Estaba preparando para mis alumnos unos esquemas sobre la literatura española actual cuando encontré mi nombre por casualidad en la nómina de escritores españoles contemporáneos. Como tenía algo de tiempo y mucha curiosidad, comencé a leer con atención el epígrafe dedicado a mi figura.
Fue así como enteré de que viví una primera etapa en la que manifesté las influencias de mis lecturas de juventud, fundamentalmente de autores hispanoamericanos del Boom y algunos clásicos, que ya sabemos que nunca pasan de moda y sus libros son, además, más baratos y de mayor calidad que los best seller actuales.
Destacaban en esta etapa un relato de cuentos breves publicados en prensa titulado Disculpe si no me levanto y una novela corta, Tiempo perdido, en la que volcaba algunos acontecimientos familiares sobre la trama de un joven que, durante la Guerra Civil, se ve obligado a huir de su Constantina natal y viajar a pie hasta Barcelona.
A raíz de la publicación, en 2016, de Baja el volumen, me adentré en una nueva etapa donde una literatura de corte surrealista basada en las neuras de un personaje que creé en torno a la figura de un profesor frustrado de Educación Secundaria despertó las simpatías del público lector que veía, en las manías del protagonista, una crítica mordaz de la situación política y social del país después de la salida en falso de la crisis de 2008. Baja el volumen vendría a completarse en los años siguientes con la aparición de Mesa para uno (2018) y El eterno interino (2019) formando una trilogía.
El viaje a Nueva York que realicé en 2022 marcó profundamente una nueva tendencia en mi manera de escribir más centrada desde entonces en el ensayo filosófico y social. Fue a partir de entonces cuando, decepcionado por el carácter zafio y conformista que encontré en la ciudad americana, me di cuenta de que no son solo rasgos propios de la población española y que el triunfo de la mediocridad es una constante a escala planetaria.
Las palomas de Central Park ya no comen alpiste (2023), De vuelta a ningún sitio (2026) y Lecciones para después del Armaggedon (2030) son algunos de los títulos que se publican en esta etapa. A partir de los años treinta, mi producción literaria baja su ritmo hasta casi desaparecer y me dedico a otras artes como la pintura abstracta o la fotografía.
Los temas más presentes en mi obra son el análisis del comportamiento humano, la desesperación por el paso del tiempo y la búsqueda constante de una verdad que explique en sinsentido del mundo.
Aunque siempre se me ha achacado cierto proselitismo, el caso es que se aprecia en mis escritos un grado bastante elevado de pedagogía, sacrificando en muchas ocasiones una sintaxis y adjetivación demasiado barroca en pos de la comprensibilidad del texto.
Fallecí en Guadalajara en 2064. ¿Qué carajo haría yo en Guadalajara?
Fue así como enteré de que viví una primera etapa en la que manifesté las influencias de mis lecturas de juventud, fundamentalmente de autores hispanoamericanos del Boom y algunos clásicos, que ya sabemos que nunca pasan de moda y sus libros son, además, más baratos y de mayor calidad que los best seller actuales.
Destacaban en esta etapa un relato de cuentos breves publicados en prensa titulado Disculpe si no me levanto y una novela corta, Tiempo perdido, en la que volcaba algunos acontecimientos familiares sobre la trama de un joven que, durante la Guerra Civil, se ve obligado a huir de su Constantina natal y viajar a pie hasta Barcelona.
A raíz de la publicación, en 2016, de Baja el volumen, me adentré en una nueva etapa donde una literatura de corte surrealista basada en las neuras de un personaje que creé en torno a la figura de un profesor frustrado de Educación Secundaria despertó las simpatías del público lector que veía, en las manías del protagonista, una crítica mordaz de la situación política y social del país después de la salida en falso de la crisis de 2008. Baja el volumen vendría a completarse en los años siguientes con la aparición de Mesa para uno (2018) y El eterno interino (2019) formando una trilogía.
El viaje a Nueva York que realicé en 2022 marcó profundamente una nueva tendencia en mi manera de escribir más centrada desde entonces en el ensayo filosófico y social. Fue a partir de entonces cuando, decepcionado por el carácter zafio y conformista que encontré en la ciudad americana, me di cuenta de que no son solo rasgos propios de la población española y que el triunfo de la mediocridad es una constante a escala planetaria.
Las palomas de Central Park ya no comen alpiste (2023), De vuelta a ningún sitio (2026) y Lecciones para después del Armaggedon (2030) son algunos de los títulos que se publican en esta etapa. A partir de los años treinta, mi producción literaria baja su ritmo hasta casi desaparecer y me dedico a otras artes como la pintura abstracta o la fotografía.
Los temas más presentes en mi obra son el análisis del comportamiento humano, la desesperación por el paso del tiempo y la búsqueda constante de una verdad que explique en sinsentido del mundo.
Aunque siempre se me ha achacado cierto proselitismo, el caso es que se aprecia en mis escritos un grado bastante elevado de pedagogía, sacrificando en muchas ocasiones una sintaxis y adjetivación demasiado barroca en pos de la comprensibilidad del texto.
Fallecí en Guadalajara en 2064. ¿Qué carajo haría yo en Guadalajara?
PABLO POÓ