1. Porque es un partido populista, con un programa político basado en utopías. Cuando no se tiene ningún tipo de responsabilidad política es muy tentador hacer promesas irrealizables pero, una vez en el poder, la realidad dicta sus leyes. Por ello, ni el PP ni el PSOE tienen programa político, y si lo tienen, a nadie le importa, porque todo el mundo sabe que los programas están para incumplirlos sistemáticamente.
Como los compromisos adoptados en las campañas electorales: que si bajadas de impuestos siempre aplazadas; que si reformas estructurales que nunca llegan, salvo aquellas diseñadas específicamente para joder al ciudadano medio; que si programas de empleo jóven sin aplicación práctica...
Por cierto, hablando de empleo, en los prolegómenos de las elecciones de 2008, tanto Rubalcaba –entonces aún escudero de Zapatero– como Rajoy prometieron en sendos mítines el pleno empleo en España, como se recoge en esta noticia y en esta nota de prensa.
Hoy día hay más paro aquí que en Mozambique. Pero eso no es populismo, es una mera simulación en diferido de algo que jamás iba a ocurrir, porque el pleno empleo sí es una utopía, como lo es la asunción de una sola idea por parte de los partidos gobernantes basada en un análisis riguroso destinada a cambiar la realidad del país.
Populismo es hablar claro; señalar de frente a los culpables de esta situación; apelar a la participación de la ciudadanía; buscar un cambio real que nos devuelva la dignidad como sociedad.
2. Porque pretente hacer una auditoria de la deuda y, si es el caso, no pagar la que se considere ilegítima. Ello nos conduciría a una situación desastrosa. No me refiero a los millones de españoles sin empleo ni a los cientos de miles que emigran al extranjero; ni a los negocios que cierran por falta de crédito; ni a las administraciones sin recursos; ni a los jubilados estafados por las preferentes; ni a los servicios sociales depauperados.
Hablo de la desconfianza que podría generarse entre los fondos de inversión, entidades financieras y organismos internacionales neoliberales que propiciaron la subida exponencial de la prima de riesgo y, por tanto, los intereses de la deuda y los bonos de estado que pagaremos hasta el fín de nuestros días por una cláusula de la Constitución creada a tal fin por el PSOE y el PP en los estertores del Gobierno de Zapatero.
Porque en Islandia también son unos putos bolivarianos y, por eso, sus ciudadanos impulsaron una auditoria de su deuda, impagando aquellas a las que no podían hacer frente, aquellas negociadas entre un Gobierno corrupto y los sistemas buitres que giran en torno a él para forjar fortunas. Y, finalmente, decidieron comer, hacer frente al frío y seguir con sus vidas antes que permanecer esclavos de una injusticia durante generaciones.
3. Porque quieren una renta mínima y un salario máximo. Todos disfrutamos con los contrastes. Como el del señor que duerme bajo una manta en un cajero automático y el señor que acude a la entidad financiera porque se le ha acabo el efectivo de libre disposición, porque la tarjeta black se le ha quedado sin fondos y porque las putas que le esperan en el coche oficial tienen ganas de llegar a su casa de La Moraleja.
El problema de la sociedad es que a nadie le importa una mierda el mendigo o la familia que se ha quedado sin casa, pues todos quieren tener una mansión en La Moraleja, que lo traten de usted a cambio de billetes y gastarse miles de euros en borracheras a base de champán del caro. Imponer un salario máximo es como jugar con los sueños de la gente de ser millonaria. Sin eso, ni siquiera te puedes olvidar de que el salario mínimo apenas te da para vivir.
4. Porque pretenden nacionalizar las empresas eléctricas, las del gas, las telefónicas... ¿Y si con esta medida nos suben la factura un 5 por ciento cada tres meses? ¿Y si nos hacen pagar por los servicios el doble que en el resto de países europeos? ¿Y si con los millones de euros de beneficio deciden expandirse por el resto del mundo mientras dejan sin calefacción, agua o luz a miles de españoles? Ah no, que eso es lo que están haciendo las empresas privadas.
5. Porque ambicionan primar el trabajo fijo e impedir los ERE en empresas con beneficios. Acabar con la sal de la vida, en definitiva. A quién no le excita levantarse cada mañana a trabajar sin saber si será tu último día; si podrás pagar el piso el mes que viene; si te puedes permitir irte de vacaciones en verano; si tienes algún tipo de horizonte laboral en tu puta vida.
Si además te despiden en una empresa del Ibex, de esas que han ganado este trimestre unos cientos de millones de euros menos de lo esperado, al menos te vas con la satisfacción de que lo haces por el bien de la flexibilidad de la economía española.
6. Porque contempla hablar de la independencia de Cataluña. Todo el mundo sabe que la mejor estrategia es negarte en redondo a cualquier tipo de negociación, mandar tanques a Barcelona y prohibir que la ciudadanía se exprese en un régimen democrático. Así sí se acaba con todo brote independentista. Hemos avanzado mucho desde que se armaban grupos armados para combatir... a otros grupos armados.
