El 2 de diciembre de 2018 marcó un hito en la historia de Andalucía al abrir la puerta a la posibilidad de descabalgar al PSOE del Gobierno de la Junta por primera vez. La suma de las derechas de PP y Ciudadanos junto a los ultras de Vox tienen por delante el desafío de propiciar el relevo de los socialistas, con una responsabilidad que les trasciende.
El próximo ciclo electoral, los posicionamientos a nivel estatal de PP y Ciudadanos, la emergencia de Vox con el 10 por ciento de los votos en Andalucía. Sobradamente se ha hablado de la repercusión que lo ocurrido en las elecciones andaluzas pueda tener fuera de nuestras fronteras.
A menudo se obvia la clave andaluza: lo que está en juego aquí es si serán capaces PP y Ciudadanos, y Vox en la medida en que pueda condicionar a ambos, de poner en marcha un Gobierno con un discurso homogéneo, coherente y con medidas bien planificadas que se distancien del PSOE conservador que ha venido gobernando Andalucía, y que sepan trasladarlas a la opinión pública con solvencia.
La primera vez que en San Telmo tome posesión un presidente ajeno al PSOE tiene un plus de responsabilidad. En Galicia, Emilio Pérez Touriño logró desbancar a los populares y su Gobierno apuntalado por los nacionalistas del BNG fue tan fugaz como el del popular José Antonio Monago en Extremadura.
Las experiencias de otras latitudes vienen al caso para dilucidar que un posible Gobierno de las derechas en Andalucía puede ser un punto de inflexión o puede, también, ser garantía de que la cabra tendrá larga vida en el Sur.
¿La cabra? En la jerga popular andaluza se dice hace décadas que los socialistas, hasta poniendo una cabra de cabeza del cartel, serían capaces de sostenerse, dada la animadversión que tradicionalmente han tenido los andaluces y las andaluzas a las derechas.
La ejemplaridad del nuevo Ejecutivo será una de las claves. Medidas acordadas como la equiparación de honorarios de altos cargos políticos a los del Estado español, lo que supone algunos incrementos de hasta el 100 por cien en gastos de sueldos, no son muy edificantes, como el PSOE y Adelante Andalucía han empezado a denunciar.
Que fuerzas como PP y Ciudadanos –que niegan un salario mínimo de 900 euros para los trabajadores y las trabajadoras– acuerden, así sea con eufemismos, un incremento exponencial de los salarios que perciben los altos mandos políticos, no alientan el mejor ambiente para la puesta de largo del nuevo Gobierno.
La capacidad que Vox tenga de enmendar la plana a PP y Ciudadanos adquiere una relevancia máxima que sabrán explotar desde PSOE y Adelante Andalucía. Será llamativo, si ocurriese, ver a Moreno y Marín defender propuestas de Abascal desde Presidencia, escorados a la derecha más casposa e insensible que cuenta con el rechazo mayoritario del pueblo andaluz.
La gestión del tiempo nuevo abierto tras el 2 de diciembre será compleja pero apasionante para las fuerzas que se han propuesto pasar página, de momento, a la era socialista. La credibilidad de sus medidas y formas, y la eficacia de sus propuestas, dirán el resto.
El próximo ciclo electoral, los posicionamientos a nivel estatal de PP y Ciudadanos, la emergencia de Vox con el 10 por ciento de los votos en Andalucía. Sobradamente se ha hablado de la repercusión que lo ocurrido en las elecciones andaluzas pueda tener fuera de nuestras fronteras.
A menudo se obvia la clave andaluza: lo que está en juego aquí es si serán capaces PP y Ciudadanos, y Vox en la medida en que pueda condicionar a ambos, de poner en marcha un Gobierno con un discurso homogéneo, coherente y con medidas bien planificadas que se distancien del PSOE conservador que ha venido gobernando Andalucía, y que sepan trasladarlas a la opinión pública con solvencia.
La primera vez que en San Telmo tome posesión un presidente ajeno al PSOE tiene un plus de responsabilidad. En Galicia, Emilio Pérez Touriño logró desbancar a los populares y su Gobierno apuntalado por los nacionalistas del BNG fue tan fugaz como el del popular José Antonio Monago en Extremadura.
Las experiencias de otras latitudes vienen al caso para dilucidar que un posible Gobierno de las derechas en Andalucía puede ser un punto de inflexión o puede, también, ser garantía de que la cabra tendrá larga vida en el Sur.
¿La cabra? En la jerga popular andaluza se dice hace décadas que los socialistas, hasta poniendo una cabra de cabeza del cartel, serían capaces de sostenerse, dada la animadversión que tradicionalmente han tenido los andaluces y las andaluzas a las derechas.
La ejemplaridad del nuevo Ejecutivo será una de las claves. Medidas acordadas como la equiparación de honorarios de altos cargos políticos a los del Estado español, lo que supone algunos incrementos de hasta el 100 por cien en gastos de sueldos, no son muy edificantes, como el PSOE y Adelante Andalucía han empezado a denunciar.
Que fuerzas como PP y Ciudadanos –que niegan un salario mínimo de 900 euros para los trabajadores y las trabajadoras– acuerden, así sea con eufemismos, un incremento exponencial de los salarios que perciben los altos mandos políticos, no alientan el mejor ambiente para la puesta de largo del nuevo Gobierno.
La capacidad que Vox tenga de enmendar la plana a PP y Ciudadanos adquiere una relevancia máxima que sabrán explotar desde PSOE y Adelante Andalucía. Será llamativo, si ocurriese, ver a Moreno y Marín defender propuestas de Abascal desde Presidencia, escorados a la derecha más casposa e insensible que cuenta con el rechazo mayoritario del pueblo andaluz.
La gestión del tiempo nuevo abierto tras el 2 de diciembre será compleja pero apasionante para las fuerzas que se han propuesto pasar página, de momento, a la era socialista. La credibilidad de sus medidas y formas, y la eficacia de sus propuestas, dirán el resto.
JUAN C. ROMERO