Los días avanzan casi sin poder uno percatarse. Tal es el transcurrir de nuestro sino, que sin comerlo ni beberlo, ya ha pasado más de una semana desde que se desarrollara la edición de este año de la mayor feria del videojuego, el E3.
Más que focalizar cada novedad presentada, que ya habréis conocido estos días previos, vamos a profundizar en el sabor que deja, en el poso que podemos encontrar en el fondo de la taza de la que hemos ido dando sorbos. Adelantar de antemano que la bebida degustada ha dejado con ganas de más por lo sabroso de su sabor.
Al margen de los stands de las diversas compañías que dispusieron sus productos, cinco han sido las firmas que han elaborado una conferencia de prensa: Microsoft, Sony, Nintendo (en formato vídeo), Electronic Arts y Ubisoft. Si bien ninguna ha defraudado –del todo-, la que menor interés ha levantado ha sido EA, con apenas un Sims 4 prometedor pero insuficiente para insuflarle vida al encuentro. La muestra de Mirror´s Edge se antojó escueta y tampoco ayudó a mejorar el asunto.
Microsoft sorprendió gratamente con una ausencia plena del carácter social del que hizo gala en la anterior ocasión, volcando todos sus esfuerzos en mostrar contenido que engrose el catálogo de su reciente Xbox One.
Algunos exclusivos como el desenfadado Sunset Overdrive o Scalebound, del que poco se mostró más allá de un interesante y prometedor tráiler, corroboraron que la compañía sigue luchando por ganarse el hueco definitivo en el mercado que ya Xbox 360 logró en una rotundidad a partes.
Los padres de Playstation no jugaron tan bien sus cartas. Sin decepcionar, e incluso mostrando algún que otro título interesante como No Man´s Sky o Mortal Kombat (sin pasar por alto la remasterización de Grim Fandango que tanto alegró a los usuarios del PC), no logró convencer a la gran parte de los usuarios ni de la prensa.
A ratos aburrida, tediosa en algún punto aislado donde no se sabía bien qué se estaba comentando –Powers, PS TV- Sony no mantuvo un ritmo propio y le pasó factura. No demasiado cara, ya que se pudo percibir que aprendieron del 2013, pero factura a fin de cuentas.
Ubisoft sorprendió esencialmente con dos nombres, porque el resto es fácilmente olvidable. Assasin´s Creed: Unity contextualizado en la Francia de 1789 en pleno estallido de la Revolución Francesa y el bello Valiant Hearts, que usa el mismo estilo visual que las últimas entregas de Rayman, se ganaron a pulso la estima de los asistentes. Al margen de la carismática Aisha Tyler, todo lo demás fue papel mojado.
Pero después de todo, la sorpresa de la ocasión fue para Nintendo. Cuando nadie confiaba en ella y quien aún se permitía ese lujo lo hacía bajo tela de juicio, se dignó a pegar el golpe en la mesa. Quizás hubiera estado bien uno más fuerte, rompedor, de los que dejan sin habla ni aliento, pero no es poco con lo que nos encontramos.
Dejando a un lado varias de las novedades dispuestas para Super Smash Bros. Wii U/3DS –Pacman fue un tanto para la Gran N-, se presentaron juegos que brillaron con luz propia. Yoshi´s Wooly World con su apariencia de tela era sencillamente precioso e Hyrule Warriors mostró parte de todo su potencial.
Pero cabe destacar sobre todo dos apariciones: el reencuentro del elfo Link con una consola de sobremesa y Splatoon, esa mezcla de shooter pictórico con pulpos donde fluye la creatividad por sí sola.
Luego nos enseñaron otros como Mario Maker o Devil´s Third que, sin ser tan resultones como los anteriores, afianzaron la confianza y las ganas de comerse el mundo que traía consigo la compañía.
Este E3 ha destilado un aire completamente diferente al del 2013. A pesar de las filtraciones de las que ya os hablábamos en el artículo anterior, ha habido cabida para sorpresas y para profundizar en algunas ocasiones sobre productos ya conocidos pero de los que sabíamos poco, como es el caso de los nuevos juguetes Amiibo.
