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El bucle

Tampoco elegí yo ser una equilibrista. Pero de este tema no quiero escribir, no lo quiero recordar. Prefiero que siga en el sótano de mi subconsciente rodeado de cajas de recuerdos lejanos. Hoy me he levantado de nuevo con frío. El frío que produce una boca de lobo gigante que sopla y sopla detrás de mi oreja. Me dice cosas horribles, frases que me paralizan que me aíslan dentro del peor mundo posible: el mundo del miedo.



Y hay una parte de mí que sabe que el cuento no es cierto, que no estoy nada más que dentro de una noria llena de pensamientos negros. Hoy me cuesta andar, me cuesta hablar. "Algo malo va a suceder", es lo que me dice el licántropo diurno que se ha instalado en mi cabeza. "No digas eso", "no hagas aquello", "el mundo es un sitio oscuro", "la gente te acecha para hundirte", "no te fíes de nadie"... Este es el estribillo que me persigue con la boca abierta dispuesta a comerme.

Busco un punto de apoyo para evitar el tambaleo, pero el único que hallo es un minúsculo espacio en la cuerda en el que reza: “Mañana será otro día”. Y con esta oración a modo de escudo me voy a pasear por las aceras vacías. La noche está cerca y con ella llegará la ansiada calma chicha. El lobo no duerme.

MARÍA JESÚS SÁNCHEZ
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