Hace dos semanas, haciendo limpieza en la pequeña biblioteca que tenía mi padre, hice acopio de libros para donar a la biblioteca pública. No veo mejor destino para que, de esta forma, otras personas los puedan disfrutar. Otros ejemplares pasaron a formar parte de mi colección y sus viejas novelas del oeste, que tanto les gustaban, se han quedado en su sitio.
Entre los tesoros que he conservado apareció el libro que esta semana os recomiendo, comprado en el Círculo de Lectores, del que yo no tenía conciencia de su existencia. La magia no sólo se esconde dentro de las historias inventadas, también forma parte de la misma vida de los escritos. A mí me parece mágico la forma en que algunas novelas se van cruzando en mi vida.
Además, se da la circunstancia de que yo quería leer a Antonio Muñoz Molina, no sólo por haber recibido el Premio Príncipe de Asturias, sino porque buenos lectores me lo habían recomendado. Y ahí escondida estaba esta novela suya, cerca de mí, esperándome, hasta que la semana pasada abrí su primera página.
Comparto con este escritor el haberme criado en un pueblo de Jaén hasta los 15 años, y el haber ido con mis padres a su bonito pueblo, Úbeda, en numerosas ocasiones para comprar zapatos, como mucha gente de la provincia.
La famosa zapatería a la que todos íbamos sigue existiendo. Os comento esto porque la lectura de En ausencia de Blanca me ha hecho sonreír en numerosas ocasiones ante expresiones conocidas –como “ponerse novio”- y el provenir de una familia rural como la del protagonista.
Muñoz Molina profundiza en dos mundos que no llegan nunca a tocarse: los de los protagonistas, Mario y Blanca, y hace un perfil psicológico de los mismos que, desde mi punto de vista, es totalmente acertado.
Supongo que muchos empatizaremos más con Mario, hijo de una familia trabajadora, que valora el esfuerzo, que busca la estabilidad –es funcionario- y que desea una vida organizada. Sus orígenes humildes hacen que su autoestima sea escasa, viendo a las personas de nivel económico más alto, como Blanca –hija de una familia pudiente y con acceso a la mejor formación-, como seres superiores a los que admirar, aunque no posean nada digno de admiración.
Es curioso observar cómo los seres humanos no hemos evolucionado y seguimos viendo a los que poseen más bienes materiales como gente brillante y con vidas estupendas. Blanca es la típica niña rica que se puede permitir no saber qué hacer con su vida; trata a toda costa de ser diferente porque, seguramente, recibió poco cariño por parte de sus progenitores.
Y como si se tratara de dos conjuntos, un día Mario y Blanca se tocan, pero no llegan a converger, o quizás sí. Quizás la impostora que ha suplantado a Blanca esté creada para que sus vidas converjan. Me ha encantado esta forma de crear un mundo irreal dentro del real, que nos deja con la duda de si estamos ante una ensoñación o si es que ella ha cambiado para desasosiego de Mario.
La fotografía de la sociedad española de los años ochenta me ha hecho reír, porque yo viví esa época en plena pubertad. Encuentro que, sin llegar a ser irónico, Muñoz Molina retrata perfectamente cómo se movía el arte y el “ser moderno” en esos locos años.
Las ayudas públicas, la adoración por “obras artísticas” que no dejaban de ser el producto de algún mal viaje de anfetaminas y el cambio perverso de mucha gente, que pasó de ser alternativa a caer en el aburguesamiento más rancio.
Sin duda, estamos ante un gran libro, de una profundidad enorme, que retrata estereotipos que desgraciadamente siguen existiendo. Y para volver a esos años, que yo disfruté tanto sin tomar ninguna droga, saquemos el disco de vinilo, pongámoslo en el tocadiscos y que Los secretos canten Sobre un vidrio mojado.
Ficha literaria
Título: En ausencia de Blanca.
Autor: Antonio Muñoz Molina.
