El tiempo entre el fin de curso y la celebración de la Selectividad es corto y, además, se llega cansado. Pero hay que recordar que se trata de repasar materias, no de aprenderlas de nuevo. La Selectividad es una revalidación de lo trabajado durante el curso y lo único que añade nuevo es la necesidad de alcanzar una determinada calificación para entrar en la Facultad que me gusta. Para no improvisar habrá que someterse a un plan de trabajo.
Planificación para los 15 días previos
Es básico estudiar todos los días, incluidos sábado y domingo, ocho horas mínimo y con horario fijo para empezar y terminar. Planificar el tiempo disponible hasta el día “D”, que permita repasarlo todo. Hacer una planilla distribuyendo materias: a primera hora las más difíciles alternando con fáciles. Habría que estar al menos una hora y media por materia, con diez minutos de descanso. Para la tarde se pueden dejar las materias más fáciles y menos tediosas.
El lugar de trabajo debe ser silencioso, bien iluminado y ventilado. Un ambiente enrarecido calienta la cabeza y limita el rendimiento. Hay que prever momentos de descanso activo para alterar la rutina y despejarse. Y a la hora de estudiar, ¡a estudiar! Aburrimiento e imaginación son malas compañías.
Planificar las asignaturas según dificultad y necesidad debe permitir repasarlas todas. Conviene mantener una actitud positiva ante cada materia aunque la tenga atragantada. Algo positivo debe tener. ¡Búscalo! El estudio debe ser dinámico para lo que ayudará trabajar de forma activa usando papel y lápiz (S-E-R). ¡Fuera monotonía!
¡Ojo a los ladrones del tiempo! Hay que estudiar sin música, sin televisión ni ordenador –no te engañes diciendo que vas a consultar; es hora de repasar no de ampliar materia-. El móvil a-pa-ga-do, –ya guasapearás cuando termines-. ¡No estamos para nadie! En cada parón perdemos velocidad, o lo que es igual, perdemos concentración y capacidad de aprendizaje que repercute en la retención.
Actitud personal
Dormir al menos ocho horas. Estudiar cuando sea más cómodo y rentable –levantarse temprano o acostarse tarde, depende de cada cual-. Evitar comidas muy pesadas si luego he de estudiar. Es aconsejable no abusar de bebidas excitantes (café, coca-cola…) y sí beber agua para hidratarse.
Llegó el día “D”
Tener claro el lugar y hora del examen. Es conveniente llegar con tiempo pues darse un carrerón y una sudada, no beneficia. Ir provisto de material necesario como bolígrafos, lápiz, calculadora si está permitido…
Ya estamos sentados donde nos corresponde. Atención a las instrucciones que dan los examinadores, son especialistas de la materia que van a corregir e indican cómo hay que responder y qué no quieren que hagamos. Importante: copiar es correr un riesgo y una sobrecarga de nervios. ¡Tú mismo!
Realización del examen
Leer las preguntas para tener una visión de conjunto. Lanzarse a responder sin tener claro lo que preguntan es mala táctica. Se debe utilizar un lenguaje conciso y claro, con datos que demuestren conocimiento de la materia; “irse por las ramas” o divagar no beneficia en absoluto.
Para ser operativos, en cada prueba se aconseja distribuir el tiempo con relación a la puntuación de cada pregunta. Hacer un pre-esquema en sucio, puede ser útil y ayuda a centrarnos y calmarnos. Empezar por las cuestiones fáciles y que controlas vale para ir calentando motores pues la memoria trabaja desde el encadenamiento de datos. Si una pregunta se resiste déjala para más tarde.
Dejar espacio entre pregunta y pregunta, por si hay que añadir algo que se olvidó, suele dar resultado. ¡Ojo! Marea mucho al corrector indicarle que la pregunta “X” sigue en la página “Z”. Finalmente es útil y necesario hacer un esquema de la cuestión que no dio tiempo a terminar, pues con ello se indica que algo sabemos de la misma.
Una presentación clara, con orden y limpieza (tachar sólo con una raya por encima) facilita la corrección y predisposición del corrector. La limpieza favorece al alumno. Conviene cuidar la redacción y la ortografía al máximo. Es inaceptable escribir con abreviaturas tipo “sms”, porque no nos entenderán. Y como consejo final recomiendo repasar antes de entregar el examen. Esto debe ser posible si se ha planificado bien el tiempo disponible.
Atención a los suspendedores de pasillo que, antes de entrar, vaticinan qué tema va a salir. Nadie sabe qué van a preguntar. Huir de ellos para no ponerse nerviosos es la mejor estrategia. No está de más llevar un botellín de agua –de plástico no de cristal- para evitar la sequedad de boca.
Recomendaciones finales
El día anterior a las pruebas debe ser más relajado, evitando la intranquilidad del último minuto y el runruneo de que no me lo sé y voy a suspender. Sería aconsejable darse un paseo por el centro donde nos examinamos para hacer una inspección ocular previa del sitio, tiempo a tardar en llegar. La noche anterior hay que dormir todo lo que se pueda y más para evitar sueño, cansancio y nervios.
