En el año 2005, España daba un salto importante en el avance hacia la libertad de las personas por el reconocimiento concreto que se hacía en el derecho a no ser discriminadas por orientación sexual. La razón estaba en que nos encontramos en el tercer país del mundo, tras Holanda y Bélgica, que reconocía el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Este reconocimiento, cuestionado por los sectores reaccionarios, como siempre sucede, era aceptado por una clara mayoría de la población española, lo que suponía un grado de madurez y un respeto loables a las diferencias.
Posteriormente, secundarían esta aprobación países tan dispares como son Canadá, Sudáfrica, Portugal o Argentina, hasta un total de diez. A ellos habría que sumar que seis jurisdicciones de Estados Unidos lo tienen reconocido, así como la capital de Méjico.
El reconocimiento del matrimonio homosexual implicaba el derecho a la adopción, tal como está establecido para las familias heterosexuales. Y, claro, los de reproducción asistida, de manera similar a cómo estuvieran reconocidos en las leyes de cada país.
Desde entonces, miles de parejas masculinas y femeninas se han acogido a la nueva legislación, de modo que se han configurado nuevas formas de familias, dentro de la diversidad existente, puesto que, por ejemplo, una mujer o un hombre solteros podían acogerse a la adopción, con lo que formarían lo que entendemos por "familias monoparentales".
Así pues, las familias homoparentales son ya una realidad que hay que aceptar y respetar, de manera que los hijos o hijas que tuvieran deben ser acogidos e integrados en la sociedad y la comunidad en las que vivan de modo similar al resto de los niños y niñas.
Los datos cuantitativos de estas nuevas familias son relativamente fáciles de obtener: basta con pinchar en un buscador de Internet para que nos den algunos datos que han aparecido en los medios de comunicación.
Sin embargo, las investigaciones cualitativas son más difíciles de llevar a cabo, pues suponen entrar en el ámbito de la privacidad, hecho que no todo el mundo está dispuesto a permitir, pues es fácil caer en el sensacionalismo, tan habitual en muchos medios de comunicación.
De este modo, hay preguntas que todo el mundo pudiera hacerse ante esta nueva realidad, y lo más habitual es que, sin saber lo que verdaderamente sucede, se responda con los prejuicios establecidos. Por ejemplo, interrogantes del tipo: ¿cómo viven esos niños o niñas en el seno de las familias homoparentales? ¿Desarrollan una vida similar al resto de los otros niños? ¿Sufren algún trauma, tal como preconizan los sectores más reaccionarios de la sociedad o, por el contrario, pueden ser también felices?
Por mi parte, por las investigaciones que llevo a cabo en el mundo infantil y adolescente a través de los dibujos, puedo avanzar ciertos resultados, ya que he recogido algunas representaciones gráficas de niños y niñas que viven en familias homoparentales y en las que nos muestran su desarrollo afectivo y emocional.
Para que conozcamos de manera palpable esta nueva realidad, presento en este caso dos dibujos de niñas de 4 y 5 años en los que nos muestran cómo viven en el seno de sus familias.
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El primero pertenece a Lucía (nombre cambiado) de una niña de cuatro años. La pequeña, al pedírseles en clase que realizaran un dibujo de la familia, realizó esta lámina en la que aparecen, con el número 1 y 2, sus dos madres, a las que había puesto, encima de sus cabezas, sus nombres, y que para mantener la privacidad los he borrado. En tercer lugar se encuentra la propia autora y, finalmente, su futura hermana María (nombre cambiado), producto de la adopción que están llevando sus madres.
Como puede apreciarse, las cuatro figuras se muestran alegres. La pequeña autora las ha trazado con las mismas formas, las mismas flores en sus vestidos y los mismos colores, lo que es indicio de la identificación que siente que se produce en el grupo familiar.
Si observamos, la única diferencia que establece la lleva a cabo en el rostro de su futura hermana, ya que es de raza negra, y que ella conoce por las fotografías que le han mostrado, pero que la integra como una más.
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El segundo dibujo corresponde a Marina (nombre cambiado), que tiene 5 años. En este caso, la pequeña numeró cada una de las figuras que iba trazando, tal como se les sugirió en clase, al tiempo que escribía por encima de ellas cuál era dentro de la familia. En este caso, ella es hija única. Acude a integrar también a su abuela, ya que la considera parte de la familia por el cariño que le tiene a la pequeña.
De modo similar al anterior, la niña establece una identificación entre las cuatro a través de un trazado similar en el color del pelo y la vestimenta que llevan. Como detalle, aunque de manera involuntaria, puesto que no es consciente del significado del dibujo que realiza, nos hace ver que es dichosa tanto por la sonrisa que dibuja, como por el color alegre que incorpora y, especialmente, por el hecho de que se encuentren cogidas de las manos.
Aunque en este trabajo solo he presentado dos dibujos, considero que nos pueden servir de ejemplo de estas nuevas familias. Por otro lado, creo que es la primera vez que se hace una publicación de este tipo, por lo que considero que las páginas de este diario digital son pioneras en dar difusión a esta investigación que iré profundizando con el paso del tiempo.
Con este breve artículo, lo que pretendo es hacer ver que ambas niñas son dichosas, que han sido bien acogidas, no solo en el núcleo familiar en el que se desarrollan, sino también en el escolar, puesto que sus profesoras conocían, lógicamente, sus realidades familiares y las tratan con el mismo cariño y respeto que al resto de los escolares que tienen en sus aulas.
Así pues, en medio de tanta noticia adversa, en medio de tanto ataque a la libertad como ahora estamos viendo, hay gente que está dispuesta a llevar adelante estas conquistas sociales. Creo que es una satisfacción saber que, en este caso, estas niñas son respaldadas por docentes respetuosas, por lo que, paso a paso, se afianzan en la realidad cotidiana estas conquistas, estos espacios de libertad, que son tan difíciles de lograr.
