Médico especialista en Medicina Familiar y
Comunitaria y postgrado en Medicina Preventiva y Salud Pública, Odile
Fernández (Granada, 1978) superó un cáncer de ovarios con metástasis y
tiene tres hijos. Después del éxito de Mi revolución anticáncer, vuelve con Recetas para vivir con salud,
que incluye recetas de chefs como Adriá, Arguiñano, José Andrés, Ángel
León o los hermanos Joan y Jordi Roca. El libro descubre los tres
pilares fundamentales, según su autora, para conseguir una alimentación
saludable: la cocina de la felicidad, la cocina anticáncer y la cocina
de la larga vida.
—'Recetas para vivir con salud'. ¿Cómo definirías esa cocina brevemente sin que se nos queme la olla?
—Sería una cocina para intentar prevenir la mayoría de enfermedades, sobre todo el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardíacas, donde se presta atención a la dieta mediterránea, basándose en la cocina de la felicidad, en la cocina anitcáncer y en la cocina de la larga vida.
—Hablas de la cocina de la felicidad. ¿La felicidad es necesaria para gozar de buena salud?
—Sabemos que las emociones influyen en la salud. Si estamos bien emocionalmente, podremos gozar de mejor salud. Comiendo saludable, podemos mejorar nuestro bienestar.
—Al igual que de la felicidad, ¿podríamos hablar de la comida de la infelicidad?
—Sí. Si basamos nuestra alimentación en comidas rápidas, ultraprocesadas, ricas en calorías, azúcar y grasas trans, nos sentiremos apáticos, fatigados, cansados y tristes.
—Te diagnosticaron un cáncer en el ovario con metástasis. Y estás curada. Pero no hablamos de un milagro.
—Nunca. Yo hice medicina integrativa. Combinar la medicina oficial con todo aquello que te puede beneficiar desde un punto de vista científico, que sabemos que es buena cocina, ejercicio físico y bienestar emocional.
—Los factores medioambientales y el estilo de vida influyen en un 90 por ciento en la provocación del cáncer. Con una alimentación responsable se podría evitar hasta un 50 por ciento.
—La Organización Mundial de la Salud y la Sociedad Española de Oncología Médica nos dicen que el 40 o el 50 por ciento de todos los cánceres se podrían prevenir con una buena alimentación y un estilo de vida saludable. Por tanto, es una herramienta preventiva muy potente la que está en nuestras manos.
—Consumir un litro de leche al día, decían antes nuestros padres. Hoy sabemos que los lácteos son perjudiciales.
—(Ríe). Tanto la Fundación de Dieta Mediterránea como la Escuela de Salud Pública de Harvard nos dicen que no más de uno o dos lácteos al día, y mejor en forma fermentada como yogures y queso, al tener menos lactosa. Las cosas van cambiando gracias a los estudios.
—Alimentación para batallarlo. Pero no hay una alimentación que cure el cáncer.
—A día de hoy, no podemos afirmar esto. Sabemos que nos ayuda en prevención. Sabemos que mejora la calidad de vida, disminuye los efectos secundarios y también sabemos que hace más efectivos los tratamientos, pero no es un tratamiento per se. Es un complemento.
—¿Qué aportan a nuestro organismo especias como la cayena, el chile, la canela o la pimienta?
—Son especias antiinflamatorias. Reducen la inflamación. Cuando hay más inflamación, hay más cáncer, hay más enfermedades mentales, hay más diabetes. Por tanto, nos ayuda en la prevención de las enfermedades crónicas. Cuanto más, mejor.
—Se habla mucho de las bondades de la dieta mediterránea. Pero no sé si todos tenemos el mismo concepto de lo que es.
—Sí. Ese es uno de los problemas. Dieta mediterránea tradicional es basar nuestra alimentación un 80 por ciento en el mundo vegetal, 20 por ciento animal, pero pescado y huevo preferentemente. Desterrar el azúcar, carnes rojas, embutidos y alimentos azucarados.
—Hablas en tu libro también de fórmulas en la cocina para alargar la vida. Con lo longevos que somos los españoles, ¿quién pagará nuestras pensiones?
—(Ríe). Esa es una buena pregunta. Además, quién las va a pagar si no nacen niños. Claro, es que aquí a lo mejor hay que fomentar las políticas de natalidad. Hay que vivir mucho pero también hay que fomentar la natalidad. La idea de la cocina de la larga vida es que todos vivamos muchos años, pero sobre todo que vivamos con calidad de vida, que tengamos salud hasta el último momento de nuestra vida. Vamos a envejecer pero podemos frenar el envejecimiento.
—En tu libro incluyes recetas de Ferrá Adriá, Arguiñano, Susi Díaz o Alma Obregón.
—Es un libro solidario en el que han colaborado todos estos chefs para poder llevar la cocina mediterránea a la mesa de los lectores.
—Como decías, las emociones también influyen en lo que comemos. Al final, será verdad eso de que los problemas engordan o matan.
—(Ríe). Sí. Sabemos que las emociones negativas nos hacen más vulnerables a las enfermedades y, cuando estamos mal emocionalmente, comemos peor, engordamos más y al final es un ciclo vicioso.
—Las personas más altas tienen más riesgo de morir prematuramente que las bajas. Pero en este país seguimos creciendo.
—(Ríe). En este país estamos creciendo más a lo ancho que a lo alto. Este es uno de los problemas que está teniendo España. Es verdad que a lo alto se crece un poco. No estamos desnutridos. Uno de los problemas de España es que estamos creciendo más a lo ancho que a lo alto. Cuanto más a lo ancho crecemos, más diabetes, más cáncer, más enfermedades cardíacas. Uno de los motivos por el que somos tan longevos en el Mediterráneo es porque somos más bajos que los países nórdicos, donde son mucho más altos.
—'Recetas para vivir con salud'. ¿Cómo definirías esa cocina brevemente sin que se nos queme la olla?
—Sería una cocina para intentar prevenir la mayoría de enfermedades, sobre todo el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardíacas, donde se presta atención a la dieta mediterránea, basándose en la cocina de la felicidad, en la cocina anitcáncer y en la cocina de la larga vida.
—Hablas de la cocina de la felicidad. ¿La felicidad es necesaria para gozar de buena salud?
—Sabemos que las emociones influyen en la salud. Si estamos bien emocionalmente, podremos gozar de mejor salud. Comiendo saludable, podemos mejorar nuestro bienestar.
—Al igual que de la felicidad, ¿podríamos hablar de la comida de la infelicidad?
—Sí. Si basamos nuestra alimentación en comidas rápidas, ultraprocesadas, ricas en calorías, azúcar y grasas trans, nos sentiremos apáticos, fatigados, cansados y tristes.
—Te diagnosticaron un cáncer en el ovario con metástasis. Y estás curada. Pero no hablamos de un milagro.
—Nunca. Yo hice medicina integrativa. Combinar la medicina oficial con todo aquello que te puede beneficiar desde un punto de vista científico, que sabemos que es buena cocina, ejercicio físico y bienestar emocional.
—Los factores medioambientales y el estilo de vida influyen en un 90 por ciento en la provocación del cáncer. Con una alimentación responsable se podría evitar hasta un 50 por ciento.
—La Organización Mundial de la Salud y la Sociedad Española de Oncología Médica nos dicen que el 40 o el 50 por ciento de todos los cánceres se podrían prevenir con una buena alimentación y un estilo de vida saludable. Por tanto, es una herramienta preventiva muy potente la que está en nuestras manos.
—Consumir un litro de leche al día, decían antes nuestros padres. Hoy sabemos que los lácteos son perjudiciales.
—(Ríe). Tanto la Fundación de Dieta Mediterránea como la Escuela de Salud Pública de Harvard nos dicen que no más de uno o dos lácteos al día, y mejor en forma fermentada como yogures y queso, al tener menos lactosa. Las cosas van cambiando gracias a los estudios.
—Alimentación para batallarlo. Pero no hay una alimentación que cure el cáncer.
—A día de hoy, no podemos afirmar esto. Sabemos que nos ayuda en prevención. Sabemos que mejora la calidad de vida, disminuye los efectos secundarios y también sabemos que hace más efectivos los tratamientos, pero no es un tratamiento per se. Es un complemento.
—¿Qué aportan a nuestro organismo especias como la cayena, el chile, la canela o la pimienta?
—Son especias antiinflamatorias. Reducen la inflamación. Cuando hay más inflamación, hay más cáncer, hay más enfermedades mentales, hay más diabetes. Por tanto, nos ayuda en la prevención de las enfermedades crónicas. Cuanto más, mejor.
—Se habla mucho de las bondades de la dieta mediterránea. Pero no sé si todos tenemos el mismo concepto de lo que es.
—Sí. Ese es uno de los problemas. Dieta mediterránea tradicional es basar nuestra alimentación un 80 por ciento en el mundo vegetal, 20 por ciento animal, pero pescado y huevo preferentemente. Desterrar el azúcar, carnes rojas, embutidos y alimentos azucarados.
—Hablas en tu libro también de fórmulas en la cocina para alargar la vida. Con lo longevos que somos los españoles, ¿quién pagará nuestras pensiones?
—(Ríe). Esa es una buena pregunta. Además, quién las va a pagar si no nacen niños. Claro, es que aquí a lo mejor hay que fomentar las políticas de natalidad. Hay que vivir mucho pero también hay que fomentar la natalidad. La idea de la cocina de la larga vida es que todos vivamos muchos años, pero sobre todo que vivamos con calidad de vida, que tengamos salud hasta el último momento de nuestra vida. Vamos a envejecer pero podemos frenar el envejecimiento.
—En tu libro incluyes recetas de Ferrá Adriá, Arguiñano, Susi Díaz o Alma Obregón.
—Es un libro solidario en el que han colaborado todos estos chefs para poder llevar la cocina mediterránea a la mesa de los lectores.
—Como decías, las emociones también influyen en lo que comemos. Al final, será verdad eso de que los problemas engordan o matan.
—(Ríe). Sí. Sabemos que las emociones negativas nos hacen más vulnerables a las enfermedades y, cuando estamos mal emocionalmente, comemos peor, engordamos más y al final es un ciclo vicioso.
—Las personas más altas tienen más riesgo de morir prematuramente que las bajas. Pero en este país seguimos creciendo.
—(Ríe). En este país estamos creciendo más a lo ancho que a lo alto. Este es uno de los problemas que está teniendo España. Es verdad que a lo alto se crece un poco. No estamos desnutridos. Uno de los problemas de España es que estamos creciendo más a lo ancho que a lo alto. Cuanto más a lo ancho crecemos, más diabetes, más cáncer, más enfermedades cardíacas. Uno de los motivos por el que somos tan longevos en el Mediterráneo es porque somos más bajos que los países nórdicos, donde son mucho más altos.
ANTONIO LÓPEZ HIDALGO
FOTOGRAFÍA: ELISA ARROYO
FOTOGRAFÍA: ELISA ARROYO