Condensando lo mostrado en Los Ángeles este año, podemos sacar varias cosas en claro. La primera, que la generación anterior está muerta por completo. No es tan extraño en el caso de Xbox 360, pero sí que lo es mucho más si hablamos de PS3.
Sony se ha caracterizado por dar cierto apoyo a sus consolas antiguas algunos años después de que fueran relegadas. Ahí tenemos PS2, que hasta hace un par de años seguía recibiendo entregas. Pocas, pero no pidamos peras al olmo.
Sin embargo, la anterior Playstation ha sido relevada en su plenitud. Lo más triste es que las portátiles actuales, 3DS y PS Vita, hayan recibido un apoyo etéreo, efímero. La estereoscópica apenas recibirá las revisiones de Pokémon Rubí/Zafiro y Final Fantasy Explorers. Pero Vita a duras penas contará con versiones adaptadas de juegos ya lanzados para domésticas, como Child of Light o Minecraft.
Kinect ha pasado de ser un “must-have” de One a criar malvas en el Atlántico. Nadie ha vuelto a saber de él. Pero pasando ya al software en exclusiva, se ha percibido la ausencia de FF XV y Kingdom Hearts 3. Porque The Last Guardian ya sabíamos que reposaría en casa otro año más. También, ¿por qué no? Otra entrega de Golden Sun. Soñar es gratis, amiguitos.
Los géneros predominantes no parece que vayan a cambiar a corto-medio plazo. Han abundado los shooters que, dicho sea de paso, bien es cierto que algunos muestran nuevas temáticas, como es el caso de Battlefield: Hardline y un porcentaje importante de época medieval con Dragon Age: Inquisition o The Witcher 3, entre otros.
Aunque lo que más ha llamado la atención es la relevancia del sector indie –independiente- en la feria. En especial Microsoft con los magníficos Inside y Ori and the Blind Forest pero, en general, todas las compañías han reservado un rincón de sus stand y/o conferencias para hablar de estos juegos de bajo presupuesto y alta originalidad. Un aplauso para ellos. Pero uno solo, no vaya a ser que se emocionen.
En definitiva, ha sido algo así como lo que debería ser un E3: sorpresas, juegos interesantes y espectáculo. Algo como lo que era antaño y que se había ido perdiendo con los años… hasta ahora.
Más que focalizar cada novedad presentada, que ya habréis conocido estos días previos, vamos a profundizar en el sabor que deja, en el poso que podemos encontrar en el fondo de la taza de la que hemos ido dando sorbos. Adelantar de antemano que la bebida degustada ha dejado con ganas de más por lo sabroso de su sabor.
Al margen de los stands de las diversas compañías que dispusieron sus productos, cinco han sido las firmas que han elaborado una conferencia de prensa: Microsoft, Sony, Nintendo (en formato vídeo), Electronic Arts y Ubisoft. Si bien ninguna ha defraudado –del todo-, la que menor interés ha levantado ha sido EA, con apenas un Sims 4 prometedor pero insuficiente para insuflarle vida al encuentro. La muestra de Mirror´s Edge se antojó escueta y tampoco ayudó a mejorar el asunto.
Microsoft sorprendió gratamente con una ausencia plena del carácter social del que hizo gala en la anterior ocasión, volcando todos sus esfuerzos en mostrar contenido que engrose el catálogo de su reciente Xbox One.
Algunos exclusivos como el desenfadado Sunset Overdrive o Scalebound, del que poco se mostró más allá de un interesante y prometedor tráiler, corroboraron que la compañía sigue luchando por ganarse el hueco definitivo en el mercado que ya Xbox 360 logró en una rotundidad a partes.
Los padres de Playstation no jugaron tan bien sus cartas. Sin decepcionar, e incluso mostrando algún que otro título interesante como No Man´s Sky o Mortal Kombat (sin pasar por alto la remasterización de Grim Fandango que tanto alegró a los usuarios del PC), no logró convencer a la gran parte de los usuarios ni de la prensa.
A ratos aburrida, tediosa en algún punto aislado donde no se sabía bien qué se estaba comentando –Powers, PS TV- Sony no mantuvo un ritmo propio y le pasó factura. No demasiado cara, ya que se pudo percibir que aprendieron del 2013, pero factura a fin de cuentas.
