En la larga historia que ya tiene la industria discográfica, me atrevería a asegurar que, dentro de ella y en década de los setenta, se editó un disco que fue un auténtico bombazo o, mejor dicho, un auténtico filón en muchos sentidos. Me estoy refiriendo a Tubular Bells de Mike Oldfield, pues fue el arranque del sello Virgin Records de Richard Branson que, con el paso de los años, se convertiría en un emporio empresarial llamado Virgin.
Pero Tubular Bells no solo fue conocido en su momento como un disco innovador, y que se convertiría, con el paso de los años, en un hito musical, sino que también su imagen ha pasado es un verdadero icono visual, pues su portada en la que aparece un tubo metálico doblado y flotando en el aire sobre una fotografía marítima se convirtió en todo un símbolo visual.
Puesto que en esta serie intento agrupar discos en función del significado de sus portadas, una pregunta que me hacía tomando como referencia la imagen de Tubular Bells era la siguiente: ¿Hay otros discos, aparte del citado, que hubieran sido auténticos éxitos musicales y en cuyas portadas apareciera claramente como protagonista algún objeto flotando en el aire?
Difícil cuestión. No obstante, tras revisar cientos de diseños de las carátulas de los álbumes, encontré dos de ellos que respondían a este criterio. Se trataba de Brothers in Arms del grupo Dire Straits y Automatic for the People de REM.
Como podremos comprobar, aparte del enorme éxito que tuvieron nada más salir al mercado y la singular característica de sus diseños, no existe otro aspecto que los unifique, pues son estilos musicales muy diferenciados los que tienen cada uno de ellos. De todos modos, vamos a analizar estos tres trabajos, pues merece la pena traerlos al presente.
El archiconocido Tubular Bells tiene una larga historia que conviene recordar, ya que su autor, Mike Oldfield, exprimió tanto su primer trabajo que creo que se ha llegado a casi una saturación del “milagro” original.
Recordemos que en el año 1973 (hace nada menos que 45 años) ve la luz un disco que inmediatamente llama poderosamente la atención, puesto que es todo música sin que en ninguna de las dos partes de las que se compone haya canciones, si excluimos los gruñidos que aparecen en la segunda cara del elepé.
En la actualidad, su autor es de sobra conocido por un público muy amplio; sin embargo, en aquel año de comienzos de la década de los setenta, sorprendía que un chico de 17 años hubiera compuesto esta larga ‘sinfonía’ y que él mismo fuera el intérprete de los numerosos instrumentos que se habían utilizado para la misma.
Por otro lado, tal como he apuntado, sería Richard Branson, propietario del incipiente sello Virgin Records, el que pusiera toda su confianza en este joven prodigio. Y acertó plenamente pues, con los años, Virgin se convirtió en un megaproyecto, ya que en la actualidad aglutina a más de 200 empresas, entre las que se encuentra una línea aérea, que cuenta con 50.000 empleados en veintinueve países.
Tubular Bells no solo fue éxito por la música, ya que su portada, tal como he aportado, se convirtió en una imagen de gran potencia visual. La misma se debe a Trevor Key, creador gráfico que también había realizado trabajos para Peter Gabriel o Phil Collins. Su diseño se basa en la panorámica de un mar con una pequeña ola, de modo que flotando en el aire aparece el dibujo de una de esas campanas tubulares que Mike Oldfield toca el final de la primera cara del elepé.
Pero la fuerza de ese diseño se debe a que Trevor Key dibuja la campana tubular de forma retorcida y con una amplia visión en perspectiva, convirtiéndose en un auténtico icono que queda en el recuerdo de muchos de los amantes de la música popular.
“¿Cómo se llama el instrumento que toca Mark Knopfler y que aparece flotando en el aire de la portada del elepé Brothers in Arms de Dire Straits?”. Es la pregunta que muchos se hacían cuando este magnífico disco vio la luz en 1985. Y la pregunta tenía sentido, puesto que no era uno de los instrumentos habituales que podían verse en los grupos de rock.
Lo cierto es que nos encontrábamos ante el quinto disco de estudio, tras los exitosos Dire Straits (1978), Communiqué (1979), Making Movies (1980) y Love Over Gold (1982). Pero con Brothers in Arms, el grupo llegó a alcanzar la venta de la nada desdeñable cifra de los nueve millones de copias. La razón se debía a que, aparte de la canción que le daba el título al elepé, en el disco se encontraban otras maravillas como So Far Away o Money For Nothing, pequeñas joyas musicales dentro de un disco magnífico.
