Es curiosa la vida. La angustia inicial que sentí cuando me quedé sin trabajo se ha convertido en una oportunidad para ser libre, de no tener lazos con el mundo de mi padre. Me siento más ligera. Nunca me gustó que orientase mi vida y que me buscara el trabajo. Ahora decido yo y eso me da fuerza, siento más equilibrio sobre el alambre.
Además, ha llegado la primavera, con su días largos y su tiempo cambiante lleno de sorpresas. Atravieso una calle cualquiera bajo la fina lluvia y un olor suave a azahar se cuela por mi nariz, haciendo que mis ojos se cierren y toda yo entre en un remolino de flores blancas que expanden mi cuerpo hasta que éste pierde sus contornos y me convierto en una brisa de aire puro.
Mi abuela decía que las mañanitas de abril son muy buenas para dormir y es maravilloso quedarse hasta tarde perdida en unas sábanas suaves de algodón y zambullirse por debajo del embozo en busca de cálidos lugares en los que perderse. Siempre me gustó sumergirme en el mundo imaginario que habita debajo de las sábanas, en el que los caballitos de mar conviven con tesoros olvidados con los que jugar. Descubrir. Explorar. Soñar.
También en esta época mi Marta cínica y descreída es vencida por la Martita que sueña con el amor verdadero y que quiere sentir que mil mariposas la deshagan en suspiros. El tiempo se vuelve loco y yo con él. Subo, bajo, río, me deshago en lágrimas de añoranza... Las ansias de abrazos me poseen y busco en la calle una pista, una huella de ese chico que también está buscándome desde hace tiempo.
Yo no pido tanto. Solo quiero que me lleve a ver luciérnagas, que me abrace fuerte bajo las estrellas cuando el mar me estremezca, que me acaricie la cara mientras me besa y que me provoque tanta alegría como la que siento cuando me pierdo en la canción de Efecto Pasillo "Si te vienes a bailar conmigo". No es tanto...
Hoy estoy alegre, la luz dura más, empieza a oler a vacaciones y la esperanza ha arraigado en mi corazón con forma de trébol de cuatro hojas. La vida es bonita, la gente es buena, soy libre y mi camino es dorado.
Además, ha llegado la primavera, con su días largos y su tiempo cambiante lleno de sorpresas. Atravieso una calle cualquiera bajo la fina lluvia y un olor suave a azahar se cuela por mi nariz, haciendo que mis ojos se cierren y toda yo entre en un remolino de flores blancas que expanden mi cuerpo hasta que éste pierde sus contornos y me convierto en una brisa de aire puro.
Mi abuela decía que las mañanitas de abril son muy buenas para dormir y es maravilloso quedarse hasta tarde perdida en unas sábanas suaves de algodón y zambullirse por debajo del embozo en busca de cálidos lugares en los que perderse. Siempre me gustó sumergirme en el mundo imaginario que habita debajo de las sábanas, en el que los caballitos de mar conviven con tesoros olvidados con los que jugar. Descubrir. Explorar. Soñar.
También en esta época mi Marta cínica y descreída es vencida por la Martita que sueña con el amor verdadero y que quiere sentir que mil mariposas la deshagan en suspiros. El tiempo se vuelve loco y yo con él. Subo, bajo, río, me deshago en lágrimas de añoranza... Las ansias de abrazos me poseen y busco en la calle una pista, una huella de ese chico que también está buscándome desde hace tiempo.
Yo no pido tanto. Solo quiero que me lleve a ver luciérnagas, que me abrace fuerte bajo las estrellas cuando el mar me estremezca, que me acaricie la cara mientras me besa y que me provoque tanta alegría como la que siento cuando me pierdo en la canción de Efecto Pasillo "Si te vienes a bailar conmigo". No es tanto...
Hoy estoy alegre, la luz dura más, empieza a oler a vacaciones y la esperanza ha arraigado en mi corazón con forma de trébol de cuatro hojas. La vida es bonita, la gente es buena, soy libre y mi camino es dorado.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