Si hago un repaso del conjunto de los temas que he ido abordando en esta columna semanal aparece una ausencia clamorosa: la Arquitectura. La razón estriba en que tenía la impresión que si escribía sobre ello iban a ser pocos los lectores que seguirían esta temática, puesto que parece que este mundo es para los profesionales que trabajan en ella.
Pues bien, ha llegado el momento de abrir un pequeño espacio acerca de algo tan próximo a todos como son las casas, los edificios, los museos, los monumentos, los centros de distinta índole… con los que nos relacionamos cotidianamente, ya que todo ser humano habita en un espacio que acaba siendo algo así como su segunda piel.
¿Y por qué comienzo con el arquitecto italiano Renzo Piano? ¿Acaso no hay nombres españoles relevantes con los que iniciar esta sección? La respuesta es bien sencilla: recientemente se ha dado a conocer a los medios de comunicación que este arquitecto es el que ha sido elegido para realizar el proyecto del Centro que la Fundación Botín le ha encargado para la ciudad cántabra de Santander. Y por lo que podemos comprobar va a ser un edificio que dejará huella en esta ciudad.
Por otro lado, es la primera obra que Renzo Piano, Premio Pritzker de Arquitectura en 1998, va a realizar en nuestro país, y, a mi modo de ver, es una auténtica suerte contar con una obra suya.
Quisiera, previamente, apuntar que los premios Pritzker, considerados algo así como los premios Nobel en esta disciplina, comenzaron a concederse en 1979. El primero que lo ganó fue el estadounidense Philip Johnson, el mismo que años más tarde proyectaría esos dos edificios inclinados, denominados como Puerta de Europa, y que se encuentran en la Plaza de Castilla de Madrid.
De nuestro país, este premio solo lo ha recibido, en 1996, Rafael Moneo. Y si cito a este gran arquitecto español se debe a que recibir esta mención es un hecho verdaderamente excepcional, y todo ello a pesar de que en España hay magníficos arquitectos con reconocimiento internacional.
Dado que Renzo Piano, el arquitecto con el que comienzo esta serie, cuenta en la actualidad con 75 años (ya que nació en Génova en 1937), voy a centrarme solamente en cuatro edificios significativos de su extenso trabajo, empezando por una de sus obras más conocidas.
Todo aquel que visita París, inevitablemente acudirá a ver la Torre Eiffel, y quizás suba arriba para detenerse a contemplar las panorámicas que ofrece la ciudad. Pero he de apuntar que cuando su autor, el ingeniero Alexandre Gustave Eiffel, la proyectó para la Exposición Universal que habría de celebrarse en 1889, y comenzó a construirse, se convirtió en el centro de enormes polémicas, pues a muchos les parecía un verdadero atrevimiento que un monumento realizado totalmente con estructura metálica estuviera en el centro de la ciudad.
Lo mismo les aconteció a los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers cuando proyectaron el Centro de Arte Contemporáneo Georges Pompidou, y se comenzó en 1971, ya que utilizaban materiales muy actuales y un diseño que respondía más a una arquitectura industrial que a la visión que se tiene de un museo artístico. Pues bien, con el paso del tiempo, ambas construcciones se han convertido en grandes símbolos de la capital francesa, siendo visitados por miles de personas todos los años.
Si viajamos a Belín, la actual capital de Alemania, descubriremos una magnífica ciudad, quizá la que contenga la muestra de arquitectura contemporánea más significativa de toda Europa. Y la razón proviene del hecho muy singular: la reunificación que se produjo entre la República Federal y la República Democrática Alemana. Ello dio lugar a que el muro que dividía la ciudad fuera derribado, dejando un enorme espacio libre en el centro urbano para poder ser construido.
Allí han proyectado edificios los grandes nombres de la arquitectura a nivel mundial. Y lógicamente no podía faltar Renzo Piano, que cuenta con magníficos edificios en la Plaza Postdam (Postdamer Platz, en alemán). En ese entorno, Rafael Moneo proyectó el hotel Grand Hyatt, un edificio de piedra roja que se diferencia claramente de los que se encuentran en su entorno.
Si nos desplazamos a Berna, la capital de Suiza, ese pequeño país en el corazón de Europa (pero que, curiosamente, no pertenece a la Unión Europea), podemos visitar la que para mí es la mejor obra de Renzo Piano: el Museo dedicado al pintor Paul Klee.
Está en las afueras de la ciudad. Lo visité con amigos suizos, a los que no les expresé la decepción que me produjo la obra de este pintor al verla directamente. Sin embargo, esas cubiertas onduladas del museo, que penetran en la tierra y van siguiendo las ondulaciones del paisaje, son de una gran imaginación y sutiliza digna de la mente creativa de un arquitecto genial.
Si uno se encuentra en la capital helvética, merece la pena acercarse para ver esta construcción y disfrutar de la belleza que ofrece este singular edificio, aunque debe ir preparado para entender que Paul Klee no alcanza, de ningún modo, la relevancia de los pintores españoles (aquí le ganamos por goleada a Suiza; en algo tenía que ser).
Cierro este pequeño periplo sobre Renzo Piano citando al Museo Nemo de Ámsterdam, que es el centro más relevante de Holanda en el ámbito de la Ciencia y la Tecnología. Está dedicado especialmente a la formación científica de niños y adolescentes. Es un edificio de cinco plantas, que llama la atención por la forma que tiene de barco, ya que se encuentra junto al mar. Por otro lado, sorprende el color verde azulado, con ciertas semejanzas a las aguas marinas, aunque inicialmente tuviera la tonalidad del cobre, que se ha ido transformado con el paso del tiempo.