Estudiar en la biblioteca no es lo más eficaz porque nos exponemos a perder tiempo y contagiarnos de los agoreros a los que hay que mandar a freír espárragos. De todo lo dicho cada cual sabe o debe saber qué es lo que le conviene hacer.
Planificación para los 15 días previos
Es básico estudiar todos los días, incluidos sábado y domingo, ocho horas mínimo y con horario fijo para empezar y terminar. Planificar el tiempo disponible hasta el día “D”, que permita repasarlo todo. Hacer una planilla distribuyendo materias: a primera hora las más difíciles alternando con fáciles. Habría que estar al menos una hora y media por materia, con diez minutos de descanso. Para la tarde se pueden dejar las materias más fáciles y menos tediosas.
El lugar de trabajo debe ser silencioso, bien iluminado y ventilado. Un ambiente enrarecido calienta la cabeza y limita el rendimiento. Hay que prever momentos de descanso activo para alterar la rutina y despejarse. Y a la hora de estudiar, ¡a estudiar! Aburrimiento e imaginación son malas compañías.
Planificar las asignaturas según dificultad y necesidad debe permitir repasarlas todas. Conviene mantener una actitud positiva ante cada materia aunque la tenga atragantada. Algo positivo debe tener. ¡Búscalo! El estudio debe ser dinámico para lo que ayudará trabajar de forma activa usando papel y lápiz (S-E-R). ¡Fuera monotonía!
¡Ojo a los ladrones del tiempo! Hay que estudiar sin música, sin televisión ni ordenador –no te engañes diciendo que vas a consultar; es hora de repasar no de ampliar materia-. El móvil a-pa-ga-do, –ya guasapearás cuando termines-. ¡No estamos para nadie! En cada parón perdemos velocidad, o lo que es igual, perdemos concentración y capacidad de aprendizaje que repercute en la retención.
Actitud personal
Dormir al menos ocho horas. Estudiar cuando sea más cómodo y rentable –levantarse temprano o acostarse tarde, depende de cada cual-. Evitar comidas muy pesadas si luego he de estudiar. Es aconsejable no abusar de bebidas excitantes (café, coca-cola…) y sí beber agua para hidratarse.
Llegó el día “D”
Tener claro el lugar y hora del examen. Es conveniente llegar con tiempo pues darse un carrerón y una sudada, no beneficia. Ir provisto de material necesario como bolígrafos, lápiz, calculadora si está permitido…
Ya estamos sentados donde nos corresponde. Atención a las instrucciones que dan los examinadores, son especialistas de la materia que van a corregir e indican cómo hay que responder y qué no quieren que hagamos. Importante: copiar es correr un riesgo y una sobrecarga de nervios. ¡Tú mismo!
Realización del examen
Leer las preguntas para tener una visión de conjunto. Lanzarse a responder sin tener claro lo que preguntan es mala táctica. Se debe utilizar un lenguaje conciso y claro, con datos que demuestren conocimiento de la materia; “irse por las ramas” o divagar no beneficia en absoluto.
Para ser operativos, en cada prueba se aconseja distribuir el tiempo con relación a la puntuación de cada pregunta. Hacer un pre-esquema en sucio, puede ser útil y ayuda a centrarnos y calmarnos. Empezar por las cuestiones fáciles y que controlas vale para ir calentando motores pues la memoria trabaja desde el encadenamiento de datos. Si una pregunta se resiste déjala para más tarde.
Dejar espacio entre pregunta y pregunta, por si hay que añadir algo que se olvidó, suele dar resultado. ¡Ojo! Marea mucho al corrector indicarle que la pregunta “X” sigue en la página “Z”. Finalmente es útil y necesario hacer un esquema de la cuestión que no dio tiempo a terminar, pues con ello se indica que algo sabemos de la misma.
Una presentación clara, con orden y limpieza (tachar sólo con una raya por encima) facilita la corrección y predisposición del corrector. La limpieza favorece al alumno. Conviene cuidar la redacción y la ortografía al máximo. Es inaceptable escribir con abreviaturas tipo “sms”, porque no nos entenderán. Y como consejo final recomiendo repasar antes de entregar el examen. Esto debe ser posible si se ha planificado bien el tiempo disponible.
Atención a los suspendedores de pasillo que, antes de entrar, vaticinan qué tema va a salir. Nadie sabe qué van a preguntar. Huir de ellos para no ponerse nerviosos es la mejor estrategia. No está de más llevar un botellín de agua –de plástico no de cristal- para evitar la sequedad de boca.
Recomendaciones finales
El día anterior a las pruebas debe ser más relajado, evitando la intranquilidad del último minuto y el runruneo de que no me lo sé y voy a suspender. Sería aconsejable darse un paseo por el centro donde nos examinamos para hacer una inspección ocular previa del sitio, tiempo a tardar en llegar. La noche anterior hay que dormir todo lo que se pueda y más para evitar sueño, cansancio y nervios.
Estudiar en la biblioteca no es lo más eficaz porque nos exponemos a perder tiempo y contagiarnos de los agoreros a los que hay que mandar a freír espárragos. De todo lo dicho cada cual sabe o debe saber qué es lo que le conviene hacer.
PEPE CANTILLO