En caso de caída desde una motocicleta, ciclomotor o bicicleta, nuestra primera línea de defensa es el casco de protección, que funciona tanto como elemento de seguridad activa –impidiendo que el aire penetre en nuestros ojos y nos dificulte la visión– como elemento de seguridad pasiva –pues, en caso de caída, protege nuestra cabeza–.
Los cascos salvan vidas al evitar o amortiguar golpes y heridas en la cabeza, devastadoras y discapacitantes en muchos casos. Los motociclistas que no usan casco tienen mucho más riesgo de muerte o de sufrir lesiones permanentes tras sufrir un accidente.
Normalmente, el uso del casco se generaliza en carretera, pero su utilización en ciudad sigue siendo una asignatura pendiente para algunos motoristas. Dos de cada tres accidentes de moto se producen en ciudad, por lo que es importante utilizar el casco también en el entorno urbano.
Por otro lado, un alto porcentaje de las muertes en accidente de moto se produce a consecuencia de lesiones cerebrales por no haber utilizado el casco. Si utilizamos este dispositivo de seguridad, reducimos considerablemente nuestras posibilidades de morir en un accidente de moto así como la gravedad de las lesiones que, en su caso, pudiéramos sufrir.
El uso del casco en la moto es obligatorio y es una cuestión de sentido común, a la vez que nos ayuda, entre otras cosas, a mantenernos a salvo de insectos, gravilla suelta y cualquier elemento con el que podamos golpearnos la cara mientras circulamos. También nos ayuda a mantener los ojos abiertos por mucha velocidad que tengamos, a evitar que la lluvia nos perjudique tanto a la vista como en el momento de respirar y además, nos permite protegernos medianamente bien del sol.
Cuando el vehículo se ve envuelto en un choque, el conductor suele sufrir una caída. Si su cabeza golpea contra un objeto o contra el suelo, se puede producir una lesión por contacto o impacto directo. Pero, además, el movimiento que el cuerpo, cabeza incluida, lleva durante la marcha sobre la moto o bicicleta, se detiene bruscamente, mientras el cerebro continua moviéndose dentro del cráneo en la dirección del movimiento corporal, chocando contra la pared interna del cráneo y siendo impulsado en la dirección opuesta. Este tipo de impacto interno puede provocar desde una lesión cerebral pequeña hasta una lesión tan grande que provoque la muerte.
La elección de un casco y su adecuada utilización puede ser vital. Lo importante es que sea seguro, que se adapte a nuestra cabeza y que esté bien fijado porque, si no, ni el mejor de los cascos nos protegerá. En muchos de los accidentes graves de motoristas, el casco sale despedido porque la talla o la sujeción no son las adecuadas. Hay que adquirir solo cascos homologados, que garantizan unas condiciones mínimas de seguridad. En ese sentido, el casco integral, de una sola pieza, protege toda la cabeza y la cara, y es el más recomendado por sus prestaciones en seguridad.
Durante la vida útil de nuestro casco tenemos la obligación de cuidarlo bien, porque si está en perfecto estado de revista, nuestra cabeza estará más segura. Además, un buen mantenimiento le dará unos meses extra de vida útil.
No obstante, como la mayoría de productos manufacturados, los cascos de moto tienen una vida útil y tendremos que sustituirlos cuando lleguen a su final. Si bien no hay una regla fija, porque su durabilidad depende del material con el que está fabricado, así como de factores externos como el uso que se le ha dado, el trato que ha recibido o el grado de exposición a los elementos climatológicos que ha sufrido.
No debemos pasar por alto que los materiales con los que está fabricado un casco van perdiendo sus propiedades con el paso de los años: los polímeros se debilitan, las correas se estiran, las almohadillas se deforman, las juntas de plástico se vidrian, los mecanismos se estropean, las resinas se secan... perdiendo de este modo su eficacia.
