Los datos del paro de agosto no han sido buenos. Los de afiliación a la Seguridad Social, tampoco. En una España con esos millones de parados, cualquier repunte del desempleo, por pequeño que sea, cualquier descenso de las cotizaciones es motivo de tristeza y preocupación.
Quienes nos hemos alegrado durante los pasados seis meses de la mejoría evidente, y deseábamos fervientemente que aunque fuera por poco mantnerla un mes más, no podemos negar ahora esa evidencia.
Pero sí decir que resulta muy ilustrativo que quienes negaban antes y durante todo ese medio año los datos, su fiabilidad e impacto, se agarran ahora a este leve repunte de 8.000 parados más para jalearlo, diríase que alborozados de la mala nueva, porque suponen que eso hace daño al “odioso” Gobierno de la derecha, cuando a quien nos duele, o debería doler, es a todos.
Los datos de agosto no son buenos. Pero tampoco pueden calificarse de malos ni de pésimos y, entrando en comparativas –con la excepción del pasado año, cuando el paro descendió en ¡31 personas!– agosto siempre se ha comportado fatal en estas cifras, con fuertes subidas incluso en periodos de bonanza. Por ejemplo, 35.000 parados más en 2004 y ya no digamos al entrar en crisis: 103.000 en 2008.
Algo similar ocurre en la afiliación. Así pues, cabe una interpretación de concluir en que es menos malo que otros años y que, en términos desestacionalizados, es incluso positivo, como también en algunas regiones y, en concreto, tanto Castilla y León como Castilla-La Mancha, donde ha descendido en términos absolutos.
En términos interanuales, que eso en el fondo tiene más relevancia y a nivel nacional, la variación anual es de 270.853 parados menos en comparación con el 2013 y de 321.833 afiliados más a la Seguridad Social.
Pero si en algún sitio es preciso no caer en la más mínima autocomplacencia es en éste. Como tampoco sonreír siquiera porque la OCDE diga que en el año 2015 vamos a lograr bajarlo más de un 2 por ciento, por debajo entonces del 24 por ciento. Ese porcentaje es una barbaridad y no podemos ni debemos conformarnos en absoluto, no podemos resignarnos a ello. Para nada.
Es urgente acelerar, dedicar todas las energías, porque a mí desde luego –y pienso que a la mayoría de compatriotas– ese ritmo de recuperación del empleo no nos vale. Y es preciso exigir al Gobierno que actúe, que siga actuando, que no ceje y que se esfuerce al máximo sobre ello. De toda forma y manera.
También, dicen los que se supone que saben, activando la economía y en ello ha de tener que ver, y bastante, la bajada de impuestos que el Gobierno ejecutará el próximo año y que en Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal ha salido otra vez, como en el recorte de cargos, por delante y ha anunciado que desde ya en esa región y en el tramo autonómico que le corresponde, baja un punto la carga impositiva.
Eso allí donde el déficit y las trampas –ni para pagar a los farmacéuticos daba– eran asfixiantes. O sea, que si se logra hacer allí parece lógico que pueda lograrse en otros lugares también. Confiamos en que cunda el ejemplo.
Quienes nos hemos alegrado durante los pasados seis meses de la mejoría evidente, y deseábamos fervientemente que aunque fuera por poco mantnerla un mes más, no podemos negar ahora esa evidencia.
Pero sí decir que resulta muy ilustrativo que quienes negaban antes y durante todo ese medio año los datos, su fiabilidad e impacto, se agarran ahora a este leve repunte de 8.000 parados más para jalearlo, diríase que alborozados de la mala nueva, porque suponen que eso hace daño al “odioso” Gobierno de la derecha, cuando a quien nos duele, o debería doler, es a todos.
Los datos de agosto no son buenos. Pero tampoco pueden calificarse de malos ni de pésimos y, entrando en comparativas –con la excepción del pasado año, cuando el paro descendió en ¡31 personas!– agosto siempre se ha comportado fatal en estas cifras, con fuertes subidas incluso en periodos de bonanza. Por ejemplo, 35.000 parados más en 2004 y ya no digamos al entrar en crisis: 103.000 en 2008.
Algo similar ocurre en la afiliación. Así pues, cabe una interpretación de concluir en que es menos malo que otros años y que, en términos desestacionalizados, es incluso positivo, como también en algunas regiones y, en concreto, tanto Castilla y León como Castilla-La Mancha, donde ha descendido en términos absolutos.
En términos interanuales, que eso en el fondo tiene más relevancia y a nivel nacional, la variación anual es de 270.853 parados menos en comparación con el 2013 y de 321.833 afiliados más a la Seguridad Social.
Pero si en algún sitio es preciso no caer en la más mínima autocomplacencia es en éste. Como tampoco sonreír siquiera porque la OCDE diga que en el año 2015 vamos a lograr bajarlo más de un 2 por ciento, por debajo entonces del 24 por ciento. Ese porcentaje es una barbaridad y no podemos ni debemos conformarnos en absoluto, no podemos resignarnos a ello. Para nada.
Es urgente acelerar, dedicar todas las energías, porque a mí desde luego –y pienso que a la mayoría de compatriotas– ese ritmo de recuperación del empleo no nos vale. Y es preciso exigir al Gobierno que actúe, que siga actuando, que no ceje y que se esfuerce al máximo sobre ello. De toda forma y manera.
También, dicen los que se supone que saben, activando la economía y en ello ha de tener que ver, y bastante, la bajada de impuestos que el Gobierno ejecutará el próximo año y que en Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal ha salido otra vez, como en el recorte de cargos, por delante y ha anunciado que desde ya en esa región y en el tramo autonómico que le corresponde, baja un punto la carga impositiva.
Eso allí donde el déficit y las trampas –ni para pagar a los farmacéuticos daba– eran asfixiantes. O sea, que si se logra hacer allí parece lógico que pueda lograrse en otros lugares también. Confiamos en que cunda el ejemplo.
ANTONIO PÉREZ HENARES