La Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural augura una “buena vendimia” que recuperará, según explicó ayer el titular del departamento autonómico, Rodrigo Sánchez Haro, las fechas habituales y un alto nivel de producción. Ésta es la principal conclusión del primer informe de la campaña 2018 elaborado sobre la base de la coordinación permanente con los consejos reguladores de las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) y Vinos de Calidad.
En general, tal y como se desprende del análisis de la situación del cultivo, el estado del viñedo es “muy positivo”, animado por la abundante lluvia caída en la primavera para recargar los acuíferos y las reservas del suelo y de las plantas. Las cepas, en consecuencia, afrontan el inicio de la recolección de la viña “llenas de energía y vigorosas”, lo que invita, en palabras del consejero, a dejar atrás, “por fin”, unos años en los que “hemos tenido que estar demasiado pendientes de los efectos del estrés hídrico”.
La falta de incidencias durante la floración y las suaves temperaturas, de hecho, han favorecido el cuajado del fruto y su desarrollo sin problemas. No en vano, las condiciones climatológicas, unidas, como resaltó el consejero, al “especial cuidado de los viticultores”, apuntan a un viñedo libre de plagas y enfermedades y a una uva, en consecuencia, “sana y de calidad”. Los tratamientos preventivos han aplacado, no en vano, la amenaza del mildiu o el oídio.
La DOP Montilla-Moriles volverá a inaugurar la campaña con unas primeras recolecciones de uva en torno a los primeros de agosto, una imagen que dista mucho de la que se registraba hace exactamente un año, cuando una extensa e intensa ola de calor obligaba a adelantar el inicio de la vendimia al 19 de julio y, además, mermaba la producción de manera considerable.
«Sin duda, las lluvias de la primavera han permitido que las viñas se recuperen y produzcan más uva, y además estamos teniendo unas temperaturas que favorecen la correcta maduración del fruto», apuntó el gerente de la cooperativa agrícola La Unión, Antonio Martínez, quien se mostró confiado en que el aumento de cosecha pueda superar este año el 30 por ciento con respecto al aforo del 2017, que se saldó con 32 millones de kilos de uva blanca y 3,5 millones de kilos de uva tinta, según datos de Asaja-Córdoba.
En los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del 2003, con 86,1 millones de kilos de uva, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino, de los que 1,5 millones correspondieron a la variedad Pedro Ximénez y 507.000 litros a vinos jóvenes. Desde entonces, el aforo hecho público por el Consejo Regulador sitúa en 2012 la peor cosecha de la última década, cuando cooperativas y bodegas apenas molturaron 27,6 millones de kilos.
En general, tal y como se desprende del análisis de la situación del cultivo, el estado del viñedo es “muy positivo”, animado por la abundante lluvia caída en la primavera para recargar los acuíferos y las reservas del suelo y de las plantas. Las cepas, en consecuencia, afrontan el inicio de la recolección de la viña “llenas de energía y vigorosas”, lo que invita, en palabras del consejero, a dejar atrás, “por fin”, unos años en los que “hemos tenido que estar demasiado pendientes de los efectos del estrés hídrico”.
La falta de incidencias durante la floración y las suaves temperaturas, de hecho, han favorecido el cuajado del fruto y su desarrollo sin problemas. No en vano, las condiciones climatológicas, unidas, como resaltó el consejero, al “especial cuidado de los viticultores”, apuntan a un viñedo libre de plagas y enfermedades y a una uva, en consecuencia, “sana y de calidad”. Los tratamientos preventivos han aplacado, no en vano, la amenaza del mildiu o el oídio.
La DOP Montilla-Moriles volverá a inaugurar la campaña con unas primeras recolecciones de uva en torno a los primeros de agosto, una imagen que dista mucho de la que se registraba hace exactamente un año, cuando una extensa e intensa ola de calor obligaba a adelantar el inicio de la vendimia al 19 de julio y, además, mermaba la producción de manera considerable.
«Sin duda, las lluvias de la primavera han permitido que las viñas se recuperen y produzcan más uva, y además estamos teniendo unas temperaturas que favorecen la correcta maduración del fruto», apuntó el gerente de la cooperativa agrícola La Unión, Antonio Martínez, quien se mostró confiado en que el aumento de cosecha pueda superar este año el 30 por ciento con respecto al aforo del 2017, que se saldó con 32 millones de kilos de uva blanca y 3,5 millones de kilos de uva tinta, según datos de Asaja-Córdoba.
En los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del 2003, con 86,1 millones de kilos de uva, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino, de los que 1,5 millones correspondieron a la variedad Pedro Ximénez y 507.000 litros a vinos jóvenes. Desde entonces, el aforo hecho público por el Consejo Regulador sitúa en 2012 la peor cosecha de la última década, cuando cooperativas y bodegas apenas molturaron 27,6 millones de kilos.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR