancocracia, cuando la gente duerme en la calle enfrente de casas vacías y cuando se está traspasando el dinero de las familias a los bolsillos de los causantes de la crisis.
La pelota está en el tejado de IU, para poner fin a tanta infamia, frenar el dolor social y levantar las bases de la salida de la crisis. Las alternativas a la inmovilidad no nos las podemos permitir. Susto, muerte o inteligencia de la izquierda.
RAÚL SOLÍS