Con respecto al instrumento que tocaba Mark Knopfler, quisiera apuntar que se trata de un dobro metálico y electrificado, idea original del líder de Dire Straits, ya que el dobro tradicional es una especie de guitarra acústica resonadora que tiene en su círculo central un disco metálico, que se encuentra flotante y cogido solamente por el puente. De este modo, el grupo obtenía ese sonido tan característico con el que inmediatamente se le identificaba.
Como dato complementario, quisiera apuntar que el dobro es un instrumento habitual dentro de músicas genuinas de América del Norte, caso del bluegrass o del country. A pesar de que estos estilos musicales son minoritarios en nuestro país, quisiera indicar que también tiene incondicionales seguidores, que semanalmente son alentados por el gran Manolo Fernández, alma mater del veterano programa de radio Toma Uno.
Tras el enorme éxito de Out of Time, a R.E.M., el grupo liderado Michael Stipe, se le planteaba el interrogante “¿Y ahora qué hacemos?”. Y es que la popularidad de Losing My Religion y del festivo y bailarín tema Shiny Happy People encerraba al grupo de Athens (Georgia) dentro de una línea que no estaban dispuestos a seguir.
Por lo pronto se dejó atrás la portada luminosa de Out of Time, en la que podía verse el nombre del grupo y el título del disco dentro de un maro irregular con un amarillo intenso, para encargar al fotógrafo Anton Corbijn que diseñara la de su octavo trabajo.
Corbijn acude a presentar una especie de estrella metálica y pesada, de seis puntas y con un centro cúbico, de tonalidades grisáceas. El título del nuevo trabajo, aparecido en 1992, Automatic for the People, aparece escrito en blanco en la parte superior del cuadro, al tiempo que el nombre del grupo se encuentra en pleno centro.
La imagen de negrura que destila la portada se corresponde con la tristeza y oscuridad que emanan de la mayoría de las canciones. Allí se encuentran Drive, el tema que abre el álbum y que se convertiría en un gran éxito; también aparece Everybody Hurts, otro de los temas sobresalientes; cerrándose con Find the River.
Según el sello Warner Bros., en el que R.E.M. publica a partir de Green, su sexto álbum, las ventas de Automatic for the People alcanzaron la cifra de tres millones y medio de copias, convirtiéndose, de este modo, en el disco más vendido de todos los que vieran la luz de la banda de Athens.
El último trabajo de R.E.M., Collapse into Now, aparece en el año 2011, veintiocho después de que viera la luz Murmur, su primera producción. Una larga trayectoria que alcanzó su culminación con el disco que comentamos y que queda en el recuerdo de los muchos seguidores de la banda.
Pero Tubular Bells no solo fue conocido en su momento como un disco innovador, y que se convertiría, con el paso de los años, en un hito musical, sino que también su imagen ha pasado es un verdadero icono visual, pues su portada en la que aparece un tubo metálico doblado y flotando en el aire sobre una fotografía marítima se convirtió en todo un símbolo visual.
Puesto que en esta serie intento agrupar discos en función del significado de sus portadas, una pregunta que me hacía tomando como referencia la imagen de Tubular Bells era la siguiente: ¿Hay otros discos, aparte del citado, que hubieran sido auténticos éxitos musicales y en cuyas portadas apareciera claramente como protagonista algún objeto flotando en el aire?
Difícil cuestión. No obstante, tras revisar cientos de diseños de las carátulas de los álbumes, encontré dos de ellos que respondían a este criterio. Se trataba de Brothers in Arms del grupo Dire Straits y Automatic for the People de REM.
Como podremos comprobar, aparte del enorme éxito que tuvieron nada más salir al mercado y la singular característica de sus diseños, no existe otro aspecto que los unifique, pues son estilos musicales muy diferenciados los que tienen cada uno de ellos. De todos modos, vamos a analizar estos tres trabajos, pues merece la pena traerlos al presente.
El archiconocido Tubular Bells tiene una larga historia que conviene recordar, ya que su autor, Mike Oldfield, exprimió tanto su primer trabajo que creo que se ha llegado a casi una saturación del “milagro” original.
Recordemos que en el año 1973 (hace nada menos que 45 años) ve la luz un disco que inmediatamente llama poderosamente la atención, puesto que es todo música sin que en ninguna de las dos partes de las que se compone haya canciones, si excluimos los gruñidos que aparecen en la segunda cara del elepé.
En la actualidad, su autor es de sobra conocido por un público muy amplio; sin embargo, en aquel año de comienzos de la década de los setenta, sorprendía que un chico de 17 años hubiera compuesto esta larga ‘sinfonía’ y que él mismo fuera el intérprete de los numerosos instrumentos que se habían utilizado para la misma.
Por otro lado, tal como he apuntado, sería Richard Branson, propietario del incipiente sello Virgin Records, el que pusiera toda su confianza en este joven prodigio. Y acertó plenamente pues, con los años, Virgin se convirtió en un megaproyecto, ya que en la actualidad aglutina a más de 200 empresas, entre las que se encuentra una línea aérea, que cuenta con 50.000 empleados en veintinueve países.
Tubular Bells no solo fue éxito por la música, ya que su portada, tal como he aportado, se convirtió en una imagen de gran potencia visual. La misma se debe a Trevor Key, creador gráfico que también había realizado trabajos para Peter Gabriel o Phil Collins. Su diseño se basa en la panorámica de un mar con una pequeña ola, de modo que flotando en el aire aparece el dibujo de una de esas campanas tubulares que Mike Oldfield toca el final de la primera cara del elepé.
Pero la fuerza de ese diseño se debe a que Trevor Key dibuja la campana tubular de forma retorcida y con una amplia visión en perspectiva, convirtiéndose en un auténtico icono que queda en el recuerdo de muchos de los amantes de la música popular.
“¿Cómo se llama el instrumento que toca Mark Knopfler y que aparece flotando en el aire de la portada del elepé Brothers in Arms de Dire Straits?”. Es la pregunta que muchos se hacían cuando este magnífico disco vio la luz en 1985. Y la pregunta tenía sentido, puesto que no era uno de los instrumentos habituales que podían verse en los grupos de rock.
Lo cierto es que nos encontrábamos ante el quinto disco de estudio, tras los exitosos Dire Straits (1978), Communiqué (1979), Making Movies (1980) y Love Over Gold (1982). Pero con Brothers in Arms, el grupo llegó a alcanzar la venta de la nada desdeñable cifra de los nueve millones de copias. La razón se debía a que, aparte de la canción que le daba el título al elepé, en el disco se encontraban otras maravillas como So Far Away o Money For Nothing, pequeñas joyas musicales dentro de un disco magnífico.
Con respecto al instrumento que tocaba Mark Knopfler, quisiera apuntar que se trata de un dobro metálico y electrificado, idea original del líder de Dire Straits, ya que el dobro tradicional es una especie de guitarra acústica resonadora que tiene en su círculo central un disco metálico, que se encuentra flotante y cogido solamente por el puente. De este modo, el grupo obtenía ese sonido tan característico con el que inmediatamente se le identificaba.
Como dato complementario, quisiera apuntar que el dobro es un instrumento habitual dentro de músicas genuinas de América del Norte, caso del bluegrass o del country. A pesar de que estos estilos musicales son minoritarios en nuestro país, quisiera indicar que también tiene incondicionales seguidores, que semanalmente son alentados por el gran Manolo Fernández, alma mater del veterano programa de radio Toma Uno.
Tras el enorme éxito de Out of Time, a R.E.M., el grupo liderado Michael Stipe, se le planteaba el interrogante “¿Y ahora qué hacemos?”. Y es que la popularidad de Losing My Religion y del festivo y bailarín tema Shiny Happy People encerraba al grupo de Athens (Georgia) dentro de una línea que no estaban dispuestos a seguir.
Por lo pronto se dejó atrás la portada luminosa de Out of Time, en la que podía verse el nombre del grupo y el título del disco dentro de un maro irregular con un amarillo intenso, para encargar al fotógrafo Anton Corbijn que diseñara la de su octavo trabajo.
Corbijn acude a presentar una especie de estrella metálica y pesada, de seis puntas y con un centro cúbico, de tonalidades grisáceas. El título del nuevo trabajo, aparecido en 1992, Automatic for the People, aparece escrito en blanco en la parte superior del cuadro, al tiempo que el nombre del grupo se encuentra en pleno centro.
La imagen de negrura que destila la portada se corresponde con la tristeza y oscuridad que emanan de la mayoría de las canciones. Allí se encuentran Drive, el tema que abre el álbum y que se convertiría en un gran éxito; también aparece Everybody Hurts, otro de los temas sobresalientes; cerrándose con Find the River.
Según el sello Warner Bros., en el que R.E.M. publica a partir de Green, su sexto álbum, las ventas de Automatic for the People alcanzaron la cifra de tres millones y medio de copias, convirtiéndose, de este modo, en el disco más vendido de todos los que vieran la luz de la banda de Athens.
El último trabajo de R.E.M., Collapse into Now, aparece en el año 2011, veintiocho después de que viera la luz Murmur, su primera producción. Una larga trayectoria que alcanzó su culminación con el disco que comentamos y que queda en el recuerdo de los muchos seguidores de la banda.
AURELIANO SÁINZ