Para finalizar, quisiera manifestar que admiro a gente como Renzo Piano que, a una edad en la que muchos se han retirado de toda actividad social, él se mantiene en plena capacidad creativa, ofreciéndonos verdaderas obras de arte dentro de la Arquitectura.
Pues bien, ha llegado el momento de abrir un pequeño espacio acerca de algo tan próximo a todos como son las casas, los edificios, los museos, los monumentos, los centros de distinta índole… con los que nos relacionamos cotidianamente, ya que todo ser humano habita en un espacio que acaba siendo algo así como su segunda piel.
¿Y por qué comienzo con el arquitecto italiano Renzo Piano? ¿Acaso no hay nombres españoles relevantes con los que iniciar esta sección? La respuesta es bien sencilla: recientemente se ha dado a conocer a los medios de comunicación que este arquitecto es el que ha sido elegido para realizar el proyecto del Centro que la Fundación Botín le ha encargado para la ciudad cántabra de Santander. Y por lo que podemos comprobar va a ser un edificio que dejará huella en esta ciudad.
Por otro lado, es la primera obra que Renzo Piano, Premio Pritzker de Arquitectura en 1998, va a realizar en nuestro país, y, a mi modo de ver, es una auténtica suerte contar con una obra suya.
Quisiera, previamente, apuntar que los premios Pritzker, considerados algo así como los premios Nobel en esta disciplina, comenzaron a concederse en 1979. El primero que lo ganó fue el estadounidense Philip Johnson, el mismo que años más tarde proyectaría esos dos edificios inclinados, denominados como Puerta de Europa, y que se encuentran en la Plaza de Castilla de Madrid.
De nuestro país, este premio solo lo ha recibido, en 1996, Rafael Moneo. Y si cito a este gran arquitecto español se debe a que recibir esta mención es un hecho verdaderamente excepcional, y todo ello a pesar de que en España hay magníficos arquitectos con reconocimiento internacional.
Dado que Renzo Piano, el arquitecto con el que comienzo esta serie, cuenta en la actualidad con 75 años (ya que nació en Génova en 1937), voy a centrarme solamente en cuatro edificios significativos de su extenso trabajo, empezando por una de sus obras más conocidas.
Todo aquel que visita París, inevitablemente acudirá a ver la Torre Eiffel, y quizás suba arriba para detenerse a contemplar las panorámicas que ofrece la ciudad. Pero he de apuntar que cuando su autor, el ingeniero Alexandre Gustave Eiffel, la proyectó para la Exposición Universal que habría de celebrarse en 1889, y comenzó a construirse, se convirtió en el centro de enormes polémicas, pues a muchos les parecía un verdadero atrevimiento que un monumento realizado totalmente con estructura metálica estuviera en el centro de la ciudad.
Lo mismo les aconteció a los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers cuando proyectaron el Centro de Arte Contemporáneo Georges Pompidou, y se comenzó en 1971, ya que utilizaban materiales muy actuales y un diseño que respondía más a una arquitectura industrial que a la visión que se tiene de un museo artístico. Pues bien, con el paso del tiempo, ambas construcciones se han convertido en grandes símbolos de la capital francesa, siendo visitados por miles de personas todos los años.
Si viajamos a Belín, la actual capital de Alemania, descubriremos una magnífica ciudad, quizá la que contenga la muestra de arquitectura contemporánea más significativa de toda Europa. Y la razón proviene del hecho muy singular: la reunificación que se produjo entre la República Federal y la República Democrática Alemana. Ello dio lugar a que el muro que dividía la ciudad fuera derribado, dejando un enorme espacio libre en el centro urbano para poder ser construido.
Allí han proyectado edificios los grandes nombres de la arquitectura a nivel mundial. Y lógicamente no podía faltar Renzo Piano, que cuenta con magníficos edificios en la Plaza Postdam (Postdamer Platz, en alemán). En ese entorno, Rafael Moneo proyectó el hotel Grand Hyatt, un edificio de piedra roja que se diferencia claramente de los que se encuentran en su entorno.
Si nos desplazamos a Berna, la capital de Suiza, ese pequeño país en el corazón de Europa (pero que, curiosamente, no pertenece a la Unión Europea), podemos visitar la que para mí es la mejor obra de Renzo Piano: el Museo dedicado al pintor Paul Klee.
Está en las afueras de la ciudad. Lo visité con amigos suizos, a los que no les expresé la decepción que me produjo la obra de este pintor al verla directamente. Sin embargo, esas cubiertas onduladas del museo, que penetran en la tierra y van siguiendo las ondulaciones del paisaje, son de una gran imaginación y sutiliza digna de la mente creativa de un arquitecto genial.
Si uno se encuentra en la capital helvética, merece la pena acercarse para ver esta construcción y disfrutar de la belleza que ofrece este singular edificio, aunque debe ir preparado para entender que Paul Klee no alcanza, de ningún modo, la relevancia de los pintores españoles (aquí le ganamos por goleada a Suiza; en algo tenía que ser).
Cierro este pequeño periplo sobre Renzo Piano citando al Museo Nemo de Ámsterdam, que es el centro más relevante de Holanda en el ámbito de la Ciencia y la Tecnología. Está dedicado especialmente a la formación científica de niños y adolescentes. Es un edificio de cinco plantas, que llama la atención por la forma que tiene de barco, ya que se encuentra junto al mar. Por otro lado, sorprende el color verde azulado, con ciertas semejanzas a las aguas marinas, aunque inicialmente tuviera la tonalidad del cobre, que se ha ido transformado con el paso del tiempo.
Para finalizar, quisiera manifestar que admiro a gente como Renzo Piano que, a una edad en la que muchos se han retirado de toda actividad social, él se mantiene en plena capacidad creativa, ofreciéndonos verdaderas obras de arte dentro de la Arquitectura.
AURELIANO SÁINZ