Junto al casco tenemos otros elementos de seguridad igual de importantes como son el mono y los guantes que, aunque den mucho calor, nos ayudan a evitar abrasiones gravísimas. Incluso existen modelos con airbag que ayudan a que nuestras cervicales y la columna en general estén más protegidas en caso de caída.
Los cascos salvan vidas al evitar o amortiguar golpes y heridas en la cabeza, devastadoras y discapacitantes en muchos casos. Los motociclistas que no usan casco tienen mucho más riesgo de muerte o de sufrir lesiones permanentes tras sufrir un accidente.
Normalmente, el uso del casco se generaliza en carretera, pero su utilización en ciudad sigue siendo una asignatura pendiente para algunos motoristas. Dos de cada tres accidentes de moto se producen en ciudad, por lo que es importante utilizar el casco también en el entorno urbano.
Por otro lado, un alto porcentaje de las muertes en accidente de moto se produce a consecuencia de lesiones cerebrales por no haber utilizado el casco. Si utilizamos este dispositivo de seguridad, reducimos considerablemente nuestras posibilidades de morir en un accidente de moto así como la gravedad de las lesiones que, en su caso, pudiéramos sufrir.
El uso del casco en la moto es obligatorio y es una cuestión de sentido común, a la vez que nos ayuda, entre otras cosas, a mantenernos a salvo de insectos, gravilla suelta y cualquier elemento con el que podamos golpearnos la cara mientras circulamos. También nos ayuda a mantener los ojos abiertos por mucha velocidad que tengamos, a evitar que la lluvia nos perjudique tanto a la vista como en el momento de respirar y además, nos permite protegernos medianamente bien del sol.
Cuando el vehículo se ve envuelto en un choque, el conductor suele sufrir una caída. Si su cabeza golpea contra un objeto o contra el suelo, se puede producir una lesión por contacto o impacto directo. Pero, además, el movimiento que el cuerpo, cabeza incluida, lleva durante la marcha sobre la moto o bicicleta, se detiene bruscamente, mientras el cerebro continua moviéndose dentro del cráneo en la dirección del movimiento corporal, chocando contra la pared interna del cráneo y siendo impulsado en la dirección opuesta. Este tipo de impacto interno puede provocar desde una lesión cerebral pequeña hasta una lesión tan grande que provoque la muerte.
La elección de un casco y su adecuada utilización puede ser vital. Lo importante es que sea seguro, que se adapte a nuestra cabeza y que esté bien fijado porque, si no, ni el mejor de los cascos nos protegerá. En muchos de los accidentes graves de motoristas, el casco sale despedido porque la talla o la sujeción no son las adecuadas. Hay que adquirir solo cascos homologados, que garantizan unas condiciones mínimas de seguridad. En ese sentido, el casco integral, de una sola pieza, protege toda la cabeza y la cara, y es el más recomendado por sus prestaciones en seguridad.
Durante la vida útil de nuestro casco tenemos la obligación de cuidarlo bien, porque si está en perfecto estado de revista, nuestra cabeza estará más segura. Además, un buen mantenimiento le dará unos meses extra de vida útil.
No obstante, como la mayoría de productos manufacturados, los cascos de moto tienen una vida útil y tendremos que sustituirlos cuando lleguen a su final. Si bien no hay una regla fija, porque su durabilidad depende del material con el que está fabricado, así como de factores externos como el uso que se le ha dado, el trato que ha recibido o el grado de exposición a los elementos climatológicos que ha sufrido.
No debemos pasar por alto que los materiales con los que está fabricado un casco van perdiendo sus propiedades con el paso de los años: los polímeros se debilitan, las correas se estiran, las almohadillas se deforman, las juntas de plástico se vidrian, los mecanismos se estropean, las resinas se secan... perdiendo de este modo su eficacia.
Junto al casco tenemos otros elementos de seguridad igual de importantes como son el mono y los guantes que, aunque den mucho calor, nos ayudan a evitar abrasiones gravísimas. Incluso existen modelos con airbag que ayudan a que nuestras cervicales y la columna en general estén más protegidas en caso de caída.
FRAN GALLEGO