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Juan Eladio Palmis | Los ogros verdes

Mantienen algunos enterados en la cuestión que la palabra "ogro" deriva, no de mirarle el gesto con esa sonrisa chambilera al ministro de Hacienda actual –cuyo nombre no voy a escribir para no darle fama– sino de los Ugrarios, de los ugrías o ugrianos, de los que posteriormente surgió lo de "húngaro" y "Hungría".



Puede ser que sea así y, por tanto, no por tener una idea de la posible procedencia etimológica de la palabra la presencia de un ogro (por cierto, no se sabe nada en mitología alguna de ogras) nos deja más serenos y despreocupados.

Los ogros actuales que se autopintan de verde, que dicen ser gente verde preocupada por el medio ambiente, puede que, por tradición de su gremio, coman carne humana en la intimidad de sus aquelarres, como antes, nos cuentan, lo hacían en sus convites los ogros sindicados, que también es coincidencia que hoy en día a todos los ogros modernos los pintan del color verde esperanza.

El ogro actual devorador de nuestros impuestos es un incansable mentiroso que puede exhibir con orgullo y porque lleva razón, que está vivo, que existe, porque nosotros, los muchachotes que constituimos los pueblos, las gentes, les permitimos que existan, y consuman nuestros recursos económicos en una hoguera en la que solo se calientan ellos y a nosotros nos soplan, riéndose para que nos traguemos el humo.

Hablaba días atrás con un amante conocedor en profundidad de las energías renovables, y como la vida me ha dado el escarmiento de que hace más de cuarenta años me tomé poco más o menos que a chufla lo que decía un señor con visión de que mucho del futuro de nuestra sociedad descansaba en la desalinización del agua del mar y de su venta, en esta otra ocasión que escuchaba al técnico en energías renovables, escuché lo que me decía con toda atención, y me propuse, si otra cosa no, publicitar todo aquello que yo pudiera respecto de algo que está ahí, que quiera o no quiera España y los amichis de los amichis, más bien temprano que tarde nos pasaremos por el arco del triunfo las inmorales, antidemocráticas y antitodo leyes que prohíben el uso doméstico de la energía solar y eólica, y lo mismo que los coches y camiones eléctricos son una realidad que ya está a la vuelta de la esquina, recuperaremos lo que las eléctricas nos robaron y nos roban a diario.

La independencia energética de una localidad será un hecho palpable, tangible y nada utópico, porque si hablamos solo de turbinas generadoras eólicas, con un costo de instalación de apenas unos pocos millones de euros, menos de una decena, y en muchos casos mucho menos, se puede generar electricidad mediante molinos instalados en lugares adecuados para darle, totalmente de gratis, a cualquier localidad que calcule sus necesidades de consumo y almacenaje, supuesto que tan solo con la factura de trabuco armado de las empresas eléctricas españolas por los alumbrados públicos y los repartos de beneficios, acarreos de dineros a paraísos fiscales y demás atracos, nos sobra dinero municipal para amortizar en pocos años cualquier instalación que cubra las necesidades energéticas de una localidad.

Ahora, para que los amichis de los amichis puedan, contraviniendo leyes europeas que se las pasan por las entrepiernas, robar a placer, mientras fuera de España están los gobiernos por la labor de las energías renovables, culpa de nosotros, el pueblo, aquí, acá, el Gobierno central y los de las taifas españolas, están legislando y defendiendo con todo el potencial que le dan los votos recibidos y los golpecitos en la espalda, leyes a favor de los dichos amichis y en contra de nosotros, que enciman nos consideran los ogros verdes, y con mucha razón, piensan que somos más que bobos.

Está claro que no nos pondremos nunca de acuerdo en determinar quién fue el primero al que se le ocurrió utilizar el tenedor con lo cual ganaba en precisión y longitud de brazo. Tampoco las empresas energéticas que todo su patrimonio nos lo robaron legalmente a nosotros las gentes, querrán ser la primeras en dejar que las limpias aspas de un molino girando acaben con sus negocios sucios, mugrientos y despiadados y ocultarán que son palas no activas en cuanto que no tienen avance y resbalan en el aire, nada por tanto perjudicial para los pájaros que vuelan pero sí y mucho para acabar con los pájaros de los accionariados de las eléctricas que nos están tirando sin misericordia alguna a las gentes, con la complicidad de sus amigos políticos que nosotros les suministramos.

Y se pone en evidencia, mientras indiferentes nos cruzamos de brazos en una España rica en sol y rica en vientos, que puede ser un remedio inmediato a resolver con urgencia, una necesidad imperiosa de ya, tal como hizo Inglaterra que, de un día para otro, se levantaron de la cama sin maderas para quemar en la lumbre y se recurrió al carbón, y se acabaron muchos problemas.

Los pájaros que vuelan, que dicen que quieren proteger nuestros ogros políticos verdes de los molinos, en la más concreta y pura realidad no tienen plumas, llevan escamas en lugar de piel, y se está riendo de nosotros a mandíbula desencajada, mientras se reparten cifras fabulosas de beneficio sin exponer un euro personal.

Salud y Felicidad.

JUAN ELADIO PALMIS
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