La polilla del racimo de la vid es una de las plagas más temidas por los viticultores del marco Montilla-Moriles. No en vano, las larvas de este insecto lepidóptero provocan graves daños en los viñedos afectados, donde los racimos acaban pudriéndose justo antes de su recolección.
Por este motivo, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles presta especial atención a este gusano que causa verdaderos estragos en las paseras, donde el fruto se extiende al sol para alcanzar el grado de deshidratación óptimo que da lugar al vino dulce.
"Este año, la incidencia está siendo especialmente alta en la zona", reconoció Juan Portero, técnico del Aula de Viticultura del Consejo Regulador, quien valoró positivamente el sistema que ha puesto en marcha la cooperativa San Acacio de Montemayor, cuyos socios han impulsado un sistema de feromonas que mantiene a raya la población de polilla.
La técnica es simple. A lo largo de 200 hectáreas de los términos municipales de Montemayor y La Rambla, viticultores adscritos a la cooperativa San Acacio han repartido unos difusores que esparcen por los viñedos las feromonas sexuales de las hembras, de modo que los machos no son capaces de localizarlas, impidiéndose así la fecundación.
"A medio o largo plazo, este sistema permitiría acabar prácticamente con la plaga", destacó el gerente de la cooperativa montemayorense, Juan Antonio Aguilar, quien se mostró satisfecho con el resultado de la iniciativa, que se viene desarrollando desde hace tres años. Y es que, además de reducir el uso de insecticidas, se mejora la calidad de la uva, sin apenas exposición a productos fitosanitarios.
"Lo interesante es que la medida se adopte por un buen número de viticultores, ya que las parcelas en la zona Montilla-Moriles suelen ser pequeñas y el sistema sólo comienza a dar buenos resultados cuando hay cuatro o cinco hectáreas aisladas", explicó Juan Antonio Aguilar, quien reconoció el trabajo que se está desarrollando desde el Consejo Regulador para controlar la plaga.
A la labor de las Agrupaciones para el Tratamiento Integrados en Agricultura (Atrias), que coordina Juan Portero, se suma el trabajo de la cooperativa San Acacio que, desde hace ocho años, cuenta con sus propios técnicos, que comparten resultados con el Consejo Regulador.
Con todo, el gerente de la cooperativa de Montemayor reconoció que la incidencia de la polilla del racimo de la vid está siendo "excepcional" este año, por lo que en algunas viñas en las que está implantado el sistema de confusión sexual será necesario, además, un tratamiento complementario para erradicar la plaga, que en estos momentos se encuentra en su tercera generación.
Por este motivo, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles presta especial atención a este gusano que causa verdaderos estragos en las paseras, donde el fruto se extiende al sol para alcanzar el grado de deshidratación óptimo que da lugar al vino dulce.
"Este año, la incidencia está siendo especialmente alta en la zona", reconoció Juan Portero, técnico del Aula de Viticultura del Consejo Regulador, quien valoró positivamente el sistema que ha puesto en marcha la cooperativa San Acacio de Montemayor, cuyos socios han impulsado un sistema de feromonas que mantiene a raya la población de polilla.
La técnica es simple. A lo largo de 200 hectáreas de los términos municipales de Montemayor y La Rambla, viticultores adscritos a la cooperativa San Acacio han repartido unos difusores que esparcen por los viñedos las feromonas sexuales de las hembras, de modo que los machos no son capaces de localizarlas, impidiéndose así la fecundación.
"A medio o largo plazo, este sistema permitiría acabar prácticamente con la plaga", destacó el gerente de la cooperativa montemayorense, Juan Antonio Aguilar, quien se mostró satisfecho con el resultado de la iniciativa, que se viene desarrollando desde hace tres años. Y es que, además de reducir el uso de insecticidas, se mejora la calidad de la uva, sin apenas exposición a productos fitosanitarios.
"Lo interesante es que la medida se adopte por un buen número de viticultores, ya que las parcelas en la zona Montilla-Moriles suelen ser pequeñas y el sistema sólo comienza a dar buenos resultados cuando hay cuatro o cinco hectáreas aisladas", explicó Juan Antonio Aguilar, quien reconoció el trabajo que se está desarrollando desde el Consejo Regulador para controlar la plaga.
A la labor de las Agrupaciones para el Tratamiento Integrados en Agricultura (Atrias), que coordina Juan Portero, se suma el trabajo de la cooperativa San Acacio que, desde hace ocho años, cuenta con sus propios técnicos, que comparten resultados con el Consejo Regulador.
Con todo, el gerente de la cooperativa de Montemayor reconoció que la incidencia de la polilla del racimo de la vid está siendo "excepcional" este año, por lo que en algunas viñas en las que está implantado el sistema de confusión sexual será necesario, además, un tratamiento complementario para erradicar la plaga, que en estos momentos se encuentra en su tercera generación.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR