El partido ecologista EQUO recuerda que tras la reciente inclusión del Palacio de la Isabela de Alcolea en la lista de Patrimonio en Peligro que elabora la prestigiosa asociación Hispania Nostra, ya suman ocho los monumentos cordobeses en peligro. Los otros siete son el Castillo de Sotomayor y el convento de los Cinco Mártires de Marruecos en Belalcázar; la torre de Arias Cabrera; las Alcubillas de Córdoba; el Puente Romano de Villa del Río; el Castillo de Dos Hermanas de Montemayor y la ermita de la Consolación en Bujalance.
La formación verde considera que la política de la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, consiste en “fuegos de artificio y humo” sin un plan consistente que preserve y ponga en valor aquellos elementos patrimoniales menos mediáticos. Igualmente, reclama que la política patrimonial se convierta en un dinamizador social y económico, especialmente en las comarcas más deprimidas.
EQUO observa "con gran preocupación" cómo el patrimonio cultural y artístico cordobés "se deteriora paulatinamente ante la desidia de la Administración competente", la Junta de Andalucía, y "la actitud de la consejera, más enfocada a conseguir titulares que a trabajar por la conservación del mismo". Por ello, la organización reclama un "plan concreto", con fondos suficientes, para evitar la ruina del patrimonio amenazado y convertirlo en un "factor de bienestar" en su entorno.
En palabras de Ana María Carnero, coportavoz provincial de EQUO, resulta "evidente cómo se van deteriorando poco a poco monumentos que tienen un gran valor cultural y que deberían servir como atractivo turístico y de dinamización socioeconómica".
Por su parte, Salustiano Luque ha calificado de “política de cartón piedra” las actuaciones de la Consejería de Cultura en Córdoba. “Rosa Aguilar, como ya sabemos bien en Córdoba, sería una gran vendedora, puesto que consigue que parezca que hace mucho cuando, en realidad, toda su actividad está dirigida a conseguir titulares y acaparar la atención mediática", denunció Luque.
Una fortaleza con siglos de historia
Entre los restos del Castillo de Dos Hermanas abundan las cerámicas protohistóricas y antiguas, ya que, además de una vasta fortificación medieval, fue éste un importante asentamiento orientalizante, ibérico y romano que también ha proporcionado restos numismáticos, fíbulas de la Edad de Hierro, una necrópolis visigoda y una inscripción votiva de varios ciudadanos del municipio romano de Ulia.
Las cerámicas ibéricas, como en Ategua, se hallan empotradas en los muros, es decir, que los restos ibéricos sirvieron para la construcción de la obra medieval. Según Bernier et alii, tal vez existiese en época ibérica un recinto amurallado en el lugar, que habría sido transformado y servido de cabeza al gran latifundio medieval de Los Córdoba.
A la vista de cimientos y torreones, este castillo probablemente fue, según algunos autores, de planta rectangular, con torres en las esquinas y patio de armas en el centro, como otros castillos de influjo musulmán. La excavación de 1999 puso en evidencia que la fortaleza contaba con tres grandes torreones, y en cada esquina otros cuatro salientes.
Según M. Valverde y F. Toledo, este castillo es de planta cuadrangular de 42 por 40 metros, con una torre en el ángulo este, de base cuadrada y de 6 metros de lado, siendo maciza desde su base hasta el nivel del terreno, reduciéndose a continuación para formar la cavidad que alojaba las escaleras que conducirían a una cámara en la parte superior, hoy desmochada. Desde la base descubierta tiene una altura de 14 metros. En el extremo Suroeste debió de poseer otra torre de menores dimensiones, desde la cual, y junto a las saeteras de la torre del homenaje, batiría este flanco y apoyaría a la que existe a mitad del muro Suroeste.
En la parte norte existen restos de una torre muy arruinada, como todo el castillo. Del muro este, incompleto, parte una cimentación que va a dividir en dos el castillo, uniéndose a un resto de fábrica que aún se eleva, en cuyo centro se ve un arco rebajado formado con dovelas desiguales en cuanto a su anchura; tiene una altura de 0,40 metros con una luz de 2 metros y ancho de 0,75, que sin duda sirvió de entrada a unas dependencias instaladas en la parte Noroeste, pudiendo tratarse de almacenes de víveres o de armas, o bien de ciertos alojamientos elementales, aunque para Pablo Moyano Llamas es el arco de entrada al castillo. En cualquier caso, como indica este autor, es un arco magnífico por lo bien construido, y hasta se puede distinguir el corte de alguna de las habitaciones laterales.
En la intersección de estos dos muros descritos del lado Este debió existir una torre, gemela a la opuesta del muro Oeste, e igual obra en el ángulo norte, suposición fundada en la analogía de las construcciones árabes, como ocurre en el castillo de Bujalance, cuyas torres tienen medidas exactas o muy aproximadas.
La formación verde considera que la política de la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, consiste en “fuegos de artificio y humo” sin un plan consistente que preserve y ponga en valor aquellos elementos patrimoniales menos mediáticos. Igualmente, reclama que la política patrimonial se convierta en un dinamizador social y económico, especialmente en las comarcas más deprimidas.
EQUO observa "con gran preocupación" cómo el patrimonio cultural y artístico cordobés "se deteriora paulatinamente ante la desidia de la Administración competente", la Junta de Andalucía, y "la actitud de la consejera, más enfocada a conseguir titulares que a trabajar por la conservación del mismo". Por ello, la organización reclama un "plan concreto", con fondos suficientes, para evitar la ruina del patrimonio amenazado y convertirlo en un "factor de bienestar" en su entorno.
En palabras de Ana María Carnero, coportavoz provincial de EQUO, resulta "evidente cómo se van deteriorando poco a poco monumentos que tienen un gran valor cultural y que deberían servir como atractivo turístico y de dinamización socioeconómica".
Por su parte, Salustiano Luque ha calificado de “política de cartón piedra” las actuaciones de la Consejería de Cultura en Córdoba. “Rosa Aguilar, como ya sabemos bien en Córdoba, sería una gran vendedora, puesto que consigue que parezca que hace mucho cuando, en realidad, toda su actividad está dirigida a conseguir titulares y acaparar la atención mediática", denunció Luque.
Una fortaleza con siglos de historia
Entre los restos del Castillo de Dos Hermanas abundan las cerámicas protohistóricas y antiguas, ya que, además de una vasta fortificación medieval, fue éste un importante asentamiento orientalizante, ibérico y romano que también ha proporcionado restos numismáticos, fíbulas de la Edad de Hierro, una necrópolis visigoda y una inscripción votiva de varios ciudadanos del municipio romano de Ulia.
Las cerámicas ibéricas, como en Ategua, se hallan empotradas en los muros, es decir, que los restos ibéricos sirvieron para la construcción de la obra medieval. Según Bernier et alii, tal vez existiese en época ibérica un recinto amurallado en el lugar, que habría sido transformado y servido de cabeza al gran latifundio medieval de Los Córdoba.
A la vista de cimientos y torreones, este castillo probablemente fue, según algunos autores, de planta rectangular, con torres en las esquinas y patio de armas en el centro, como otros castillos de influjo musulmán. La excavación de 1999 puso en evidencia que la fortaleza contaba con tres grandes torreones, y en cada esquina otros cuatro salientes.
Según M. Valverde y F. Toledo, este castillo es de planta cuadrangular de 42 por 40 metros, con una torre en el ángulo este, de base cuadrada y de 6 metros de lado, siendo maciza desde su base hasta el nivel del terreno, reduciéndose a continuación para formar la cavidad que alojaba las escaleras que conducirían a una cámara en la parte superior, hoy desmochada. Desde la base descubierta tiene una altura de 14 metros. En el extremo Suroeste debió de poseer otra torre de menores dimensiones, desde la cual, y junto a las saeteras de la torre del homenaje, batiría este flanco y apoyaría a la que existe a mitad del muro Suroeste.
En la parte norte existen restos de una torre muy arruinada, como todo el castillo. Del muro este, incompleto, parte una cimentación que va a dividir en dos el castillo, uniéndose a un resto de fábrica que aún se eleva, en cuyo centro se ve un arco rebajado formado con dovelas desiguales en cuanto a su anchura; tiene una altura de 0,40 metros con una luz de 2 metros y ancho de 0,75, que sin duda sirvió de entrada a unas dependencias instaladas en la parte Noroeste, pudiendo tratarse de almacenes de víveres o de armas, o bien de ciertos alojamientos elementales, aunque para Pablo Moyano Llamas es el arco de entrada al castillo. En cualquier caso, como indica este autor, es un arco magnífico por lo bien construido, y hasta se puede distinguir el corte de alguna de las habitaciones laterales.
En la intersección de estos dos muros descritos del lado Este debió existir una torre, gemela a la opuesta del muro Oeste, e igual obra en el ángulo norte, suposición fundada en la analogía de las construcciones árabes, como ocurre en el castillo de Bujalance, cuyas torres tienen medidas exactas o muy aproximadas.
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL