Soy demasiado impulsiva: cuando tomo una decisión, la zozobra me ataca queriendo conseguir la meta ya. Eso me ha pasado en un primer momento con la decisión de volver a España. Me vino la idea a la cabeza y quise llevarla a cabo al segundo. Quise pintar el Guernica en una hora. Dejé que el caballo de "lo quiero ya" corriera sin mí y la meditación me trajo al presente y me invitó a dejar escapar ese equino que me destetabiliza.
No es tan fácil. Tengo que estar con los niños hasta que terminen el curso, darle tiempo a su madre para que encuentre otra cuidadora. Mi piso está alquilado: no me podía permitir tenerlo cerrado con todos los gastos que tiene y si me voy ya: ¿de qué voy a vivir?
Como yo estoy cambiando, mi mundo está cambiando. Mariana me ha dicho que han salido una oposiciones para la Biblioteca Nacional. Mi sueño hecho realidad. Me he parado para ver con qué recursos cuento; ella me ha ofrecido su minipiso mientras me sale algo. Vive en mi barrio favorito: Malasaña.
Mis ahorros, el alquiler, mi amiga y mi fuerza de voluntad harán que mis manos puedan acariciar incunables, primeras ediciones, y me permitirán vivir en un mundo lleno de historias y de voces que me contarán historias propias y ajenas. No vislumbro un camino fácil, pero esta no es una huida. Este es un camino hacia mí, hacia lo que quiero: tomar las riendas de mi vida.
Hasta ahora solo me he quejado de lo que me ha pasado, sintiendo el peso de un pasado pesado sobre mi cuello y mis hombros. Mi cabeza ya no está enfocada hacia lo que pudo ser y no fue. El trayecto vivido está archivado en un estante donde no hay lugar para la ira. Soy lo que soy por la existencia que me ha tocado vivir. Soltar, esa es mi consigna: dejar ir todo lo que me impide avanzar.
Calma, lucidez, paz es lo que me habita. A ver cuánto tiempo me dura... Lo he vuelto a hacer otra vez: ha aparecido mi reflejo antiguo en ese espejo que trato de romper. Inspiro, he llegado; expiro, estoy en casa.
No es tan fácil. Tengo que estar con los niños hasta que terminen el curso, darle tiempo a su madre para que encuentre otra cuidadora. Mi piso está alquilado: no me podía permitir tenerlo cerrado con todos los gastos que tiene y si me voy ya: ¿de qué voy a vivir?
Como yo estoy cambiando, mi mundo está cambiando. Mariana me ha dicho que han salido una oposiciones para la Biblioteca Nacional. Mi sueño hecho realidad. Me he parado para ver con qué recursos cuento; ella me ha ofrecido su minipiso mientras me sale algo. Vive en mi barrio favorito: Malasaña.
Mis ahorros, el alquiler, mi amiga y mi fuerza de voluntad harán que mis manos puedan acariciar incunables, primeras ediciones, y me permitirán vivir en un mundo lleno de historias y de voces que me contarán historias propias y ajenas. No vislumbro un camino fácil, pero esta no es una huida. Este es un camino hacia mí, hacia lo que quiero: tomar las riendas de mi vida.
Hasta ahora solo me he quejado de lo que me ha pasado, sintiendo el peso de un pasado pesado sobre mi cuello y mis hombros. Mi cabeza ya no está enfocada hacia lo que pudo ser y no fue. El trayecto vivido está archivado en un estante donde no hay lugar para la ira. Soy lo que soy por la existencia que me ha tocado vivir. Soltar, esa es mi consigna: dejar ir todo lo que me impide avanzar.
Calma, lucidez, paz es lo que me habita. A ver cuánto tiempo me dura... Lo he vuelto a hacer otra vez: ha aparecido mi reflejo antiguo en ese espejo que trato de romper. Inspiro, he llegado; expiro, estoy en casa.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ
