El juego es una actividad que favorece el normal desarrollo de un niño. En ocasiones, los más pequeños se relacionan con otros de su grupo de iguales, haciéndolo de forma lúdica. Por ello, es recomendable tener en cuenta algunas pautas a la hora de elegir el juguete que mejor se adapte a sus necesidades. Y es preferible que sea educativo, idóneo para su edad y, sobre todo, seguro. Si el juguete elegido reúne todas esas características, podemos tener claro que va a contribuir al desarrollo de sus habilidades psicomotrices, emocionales, mentales y sociales.
Muchas son las ocasionas en las que un niño nos ha pedido un juguete que ha visto anunciado en la televisión o publicitado en algún catálogo. Y es algo que no debemos hacer sin haber comprobado antes su idoneidad, dado que tenemos que tener en cuenta la edad y madurez del niño y elegir el juguete adecuado a sus preferencias y necesidades.
La venta de juguetes se promueve fundamentalmente a través de la publicidad y podemos decir que, generalmente, ésta tiene una finalidad más persuasiva que informativa. Es conveniente que comentemos los anuncios con nuestros hijos para educarlos como consumidores críticos y reflexivos. Y, sobre todo, antes de comprar, es aconsejable comprobar en alguna tienda cómo son los juguetes que les interesan, porque a veces no cumplen las expectativas creadas por la publicidad.
Todo juguete que se pone en el mercado debe cumplir unos requisitos que protejan al consumidor contra riesgos para la salud. Por ello, deben reunir, como mínimo, unas determinadas propiedades físicas, químicas y mecánicas, en las que se prestan atención a cuestiones relacionadas con su inflamabilidad, sus conexiones eléctricas, su posible naturaleza radiactiva e, incluso, sus condiciones higiénicas.
La seguridad en el juego es un elemento esencial que siempre hay que tener en mente. En este sentido, hay que destacar que el grupo de niños menores de 3 años es el que más riesgo tiene de lesionarse con los juguetes.
Si adquiere regalos para ellos, asegúrese de que todos los juguetes y sus piezas sean más grandes que la boca del niño para evitar que pueda ingerirlas accidentalmente. Evite comprar juguetes pequeños diseñados para los niños de mayor edad, los cuales podrían caber en la boca de su niño: eso disminuirá el riesgo de asfixia. Eluda igualmente comprar juguetes que generen ruidos intensos o estridentes para ayudar a proteger el sentido del oído del menor y, en todos los casos, solicite una prueba del juguete en el propio establecimiento donde lo vaya a adquirir.
Seleccione un baúl de juguetes cuidadosamente: busque uno con bordes lisos y acabados, que no sean tóxicos. Si tiene una tapa, asegúrese de que sea sólida y que tenga soportes con seguros y bisagras. Deberá poder permanecer abierto en cualquier posición y las bisagras no deberán pinchar la piel de su hijo. El baúl también deberá tener orificios de ventilación para evitar que su niño se sofoque si quedara atrapado adentro. El mejor baúl, sin duda, es una caja o una cesta sin tapa.
Los juguetes tienen que llevar siempre de forma visible, legible y en castellano la siguiente información: nombre, razón social y/o la marca del juguete, domicilio del fabricante o de su representante autorizado en la UE o del importador, la marca CE y las advertencias y las indicaciones de uso y manejo, si el uso del juguete así lo requiere.
Los juguetes están considerados como bienes de naturaleza duradera y, por tanto, el consumidor tiene derecho a que le entreguen un documento de garantía, que se extiende por un plazo de dos años. En el caso de que el juguete que hemos comprado sea defectuoso o inseguro, será necesario reclamar, usando primeramente la vía de la mediación y, si no da sus frutos, presentaremos una hoja de reclamaciones, tal y como vimos en al artículo anterior.
Regale juguetes suficientes y variados, que desarrollen funciones diferentes y que sirvan para estimular la imaginación y la creatividad o cualquier aspecto de la personalidad del menor, sin hacer distinciones en cuanto a sexo. Y, por favor, no adquiera regalos que fomenten comportamientos agresivos, xenófobos, sexistas o intolerantes.
Muchas son las ocasionas en las que un niño nos ha pedido un juguete que ha visto anunciado en la televisión o publicitado en algún catálogo. Y es algo que no debemos hacer sin haber comprobado antes su idoneidad, dado que tenemos que tener en cuenta la edad y madurez del niño y elegir el juguete adecuado a sus preferencias y necesidades.
La venta de juguetes se promueve fundamentalmente a través de la publicidad y podemos decir que, generalmente, ésta tiene una finalidad más persuasiva que informativa. Es conveniente que comentemos los anuncios con nuestros hijos para educarlos como consumidores críticos y reflexivos. Y, sobre todo, antes de comprar, es aconsejable comprobar en alguna tienda cómo son los juguetes que les interesan, porque a veces no cumplen las expectativas creadas por la publicidad.
Todo juguete que se pone en el mercado debe cumplir unos requisitos que protejan al consumidor contra riesgos para la salud. Por ello, deben reunir, como mínimo, unas determinadas propiedades físicas, químicas y mecánicas, en las que se prestan atención a cuestiones relacionadas con su inflamabilidad, sus conexiones eléctricas, su posible naturaleza radiactiva e, incluso, sus condiciones higiénicas.
La seguridad en el juego es un elemento esencial que siempre hay que tener en mente. En este sentido, hay que destacar que el grupo de niños menores de 3 años es el que más riesgo tiene de lesionarse con los juguetes.
Si adquiere regalos para ellos, asegúrese de que todos los juguetes y sus piezas sean más grandes que la boca del niño para evitar que pueda ingerirlas accidentalmente. Evite comprar juguetes pequeños diseñados para los niños de mayor edad, los cuales podrían caber en la boca de su niño: eso disminuirá el riesgo de asfixia. Eluda igualmente comprar juguetes que generen ruidos intensos o estridentes para ayudar a proteger el sentido del oído del menor y, en todos los casos, solicite una prueba del juguete en el propio establecimiento donde lo vaya a adquirir.
Seleccione un baúl de juguetes cuidadosamente: busque uno con bordes lisos y acabados, que no sean tóxicos. Si tiene una tapa, asegúrese de que sea sólida y que tenga soportes con seguros y bisagras. Deberá poder permanecer abierto en cualquier posición y las bisagras no deberán pinchar la piel de su hijo. El baúl también deberá tener orificios de ventilación para evitar que su niño se sofoque si quedara atrapado adentro. El mejor baúl, sin duda, es una caja o una cesta sin tapa.
Los juguetes tienen que llevar siempre de forma visible, legible y en castellano la siguiente información: nombre, razón social y/o la marca del juguete, domicilio del fabricante o de su representante autorizado en la UE o del importador, la marca CE y las advertencias y las indicaciones de uso y manejo, si el uso del juguete así lo requiere.
Los juguetes están considerados como bienes de naturaleza duradera y, por tanto, el consumidor tiene derecho a que le entreguen un documento de garantía, que se extiende por un plazo de dos años. En el caso de que el juguete que hemos comprado sea defectuoso o inseguro, será necesario reclamar, usando primeramente la vía de la mediación y, si no da sus frutos, presentaremos una hoja de reclamaciones, tal y como vimos en al artículo anterior.
Regale juguetes suficientes y variados, que desarrollen funciones diferentes y que sirvan para estimular la imaginación y la creatividad o cualquier aspecto de la personalidad del menor, sin hacer distinciones en cuanto a sexo. Y, por favor, no adquiera regalos que fomenten comportamientos agresivos, xenófobos, sexistas o intolerantes.
FRAN GALLEGO