7. Porque quieren imitar el modelo de Venezuela y otros países bolivarianos, con programa de televisión incluido. Aquello es un infierno. O al menos es lo que dicen los grupos mediáticos sostenidos por las grandes empresas españolas que han visto truncados sus negocios en América Latina por la ola de nacionalizaciones de esos líderes populistas con chalecos de lana y chándal hortera.
Aún así, según el FMI, el PIB de Bolivia y Ecuador crecerán a un ritmo del 5 por ciento en los próximos dos años y los niveles de desempleo se mantendrán en torno al 6 por ciento. En Venezuela todo está perdido, el desempleo puede superar el 10 por ciento...
Y respecto al programa de televisión, ¿qué clase de ciudadano querría que su presidente apareciese cada cierto tiempo en televisión para tratar los asuntos que preocupan al país? Para eso ya están los periodistas que hacen de taquígrafos de una televisión de plasma.
8. Porque quieren acabar con la casta. Esto es lo que más duele. Después de cuatro décadas (algunos, quizás más) al servicio del país, acudiendo de vez en cuando al Congreso o al Senado dependiendo de la edad, llenándose los bolsillos con mordidas, comisiones, sobres y gastos de representación, urdiendo el futuro de un país con base en los intereses coyunturales del partido de turno... Ahora, quieren acabar con la profesión política, con su forma de vida.
¿Cómo iremos ahora a ver a nuestras queridas a las Canarias? ¿Cómo nos libraremos de la cárcel cuando algún juez díscolo nos impute? ¿Quién nos pagará el taxi, la línea erótica, las cenas de alto copete, la segunda residencia? ¿Quién construirá aeropuertos para las aves? ¿Con quién se hará fotos ahora el pequeño Nicolás?
Y todo para que un grupo de licenciados, doctores, profesionales y técnicos con idiomas, empleos a los que regresar y ganas de trabajar ocupen el lugar que otros han estado ocupando aun sin una maldita intervención o iniciativa pública en años.
Por todo ello y muchas razones más que por espacio y desidia no se incluyen aquí, como la desconfianza que suscita la coleta de su líder, no se debe votar a Podemos. Como tampoco se debe acudir al círculo de Podemos más cercano, el de tu barrio o el de tu pueblo, donde personas como tú, hasta los mismísimos cojones de aguantar tanta ineptitud y tanta poca vergüenza, se reúnen para debatir y para cambiar las cosas. Porque por mucho que diga gente como yo, sí se puede.
Como los compromisos adoptados en las campañas electorales: que si bajadas de impuestos siempre aplazadas; que si reformas estructurales que nunca llegan, salvo aquellas diseñadas específicamente para joder al ciudadano medio; que si programas de empleo jóven sin aplicación práctica...
Por cierto, hablando de empleo, en los prolegómenos de las elecciones de 2008, tanto Rubalcaba –entonces aún escudero de Zapatero– como Rajoy prometieron en sendos mítines el pleno empleo en España, como se recoge en esta noticia y en esta nota de prensa.
Hoy día hay más paro aquí que en Mozambique. Pero eso no es populismo, es una mera simulación en diferido de algo que jamás iba a ocurrir, porque el pleno empleo sí es una utopía, como lo es la asunción de una sola idea por parte de los partidos gobernantes basada en un análisis riguroso destinada a cambiar la realidad del país.
Populismo es hablar claro; señalar de frente a los culpables de esta situación; apelar a la participación de la ciudadanía; buscar un cambio real que nos devuelva la dignidad como sociedad.
2. Porque pretente hacer una auditoria de la deuda y, si es el caso, no pagar la que se considere ilegítima. Ello nos conduciría a una situación desastrosa. No me refiero a los millones de españoles sin empleo ni a los cientos de miles que emigran al extranjero; ni a los negocios que cierran por falta de crédito; ni a las administraciones sin recursos; ni a los jubilados estafados por las preferentes; ni a los servicios sociales depauperados.
Hablo de la desconfianza que podría generarse entre los fondos de inversión, entidades financieras y organismos internacionales neoliberales que propiciaron la subida exponencial de la prima de riesgo y, por tanto, los intereses de la deuda y los bonos de estado que pagaremos hasta el fín de nuestros días por una cláusula de la Constitución creada a tal fin por el PSOE y el PP en los estertores del Gobierno de Zapatero.
Porque en Islandia también son unos putos bolivarianos y, por eso, sus ciudadanos impulsaron una auditoria de su deuda, impagando aquellas a las que no podían hacer frente, aquellas negociadas entre un Gobierno corrupto y los sistemas buitres que giran en torno a él para forjar fortunas. Y, finalmente, decidieron comer, hacer frente al frío y seguir con sus vidas antes que permanecer esclavos de una injusticia durante generaciones.
