La sexta me pilló en la ópera y, al acabar, me enteré con sorpresa que la habiamos ganado, pues nadie daba un duro por el triunfo. La octaba la vi en directo en Paris, 3-0 al Valencia. El triunfo de la novena lo supe por el piloto de un avión que me traía para España y por los fuegos artificiales que subían hacia el cielo cuando aterrizábamos en Madrid. Ésta me pilló en el monte y el Mowgli ladró a los cohetes que sonaban desde un pueblo cercano.
Fue un gran partido. Un gran Madrid y un gran Atletico. Grandes aficiones y esa lección atlética –es más dificil saber perder-, esperando a que el rival recogiera el trofeo en el campo después de la crueldad de su derrota.
El empate cuando ya se cumplía el tiempo, como hace 40 años, los hundió. Agotados, fue excesivo el castigo del 4-1. Hermoso gesto de los jugadores del Madrid hacia sus rivales formándoles un pasillo de respeto al ir a recoger su medalla.
El deporte español, los dos equipos de Madrid y sus aficiones, han dado una lección que ha visto España y el mundo entero. Muchos cientos de millones de personas en todo el planeta vieron la final de la Champions.
El sábado por la mañana había escrito que deseaba que ganara el Madrid, pero que con quien menos me doleria la derrota sería contra el Atlético. Han hecho un maravillosa campaña. Han ganado la Liga tras vencer en los duelos directos a Madrid y Barcelona y llegaba a esta final tras haber dejado en la cuneta al Barça y al Chelsea de Mourinho.
El Madrid, por su parte, había ganado ya la Copa del Rey tras eliminar al Atlético y derrotar al Barça en la final. Para llegar hasta Lisboa había derrotado a toda Alemania, eliminando a sus tres mejores equipos: el último, y de manera aplastante, al hasta entonces parecía que imbatible Bayern de Guardiola.
O sea que lo de Lisboa desempata en trofeos. Aunque a Madrid y Atlético les queda uno aún por disputar: la Supercopa, al inicio de la temporada. La de Europa la disputará el Madrid con el Sevilla. Pero, sin duda, el Gordo de la Lotería era conseguir la Décima o la Primera. Y se sabía que tocaba en Madrid, pero cayó en la Cibeles.
Fue un gran partido. Un gran Madrid y un gran Atletico. Grandes aficiones y esa lección atlética –es más dificil saber perder-, esperando a que el rival recogiera el trofeo en el campo después de la crueldad de su derrota.
El empate cuando ya se cumplía el tiempo, como hace 40 años, los hundió. Agotados, fue excesivo el castigo del 4-1. Hermoso gesto de los jugadores del Madrid hacia sus rivales formándoles un pasillo de respeto al ir a recoger su medalla.
El deporte español, los dos equipos de Madrid y sus aficiones, han dado una lección que ha visto España y el mundo entero. Muchos cientos de millones de personas en todo el planeta vieron la final de la Champions.
El sábado por la mañana había escrito que deseaba que ganara el Madrid, pero que con quien menos me doleria la derrota sería contra el Atlético. Han hecho un maravillosa campaña. Han ganado la Liga tras vencer en los duelos directos a Madrid y Barcelona y llegaba a esta final tras haber dejado en la cuneta al Barça y al Chelsea de Mourinho.
El Madrid, por su parte, había ganado ya la Copa del Rey tras eliminar al Atlético y derrotar al Barça en la final. Para llegar hasta Lisboa había derrotado a toda Alemania, eliminando a sus tres mejores equipos: el último, y de manera aplastante, al hasta entonces parecía que imbatible Bayern de Guardiola.
O sea que lo de Lisboa desempata en trofeos. Aunque a Madrid y Atlético les queda uno aún por disputar: la Supercopa, al inicio de la temporada. La de Europa la disputará el Madrid con el Sevilla. Pero, sin duda, el Gordo de la Lotería era conseguir la Décima o la Primera. Y se sabía que tocaba en Madrid, pero cayó en la Cibeles.
ANTONIO PÉREZ HENARES