El “desahuciado” continua teniendo las llaves del piso. Rubalcaba lleva dos años pareciendo o haciendo parecer que su desalojo es inminente pero cada vez que llega una supuesta “ejecución” consigue un aplazamiento. El último lo ha logrado este fin de semana y le supone que tiene garantizado permanecer en la casa-PSOE hasta noviembre. Y entonces veremos.
Al actual secretario general del PSOE le han escrito el epitafio casi tantas veces como le han escrito el óbito a Rajoy, pero ahí los tienen a ambos y esperen que no los tengamos a los dos encabezando los carteles del 2015.
Dudar en cualquiera de los casos de su aguante y capacidad de supervivencia supone el más obvio de los errores. Tanto de sus rivales como de sus compañeros de partido que, bien sabido es, es donde acecha el mayor de los peligros. En estos momentos, más por el lado del socialista.
Posiblemente nadie, ni siquiera sus más próximos, y quizás con la excepción de él mismo podía suponer tras el desastre electoral último y la enconada división interna, que don Alfredo estaría hoy donde se encuentra. Y hasta con alguna leve, o no tan leve, posibilidad de éxito.
Es evidente –y él mismo lo ha dicho- que las elecciones generales tienen para su destino una importancia que no tienen para nadie y que en ellas se juega más que ninguno. Solo le vale el triunfo y más en estas horas del PP con tantos flancos en carne viva y los tiros añadidos en el pie que ellos mismos se propinan, como la desdichada ley del Aborto.
Pero el triunfo, aunque sea mínimo y perdiendo a chorros votos por su costado izquierdo, sí puede servirle. Esa es la razón de peso interno que le ha llevado al calendario de esas primarias que pueden salir por cualquier lado, incluso bueno, y hasta acabar, también es posible, como el rosario de la aurora.
Es muy posible que haya de todo y para todos los gustos. Porque a las nacionales hay que unir la municipales y autonómicas y si lo imprevisible en las primeras es una opción a tener en cuenta, en las segundas y terceras se van a liar más de cuatro sanquintines a modo o manera.
En esos vericuetos, sin embargo, nadie se mueve con mayor destreza que Rubalcaba, que de entrada ya le ha ganado a Chacón, autoexiliada para evitar mojaduras como la que empapa a su PSC, una nueva batalla: la del reglamento, que ya decía el viejo Romanones que era lo que importaba. Y se ha notado. ¡Vaya que sí! Menudo enfado ha pillado su gran valedor mediático, Pedro J. Ramírez.
Pero los demás, incluso los que se supone van tras ella o hasta aspiran a ir delante, se han callado y el único que ha cantado ha sido José Maria Barreda, ejemplo de los ejemplos en cuanto a políticos “Santa Compaña”. De esta manera, porque su oposición ha sido abstenerse. Los demás se han puesto a hacer cálculos y prospectivas: "si sucede esto, haré aquello" y "si sucede aquello, haré esto". Y, dependiendo, "me alinearé con aquellos o con estos".
En este sentido es de nota –y no digo que mala- lo de García Page, quien ha pedido y conseguido que sus primarias no vayan con los otros autonómicos sino después de las nacionales. Eso le permite, se supone, seguir jugando a dos barajas o aparentarlo al menos.
Y, la verdad, no es que tenga mucha competencia en Castilla-La Mancha por la nominación y hasta extraña que habiendo incluso pedido elecciones anticipadas no diga a las claras a lo que va y para lo que se propone. Pero él, como casi todos, están a la espera y en depende. Y luego llaman a Rajoy "gallego".
Pues cuidado todos porque aquí el que está moviendo mejor que nadie sus hilos y poderes es el que presumen desahuciado. Rubalcaba es el único que tiene su hoja personal trazada y quien depende de sí mismo. De sus resultados, vamos.
Los demás de lo que dependen es de lo que haga Rubalcaba. Y los unos como aliados o como alternativa y los otros como competidores han de quedarse más bien silentes y en prevengan. No sea que al final los que se queden fuera del piso sean los que llevan dos años echándole.
Al actual secretario general del PSOE le han escrito el epitafio casi tantas veces como le han escrito el óbito a Rajoy, pero ahí los tienen a ambos y esperen que no los tengamos a los dos encabezando los carteles del 2015.
Dudar en cualquiera de los casos de su aguante y capacidad de supervivencia supone el más obvio de los errores. Tanto de sus rivales como de sus compañeros de partido que, bien sabido es, es donde acecha el mayor de los peligros. En estos momentos, más por el lado del socialista.
Posiblemente nadie, ni siquiera sus más próximos, y quizás con la excepción de él mismo podía suponer tras el desastre electoral último y la enconada división interna, que don Alfredo estaría hoy donde se encuentra. Y hasta con alguna leve, o no tan leve, posibilidad de éxito.
Es evidente –y él mismo lo ha dicho- que las elecciones generales tienen para su destino una importancia que no tienen para nadie y que en ellas se juega más que ninguno. Solo le vale el triunfo y más en estas horas del PP con tantos flancos en carne viva y los tiros añadidos en el pie que ellos mismos se propinan, como la desdichada ley del Aborto.
Pero el triunfo, aunque sea mínimo y perdiendo a chorros votos por su costado izquierdo, sí puede servirle. Esa es la razón de peso interno que le ha llevado al calendario de esas primarias que pueden salir por cualquier lado, incluso bueno, y hasta acabar, también es posible, como el rosario de la aurora.
Es muy posible que haya de todo y para todos los gustos. Porque a las nacionales hay que unir la municipales y autonómicas y si lo imprevisible en las primeras es una opción a tener en cuenta, en las segundas y terceras se van a liar más de cuatro sanquintines a modo o manera.
En esos vericuetos, sin embargo, nadie se mueve con mayor destreza que Rubalcaba, que de entrada ya le ha ganado a Chacón, autoexiliada para evitar mojaduras como la que empapa a su PSC, una nueva batalla: la del reglamento, que ya decía el viejo Romanones que era lo que importaba. Y se ha notado. ¡Vaya que sí! Menudo enfado ha pillado su gran valedor mediático, Pedro J. Ramírez.
Pero los demás, incluso los que se supone van tras ella o hasta aspiran a ir delante, se han callado y el único que ha cantado ha sido José Maria Barreda, ejemplo de los ejemplos en cuanto a políticos “Santa Compaña”. De esta manera, porque su oposición ha sido abstenerse. Los demás se han puesto a hacer cálculos y prospectivas: "si sucede esto, haré aquello" y "si sucede aquello, haré esto". Y, dependiendo, "me alinearé con aquellos o con estos".
En este sentido es de nota –y no digo que mala- lo de García Page, quien ha pedido y conseguido que sus primarias no vayan con los otros autonómicos sino después de las nacionales. Eso le permite, se supone, seguir jugando a dos barajas o aparentarlo al menos.
Y, la verdad, no es que tenga mucha competencia en Castilla-La Mancha por la nominación y hasta extraña que habiendo incluso pedido elecciones anticipadas no diga a las claras a lo que va y para lo que se propone. Pero él, como casi todos, están a la espera y en depende. Y luego llaman a Rajoy "gallego".
Pues cuidado todos porque aquí el que está moviendo mejor que nadie sus hilos y poderes es el que presumen desahuciado. Rubalcaba es el único que tiene su hoja personal trazada y quien depende de sí mismo. De sus resultados, vamos.
Los demás de lo que dependen es de lo que haga Rubalcaba. Y los unos como aliados o como alternativa y los otros como competidores han de quedarse más bien silentes y en prevengan. No sea que al final los que se queden fuera del piso sean los que llevan dos años echándole.
ANTONIO PÉREZ HENARES