Casi todo el mundo conoce a Neil Armstrong y sus famosas palabras antes de poner el pie en la Luna: "Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Humanidad". Pero pocos recuerdan a Eugene Cernan, el último hombre en recorrer nuestro satélite en diciembre de 1972.
Cernan fue, junto a Jim Lovell y John Young, uno de los tres astronautas que han viajado a la Luna en dos ocasiones. En la misión Apolo X orbitó alrededor de nuestro satélite, quedando a tan sólo 16 kilómetros de la superficie, como paso previo a la gran aventura del Apolo XI.
Con 38 años consiguió alunizar, durante la misión Apolo XVII, convirtiéndose así en uno de los doce humanos que han tenido el privilegio de poner los pies sobre el satélite. Anteriormente había viajado al espacio con la misión Géminis IX, siendo el segundo americano en realizar un paseo espacial en 1966.
La misión del Apolo XVII fue la mejor de las seis misiones que tocaron el suelo lunar. En ella viajaba Harrison Schmitt, el único geólogo que ha pisado hasta el momento la superficie de nuestro satélite. Todos los demás eran militares.
Cernan recopiló sus memorias en una interesante autobiografía, The Last Man on the Moon (en español, El último hombre en la Luna), donde cuenta cómo fueron los últimos minutos de la misión, la transformación que vivió en su interior durante aquellos tres días y el sentimiento de maravilla por estar en la Luna, empañado por la culpabilidad de sentirse un elegido, un privilegiado.
Cuando subía la escalerilla para regresar a la Tierra se olvidó de las notas que había preparado como despedida y dijo las frases que han quedado para la Historia: "Nos vamos de la misma forma en que llegamos y, si Dios quiere, de la misma forma en que volveremos, con paz y esperanza para toda la humanidad. Ahora que doy los últimos pasos desde la superficie quisiera dejar constancia de que el reto estadounidense de hoy ha forjado el destino del Hombre del mañana. Buen viaje, Apolo XVII".
En algunas declaraciones a la prensa se quejaba con ironía de estas tres décadas de abandono de la exploración lunar: "La buena noticia es que aquí estoy: el último hombre que caminó en la Luna. La mala es que aquí estoy, más de tres décadas después de la última caminata de un hombre sobre la Luna".
El lugar que ocupa en la historia Eugene Cernan perderá vigencia dentro de unos años, pues ya hay planes de retomar los viajes tripulados a la Luna como antesala a la gran misión de exploración de este siglo: el viaje a Marte.
China planea poner a un hombre en la Luna en un corto periodo de tiempo, después de haber retrasado el plazo en varias ocasiones. También las agencias espaciales de Rusia, Japón, Estados Unidos, Europa e, incluso la India, han tenido puestas sus miras en nuestro satélite, aunque la crisis económica mundial ha acabado trastocando todos los planes. Veremos.
Cernan fue, junto a Jim Lovell y John Young, uno de los tres astronautas que han viajado a la Luna en dos ocasiones. En la misión Apolo X orbitó alrededor de nuestro satélite, quedando a tan sólo 16 kilómetros de la superficie, como paso previo a la gran aventura del Apolo XI.
Con 38 años consiguió alunizar, durante la misión Apolo XVII, convirtiéndose así en uno de los doce humanos que han tenido el privilegio de poner los pies sobre el satélite. Anteriormente había viajado al espacio con la misión Géminis IX, siendo el segundo americano en realizar un paseo espacial en 1966.
La misión del Apolo XVII fue la mejor de las seis misiones que tocaron el suelo lunar. En ella viajaba Harrison Schmitt, el único geólogo que ha pisado hasta el momento la superficie de nuestro satélite. Todos los demás eran militares.
Cernan recopiló sus memorias en una interesante autobiografía, The Last Man on the Moon (en español, El último hombre en la Luna), donde cuenta cómo fueron los últimos minutos de la misión, la transformación que vivió en su interior durante aquellos tres días y el sentimiento de maravilla por estar en la Luna, empañado por la culpabilidad de sentirse un elegido, un privilegiado.
Cuando subía la escalerilla para regresar a la Tierra se olvidó de las notas que había preparado como despedida y dijo las frases que han quedado para la Historia: "Nos vamos de la misma forma en que llegamos y, si Dios quiere, de la misma forma en que volveremos, con paz y esperanza para toda la humanidad. Ahora que doy los últimos pasos desde la superficie quisiera dejar constancia de que el reto estadounidense de hoy ha forjado el destino del Hombre del mañana. Buen viaje, Apolo XVII".
En algunas declaraciones a la prensa se quejaba con ironía de estas tres décadas de abandono de la exploración lunar: "La buena noticia es que aquí estoy: el último hombre que caminó en la Luna. La mala es que aquí estoy, más de tres décadas después de la última caminata de un hombre sobre la Luna".
El lugar que ocupa en la historia Eugene Cernan perderá vigencia dentro de unos años, pues ya hay planes de retomar los viajes tripulados a la Luna como antesala a la gran misión de exploración de este siglo: el viaje a Marte.
China planea poner a un hombre en la Luna en un corto periodo de tiempo, después de haber retrasado el plazo en varias ocasiones. También las agencias espaciales de Rusia, Japón, Estados Unidos, Europa e, incluso la India, han tenido puestas sus miras en nuestro satélite, aunque la crisis económica mundial ha acabado trastocando todos los planes. Veremos.
PACO BELLIDO