Si lo desea, puede compartir este contenido: Posteriormente, secundarían esta aprobación países tan dispares como son Canadá, Sudáfrica, Portugal o Argentina, hasta un total de diez. A ellos habría que sumar que seis jurisdicciones de Estados Unidos lo tienen reconocido, así como la capital de Méjico.
El reconocimiento del matrimonio homosexual implicaba el derecho a la adopción, tal como está establecido para las familias heterosexuales. Y, claro, los de reproducción asistida, de manera similar a cómo estuvieran reconocidos en las leyes de cada país.
Desde entonces, miles de parejas masculinas y femeninas se han acogido a la nueva legislación, de modo que se han configurado nuevas formas de familias, dentro de la diversidad existente, puesto que, por ejemplo, una mujer o un hombre solteros podían acogerse a la adopción, con lo que formarían lo que entendemos por "familias monoparentales".
Así pues, las familias homoparentales son ya una realidad que hay que aceptar y respetar, de manera que los hijos o hijas que tuvieran deben ser acogidos e integrados en la sociedad y la comunidad en las que vivan de modo similar al resto de los niños y niñas.
Los datos cuantitativos de estas nuevas familias son relativamente fáciles de obtener: basta con pinchar en un buscador de Internet para que nos den algunos datos que han aparecido en los medios de comunicación.
Sin embargo, las investigaciones cualitativas son más difíciles de llevar a cabo, pues suponen entrar en el ámbito de la privacidad, hecho que no todo el mundo está dispuesto a permitir, pues es fácil caer en el sensacionalismo, tan habitual en muchos medios de comunicación.
De este modo, hay preguntas que todo el mundo pudiera hacerse ante esta nueva realidad, y lo más habitual es que, sin saber lo que verdaderamente sucede, se responda con los prejuicios establecidos. Por ejemplo, interrogantes del tipo: ¿cómo viven esos niños o niñas en el seno de las familias homoparentales? ¿Desarrollan una vida similar al resto de los otros niños? ¿Sufren algún trauma, tal como preconizan los sectores más reaccionarios de la sociedad o, por el contrario, pueden ser también felices?
Por mi parte, por las investigaciones que llevo a cabo en el mundo infantil y adolescente a través de los dibujos, puedo avanzar ciertos resultados, ya que he recogido algunas representaciones gráficas de niños y niñas que viven en familias homoparentales y en las que nos muestran su desarrollo afectivo y emocional.
Para que conozcamos de manera palpable esta nueva realidad, presento en este caso dos dibujos de niñas de 4 y 5 años en los que nos muestran cómo viven en el seno de sus familias.
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El primero pertenece a Lucía (nombre cambiado) de una niña de cuatro años. La pequeña, al pedírseles en clase que realizaran un dibujo de la familia, realizó esta lámina en la que aparecen, con el número 1 y 2, sus dos madres, a las que había puesto, encima de sus cabezas, sus nombres, y que para mantener la privacidad los he borrado. En tercer lugar se encuentra la propia autora y, finalmente, su futura hermana María (nombre cambiado), producto de la adopción que están llevando sus madres.
Como puede apreciarse, las cuatro figuras se muestran alegres. La pequeña autora las ha trazado con las mismas formas, las mismas flores en sus vestidos y los mismos colores, lo que es indicio de la identificación que siente que se produce en el grupo familiar.
Si observamos, la única diferencia que establece la lleva a cabo en el rostro de su futura hermana, ya que es de raza negra, y que ella conoce por las fotografías que le han mostrado, pero que la integra como una más.
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El segundo dibujo corresponde a Marina (nombre cambiado), que tiene 5 años. En este caso, la pequeña numeró cada una de las figuras que iba trazando, tal como se les sugirió en clase, al tiempo que escribía por encima de ellas cuál era dentro de la familia. En este caso, ella es hija única. Acude a integrar también a su abuela, ya que la considera parte de la familia por el cariño que le tiene a la pequeña.
De modo similar al anterior, la niña establece una identificación entre las cuatro a través de un trazado similar en el color del pelo y la vestimenta que llevan. Como detalle, aunque de manera involuntaria, puesto que no es consciente del significado del dibujo que realiza, nos hace ver que es dichosa tanto por la sonrisa que dibuja, como por el color alegre que incorpora y, especialmente, por el hecho de que se encuentren cogidas de las manos.
Aunque en este trabajo solo he presentado dos dibujos, considero que nos pueden servir de ejemplo de estas nuevas familias. Por otro lado, creo que es la primera vez que se hace una publicación de este tipo, por lo que considero que las páginas de este diario digital son pioneras en dar difusión a esta investigación que iré profundizando con el paso del tiempo.
Con este breve artículo, lo que pretendo es hacer ver que ambas niñas son dichosas, que han sido bien acogidas, no solo en el núcleo familiar en el que se desarrollan, sino también en el escolar, puesto que sus profesoras conocían, lógicamente, sus realidades familiares y las tratan con el mismo cariño y respeto que al resto de los escolares que tienen en sus aulas.
Así pues, en medio de tanta noticia adversa, en medio de tanto ataque a la libertad como ahora estamos viendo, hay gente que está dispuesta a llevar adelante estas conquistas sociales. Creo que es una satisfacción saber que, en este caso, estas niñas son respaldadas por docentes respetuosas, por lo que, paso a paso, se afianzan en la realidad cotidiana estas conquistas, estos espacios de libertad, que son tan difíciles de lograr.
AURELIANO SÁINZ