3. Porque quieren una renta mínima y un salario máximo. Todos disfrutamos con los contrastes. Como el del señor que duerme bajo una manta en un cajero automático y el señor que acude a la entidad financiera porque se le ha acabo el efectivo de libre disposición, porque la tarjeta black se le ha quedado sin fondos y porque las putas que le esperan en el coche oficial tienen ganas de llegar a su casa de La Moraleja.
El problema de la sociedad es que a nadie le importa una mierda el mendigo o la familia que se ha quedado sin casa, pues todos quieren tener una mansión en La Moraleja, que lo traten de usted a cambio de billetes y gastarse miles de euros en borracheras a base de champán del caro. Imponer un salario máximo es como jugar con los sueños de la gente de ser millonaria. Sin eso, ni siquiera te puedes olvidar de que el salario mínimo apenas te da para vivir.
4. Porque pretenden nacionalizar las empresas eléctricas, las del gas, las telefónicas... ¿Y si con esta medida nos suben la factura un 5 por ciento cada tres meses? ¿Y si nos hacen pagar por los servicios el doble que en el resto de países europeos? ¿Y si con los millones de euros de beneficio deciden expandirse por el resto del mundo mientras dejan sin calefacción, agua o luz a miles de españoles? Ah no, que eso es lo que están haciendo las empresas privadas.
5. Porque ambicionan primar el trabajo fijo e impedir los ERE en empresas con beneficios. Acabar con la sal de la vida, en definitiva. A quién no le excita levantarse cada mañana a trabajar sin saber si será tu último día; si podrás pagar el piso el mes que viene; si te puedes permitir irte de vacaciones en verano; si tienes algún tipo de horizonte laboral en tu puta vida.
Si además te despiden en una empresa del Ibex, de esas que han ganado este trimestre unos cientos de millones de euros menos de lo esperado, al menos te vas con la satisfacción de que lo haces por el bien de la flexibilidad de la economía española.
6. Porque contempla hablar de la independencia de Cataluña. Todo el mundo sabe que la mejor estrategia es negarte en redondo a cualquier tipo de negociación, mandar tanques a Barcelona y prohibir que la ciudadanía se exprese en un régimen democrático. Así sí se acaba con todo brote independentista. Hemos avanzado mucho desde que se armaban grupos armados para combatir... a otros grupos armados.
7. Porque quieren imitar el modelo de Venezuela y otros países bolivarianos, con programa de televisión incluido. Aquello es un infierno. O al menos es lo que dicen los grupos mediáticos sostenidos por las grandes empresas españolas que han visto truncados sus negocios en América Latina por la ola de nacionalizaciones de esos líderes populistas con chalecos de lana y chándal hortera.
Aún así, según el FMI, el PIB de Bolivia y Ecuador crecerán a un ritmo del 5 por ciento en los próximos dos años y los niveles de desempleo se mantendrán en torno al 6 por ciento. En Venezuela todo está perdido, el desempleo puede superar el 10 por ciento...
Y respecto al programa de televisión, ¿qué clase de ciudadano querría que su presidente apareciese cada cierto tiempo en televisión para tratar los asuntos que preocupan al país? Para eso ya están los periodistas que hacen de taquígrafos de una televisión de plasma.
8. Porque quieren acabar con la casta. Esto es lo que más duele. Después de cuatro décadas (algunos, quizás más) al servicio del país, acudiendo de vez en cuando al Congreso o al Senado dependiendo de la edad, llenándose los bolsillos con mordidas, comisiones, sobres y gastos de representación, urdiendo el futuro de un país con base en los intereses coyunturales del partido de turno... Ahora, quieren acabar con la profesión política, con su forma de vida.
¿Cómo iremos ahora a ver a nuestras queridas a las Canarias? ¿Cómo nos libraremos de la cárcel cuando algún juez díscolo nos impute? ¿Quién nos pagará el taxi, la línea erótica, las cenas de alto copete, la segunda residencia? ¿Quién construirá aeropuertos para las aves? ¿Con quién se hará fotos ahora el pequeño Nicolás?
Y todo para que un grupo de licenciados, doctores, profesionales y técnicos con idiomas, empleos a los que regresar y ganas de trabajar ocupen el lugar que otros han estado ocupando aun sin una maldita intervención o iniciativa pública en años.
Por todo ello y muchas razones más que por espacio y desidia no se incluyen aquí, como la desconfianza que suscita la coleta de su líder, no se debe votar a Podemos. Como tampoco se debe acudir al círculo de Podemos más cercano, el de tu barrio o el de tu pueblo, donde personas como tú, hasta los mismísimos cojones de aguantar tanta ineptitud y tanta poca vergüenza, se reúnen para debatir y para cambiar las cosas. Porque por mucho que diga gente como yo, sí se puede.
JESÚS C. ÁLVAREZ