Ubisoft sorprendió esencialmente con dos nombres, porque el resto es fácilmente olvidable. Assasin´s Creed: Unity contextualizado en la Francia de 1789 en pleno estallido de la Revolución Francesa y el bello Valiant Hearts, que usa el mismo estilo visual que las últimas entregas de Rayman, se ganaron a pulso la estima de los asistentes. Al margen de la carismática Aisha Tyler, todo lo demás fue papel mojado.
Pero después de todo, la sorpresa de la ocasión fue para Nintendo. Cuando nadie confiaba en ella y quien aún se permitía ese lujo lo hacía bajo tela de juicio, se dignó a pegar el golpe en la mesa. Quizás hubiera estado bien uno más fuerte, rompedor, de los que dejan sin habla ni aliento, pero no es poco con lo que nos encontramos.
Dejando a un lado varias de las novedades dispuestas para Super Smash Bros. Wii U/3DS –Pacman fue un tanto para la Gran N-, se presentaron juegos que brillaron con luz propia. Yoshi´s Wooly World con su apariencia de tela era sencillamente precioso e Hyrule Warriors mostró parte de todo su potencial.
Pero cabe destacar sobre todo dos apariciones: el reencuentro del elfo Link con una consola de sobremesa y Splatoon, esa mezcla de shooter pictórico con pulpos donde fluye la creatividad por sí sola.
Luego nos enseñaron otros como Mario Maker o Devil´s Third que, sin ser tan resultones como los anteriores, afianzaron la confianza y las ganas de comerse el mundo que traía consigo la compañía.
Este E3 ha destilado un aire completamente diferente al del 2013. A pesar de las filtraciones de las que ya os hablábamos en el artículo anterior, ha habido cabida para sorpresas y para profundizar en algunas ocasiones sobre productos ya conocidos pero de los que sabíamos poco, como es el caso de los nuevos juguetes Amiibo.
Condensando lo mostrado en Los Ángeles este año, podemos sacar varias cosas en claro. La primera, que la generación anterior está muerta por completo. No es tan extraño en el caso de Xbox 360, pero sí que lo es mucho más si hablamos de PS3.
Sony se ha caracterizado por dar cierto apoyo a sus consolas antiguas algunos años después de que fueran relegadas. Ahí tenemos PS2, que hasta hace un par de años seguía recibiendo entregas. Pocas, pero no pidamos peras al olmo.
Sin embargo, la anterior Playstation ha sido relevada en su plenitud. Lo más triste es que las portátiles actuales, 3DS y PS Vita, hayan recibido un apoyo etéreo, efímero. La estereoscópica apenas recibirá las revisiones de Pokémon Rubí/Zafiro y Final Fantasy Explorers. Pero Vita a duras penas contará con versiones adaptadas de juegos ya lanzados para domésticas, como Child of Light o Minecraft.
Kinect ha pasado de ser un “must-have” de One a criar malvas en el Atlántico. Nadie ha vuelto a saber de él. Pero pasando ya al software en exclusiva, se ha percibido la ausencia de FF XV y Kingdom Hearts 3. Porque The Last Guardian ya sabíamos que reposaría en casa otro año más. También, ¿por qué no? Otra entrega de Golden Sun. Soñar es gratis, amiguitos.
Los géneros predominantes no parece que vayan a cambiar a corto-medio plazo. Han abundado los shooters que, dicho sea de paso, bien es cierto que algunos muestran nuevas temáticas, como es el caso de Battlefield: Hardline y un porcentaje importante de época medieval con Dragon Age: Inquisition o The Witcher 3, entre otros.
Aunque lo que más ha llamado la atención es la relevancia del sector indie –independiente- en la feria. En especial Microsoft con los magníficos Inside y Ori and the Blind Forest pero, en general, todas las compañías han reservado un rincón de sus stand y/o conferencias para hablar de estos juegos de bajo presupuesto y alta originalidad. Un aplauso para ellos. Pero uno solo, no vaya a ser que se emocionen.
En definitiva, ha sido algo así como lo que debería ser un E3: sorpresas, juegos interesantes y espectáculo. Algo como lo que era antaño y que se había ido perdiendo con los años… hasta ahora.
SALVADOR BELIZÓN / REDACCIÓN