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Aureliano Sáinz | Los niños y la Navidad

Entre los Trabajos Fin de Grado (TFG) que el curso pasado dirigí hubo uno que me interesaba especialmente, pues se trataba de estudiar la génesis o la formación de la fantasía en las personas. Dado que su autora iba a ser una estudiante del Grado de Educación Infantil, había que centrarse en cómo se forma y se manifiesta la fantasía en los niños y niñas de este tramo educativo.



A la alumna le pareció muy interesante la propuesta que yo le hacía, dado que era un tema bastante innovador; sin embargo, cuando le propuse que la parte aplicada se realizaría sobre las ideas que los escolares de tercero de Educación Infantil tenían sobre la Navidad se quedó bastante dubitativa, ya que pensaba que todos iban a dibujar más o menos lo mismo.

La tranquilicé indicándole que no se preocupara, puesto que yo estaba seguro de que dentro de los dibujos habría bastante diversidad. Le expliqué que cada uno de ellos retiene con intensidad aquellas experiencias que más les hayan marcado durante unas fechas que las viven de modo muy especial. Son días en los que la realidad y la magia se unen de modo especial en sus mentes, por lo que los recuerdos archivados en sus memorias están cargados de imágenes llenas de fantasía.

Tras debatir y aclarar las dudas, acordamos que acudiría a los centros que habían aceptado que se llevaran en sus aulas las pruebas inmediatamente después de que hubieran pasado estas fechas, pues las vivencias de esos días las tenían muy presentes, por lo que se volcarían entusiasmados en la tarea de realizar los dibujos en los que plasmarían lo que ellos quisieran acerca de la Navidad.

Cuando nos volvimos a ver, y una vez realizados los dibujos, me dio la razón, en el sentido de que no podía creer que la mente de los pequeños acumulara tantas y tan variadas imágenes que fueron plasmadas en las láminas con toda la espontaneidad y entrega, tal como lo hicieron.

Para mí, y puesto que había que realizar previamente un marco teórico, lo sorprendente no fue la respuesta de los escolares, sino la escasa bibliografía que había sobre los estudios psicológicos de esta faceta humana, que no solo afecta a las primeras edades, sino que nos acompaña a los seres humanos a lo largo de la vida, aunque, lógicamente los contenidos de la fantasía sean distintos.

¿Acaso no entramos en un mundo de fantasía cuando nos vemos inmersos contemplando una película que nos apasiona? ¿No penetramos en un campo de la ficción al leer una novela que nos sumerge en mundos imaginarios y que, si está bien narrada, los vivimos con toda intensidad? ¿No acudimos a ciertas formas de fantasía cuando agobiados por la dura realidad damos rienda suelta a nuestros pensamientos que nos trasladan a posibles escenarios que nos alejen de una situación o de un contexto que nos aplasta?

Así pues, la fantasía, en sus diversas modalidades según las edades que se tengan o las experiencias vividas, nos acompaña a lo largo de nuestra vida; no es algo que privativo de las primeras etapas de la vida, puesto que sin la capacidad de fantasear el mundo se nos haría casi insoportable.

De todos modos, comprobé que los estudios y publicaciones que han realizado sobre esta faceta de la mente son escasos. Puesto que conozco el mundo de las investigaciones académicas, creo que el problema que presenta para algunos autores es que los contenidos de la fantasía son subjetivos y muy personales, por lo que es difícil someter a experimentos y cuantificar los resultados de un amplio grupo de individuos para llegar a conclusiones generales.

De este modo, en todas las bibliotecas de las facultades de la Universidad de Córdoba solo encontré un libro relacionado con este tema. Su título era Psicología de la fantasía, siendo su autor el psicólogo Isaak M. Roszek; apenas nada si hacemos comparación con los cientos de volúmenes que hay dedicados a los distintos aspectos de la mente humana.

A pesar de tan poca referencia teórica en los aspectos psicológicos (no así en las publicaciones de tipo gráfico o estudio de los dibujos infantiles), el resultado final del TFG fue excelente, tal como reconoció el tribunal que evaluó el trabajo presentado por la alumna y que tuve el placer de dirigir.

Y como ahora, al cabo de un año, nos volvemos a encontrar otra vez en estas fechas mágicas para los niños y las niñas de la mayor parte del planeta (a pesar del enorme consumismo que se propone en estos días, por lo que, en cierto modo, rompe con la inocencia y espontaneidad que se predican a través de la publicidad y los medios de comunicación), quisiera realizar una breve selección de los dibujos que realizaron los escolares de 5 años que participaron en el trabajo.

Una de las modalidades gráficas que expresaron se corresponde con la del dibujo de la portada. Para su autor, un niño de cinco años, la Navidad consiste en estar en casa y sin que haya cole, de modo que se encuentre acogido y protegido por toda la familia, tal como lo expresa por la línea que encierra a todos sus miembros y que resulta ser una derivación de la idea de la casa. ¿Y la Navidad? Pues queda expresada en uno de sus símbolos más conocido: el abeto, en el que se cuelgan las luces y que está coronado por una estrella.



El árbol de la Navidad ha venido a convertirse en el símbolo más representativo de estas fechas, aunque, de ningún modo, desaparece dentro de la fantasía infantil el relato mágico del portal de Belén con todos los personajes que lo componen. Hay que tener en cuenta que es la única fiesta de todo el año en la que un niño se convierte en el protagonista. Esto es lo que manifiesta gráficamente, con toda la ingenuidad de los cinco años, el autor del dibujo que acabamos de ver.



Las niñas, tal como he comentado en otros artículos, empiezan a sentirse personajes relevantes dentro de esos relatos que habitualmente son los que los hombres quienes los protagonizan: Reyes Magos, Papá Noel, el niño Jesús… Ellas, desde edades tempranas, ya quieren participar de la aventura de la vida, y no ser meras espectadoras de historias, leyendas o fábulas, ya que se dan cuenta que son los varones quienes forman parte de ellas de forma activa. De ahí, que esta niña se haya dibujado a sí misma, junto al árbol de Navidad, el portal de Belén y un grupo de cajas adornadas que representan los regalos tan ansiados.



Las cabalgatas de los Reyes Magos, que a inicios del nuevo año desfilan por las localidades del país, desde las grandes ciudades a los pequeños pueblos, son esperadas con entusiasmo desbordante por niños y niñas de todos los estratos sociales. Esa espera, lógicamente, llena de ilusiones e imágenes fantásticas las mentes infantiles. Y se verán correspondidas cuando vean a ‘Melcho’, ‘Gapa’… y sin respuesta para el rey negro, el mismo cuyo nombre no acababa de recordar la niña que, con su mano izquierda, realizó el dibujo del tema de la Navidad tomando como referencia a los Reyes Magos.



¿Y qué portan los Reyes Magos? La respuesta es muy clara: muchos, muchos regalos. No se concibe en las mentes infantiles que unos reyes vengan sin que les traigan aquellos juguetes con los que sueñan en un día tan señalado. Pero, en esa especie de sincretismo que es la mente de los niños, en la que se aúnan elementos muy dispares, resulta que también llegan al árbol navideño, aunque este sea de tradición foránea, de países fríos, puesto que la fiesta de la venida de los Reyes Magos solo se celebra en países del Mediterráneo cálido, como es el nuestro.



Si nos remontamos décadas atrás, tendría que recordar que en nuestro país eran los Reyes Magos los grandes protagonistas del relato navideño, dado que Santa Claus, San Nicolás o Papá Noel, tal como he apuntado, tienen sus raíces en otras latitudes. Pero, como todos sabemos, un alto consumismo se ha instalado en las sociedades contemporáneas, por lo que ahora con los pequeños hay que duplicar de regalos. Y es que Papá Noel también se ha establecido en las mentes infantiles, tal como esta niña expresa, con un saco rojo de regalos que los dejará junto al árbol.

Y para que entendamos que Navidades y consumo están ya íntimamente unidos, quisiera recordar que la imagen del Papá Noel que ahora nos frecuenta fue diseñado por el publicista estadounidense Haddon Sundblom por encargo de Coca-Cola Company. Sobre ello ya hablé de modo amplio en el artículo Papá Noel y la Coca-Cola, que puede ser consultado por quienes quieran conocer las fantasías ‘planificadas’ y secuestradas por las multinacionales.



Y si hay un Papá Noel, ¿no puede haber una Mamá Noel? Es lo que imaginó esta niña cuando se puso a la tarea de plasmar lo que para ella era la Navidad. Así pues, ahí tenemos a Mamá Noel entre dos abetos con sus correspondientes adornos y una multitud de regalos que viene a traer a las niñas, todos en sus correspondientes cajas. Lógicamente, si a lo largo del tiempo se han creado personajes nacidos de la fantasía colectiva, caso de este papá regordete, ¿por qué la fantasía de una niña no habría que admitirla y pensar que también hay una versión femenina de ese personaje tan generoso que vuelve todas las Navidades para traer regalos a los más pequeños?

Para mi nieto Abel que este año verá por 
primera vez la cabalgata de los Reyes Magos.

AURELIANO SÁINZ
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