Género: Novela.
Título original: En ausencia de Blanca.
Fecha de publicación: 2001.
Editorial: Seix Barral.
ISBN: 978-84-32250538.
Entre los tesoros que he conservado apareció el libro que esta semana os recomiendo, comprado en el Círculo de Lectores, del que yo no tenía conciencia de su existencia. La magia no sólo se esconde dentro de las historias inventadas, también forma parte de la misma vida de los escritos. A mí me parece mágico la forma en que algunas novelas se van cruzando en mi vida.
Además, se da la circunstancia de que yo quería leer a Antonio Muñoz Molina, no sólo por haber recibido el Premio Príncipe de Asturias, sino porque buenos lectores me lo habían recomendado. Y ahí escondida estaba esta novela suya, cerca de mí, esperándome, hasta que la semana pasada abrí su primera página.
Comparto con este escritor el haberme criado en un pueblo de Jaén hasta los 15 años, y el haber ido con mis padres a su bonito pueblo, Úbeda, en numerosas ocasiones para comprar zapatos, como mucha gente de la provincia.
La famosa zapatería a la que todos íbamos sigue existiendo. Os comento esto porque la lectura de En ausencia de Blanca me ha hecho sonreír en numerosas ocasiones ante expresiones conocidas –como “ponerse novio”- y el provenir de una familia rural como la del protagonista.
Muñoz Molina profundiza en dos mundos que no llegan nunca a tocarse: los de los protagonistas, Mario y Blanca, y hace un perfil psicológico de los mismos que, desde mi punto de vista, es totalmente acertado.
Supongo que muchos empatizaremos más con Mario, hijo de una familia trabajadora, que valora el esfuerzo, que busca la estabilidad –es funcionario- y que desea una vida organizada. Sus orígenes humildes hacen que su autoestima sea escasa, viendo a las personas de nivel económico más alto, como Blanca –hija de una familia pudiente y con acceso a la mejor formación-, como seres superiores a los que admirar, aunque no posean nada digno de admiración.
Es curioso observar cómo los seres humanos no hemos evolucionado y seguimos viendo a los que poseen más bienes materiales como gente brillante y con vidas estupendas. Blanca es la típica niña rica que se puede permitir no saber qué hacer con su vida; trata a toda costa de ser diferente porque, seguramente, recibió poco cariño por parte de sus progenitores.
Y como si se tratara de dos conjuntos, un día Mario y Blanca se tocan, pero no llegan a converger, o quizás sí. Quizás la impostora que ha suplantado a Blanca esté creada para que sus vidas converjan. Me ha encantado esta forma de crear un mundo irreal dentro del real, que nos deja con la duda de si estamos ante una ensoñación o si es que ella ha cambiado para desasosiego de Mario.
La fotografía de la sociedad española de los años ochenta me ha hecho reír, porque yo viví esa época en plena pubertad. Encuentro que, sin llegar a ser irónico, Muñoz Molina retrata perfectamente cómo se movía el arte y el “ser moderno” en esos locos años.
Las ayudas públicas, la adoración por “obras artísticas” que no dejaban de ser el producto de algún mal viaje de anfetaminas y el cambio perverso de mucha gente, que pasó de ser alternativa a caer en el aburguesamiento más rancio.
Sin duda, estamos ante un gran libro, de una profundidad enorme, que retrata estereotipos que desgraciadamente siguen existiendo. Y para volver a esos años, que yo disfruté tanto sin tomar ninguna droga, saquemos el disco de vinilo, pongámoslo en el tocadiscos y que Los secretos canten Sobre un vidrio mojado.
Ficha literaria
Título: En ausencia de Blanca.
Autor: Antonio Muñoz Molina.
Género: Novela.
Título original: En ausencia de Blanca.
Fecha de publicación: 2001.
Editorial: Seix Barral.
ISBN: 978-84-32250538.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ / REDACCIÓN