La recolección mecánica de las primeras variedades de uva blanca, ideales para la elaboración de vinos jóvenes sin crianza, ha marcado esta pasada madrugada el inicio de la vendimia 2021, la más temprana de la Europa continental, que este año comienza en fechas muy similares a la anterior campaña. Las máquinas cosechadoras han comenzado a trabajar en la Sierra de Montilla, unos terrenos excepcionales para el cultivo de la vid y que forman parte de la Zona de Calidad Superior de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles.
El presidente de la Sectorial de Viña de Asaja Córdoba, Juan Manuel Centella, explicó que este año comienza en una fecha similar al año pasado, que comenzó el 23 de julio, y que se prevé una muy buena calidad al haber tenido “un clima en primavera benévolo de temperaturas y altas temperaturas en estas últimas semanas de verano, que han propiciado una buena y adelantada maduración de la uva”.
La producción esperada será, según las previsiones iniciales, en torno a un 20 por ciento inferior a la del año pasado, que cerró con 38 millones de kilos de uva blanca, "aunque todo dependerá de las temperaturas más elevadas venideras".
En esta línea, las bodegas y cooperativas del marco vitivinícola cordobés coinciden en señalar a la falta de lluvias durante la pasada primavera –una escasez hídrica que se viene arrastrando desde 2018– es el principal motivo de la caída de la cosecha para este año, al que se suma el continuo arranque de viñas.
Con todo, la falta de humedad ambiental y las temperaturas suaves que han registrado en la zona durante la primavera y el verano ha favorecido, asimismo, un estado de salud "muy óptimo" de las uvas, que apenas se han visto afectadas por enfermedades. "El estado sanitario de la uva es muy bueno por lo que la calidad de la cosecha también lo será”, indicó Centella.
La recolección manual del fruto –que se desarrolla entre las 7.00 de la mañana y las 14.00 de la tarde– se combina desde hace quince años en la zona Montilla-Moriles con la recolección mecanizada, una modalidad de trabajo que se concentra entre las 4.00 de la madrugada y las 10.00 de la mañana y que permite cosechar una gran cantidad de racimos a salvo de las elevadas temperaturas que se registran en la Campiña en las horas centrales de la jornada.
Tras la recolección de las primeras variedades, el marco Montilla-Moriles iniciará la recolección de las variedades tintas –previstas para los últimos días de julio e inicio de agosto– y, finalmente, la uva autóctona, la Pedro Ximénez, cuya recolección se prevé para mediados del mes de agosto.
En los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del 2003, con 86,1 millones de kilos de uva, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino, de los que 1,5 millones correspondieron a la variedad Pedro Ximénez y 507.000 litros a vinos jóvenes. Desde entonces, el aforo hecho público por el Consejo Regulador sitúa en 2012 la peor cosecha de la última década, cuando cooperativas y bodegas apenas molturaron 27,6 millones de kilos.
El presidente de la Sectorial de Viña de Asaja Córdoba, Juan Manuel Centella, explicó que este año comienza en una fecha similar al año pasado, que comenzó el 23 de julio, y que se prevé una muy buena calidad al haber tenido “un clima en primavera benévolo de temperaturas y altas temperaturas en estas últimas semanas de verano, que han propiciado una buena y adelantada maduración de la uva”.
La producción esperada será, según las previsiones iniciales, en torno a un 20 por ciento inferior a la del año pasado, que cerró con 38 millones de kilos de uva blanca, "aunque todo dependerá de las temperaturas más elevadas venideras".
En esta línea, las bodegas y cooperativas del marco vitivinícola cordobés coinciden en señalar a la falta de lluvias durante la pasada primavera –una escasez hídrica que se viene arrastrando desde 2018– es el principal motivo de la caída de la cosecha para este año, al que se suma el continuo arranque de viñas.
Con todo, la falta de humedad ambiental y las temperaturas suaves que han registrado en la zona durante la primavera y el verano ha favorecido, asimismo, un estado de salud "muy óptimo" de las uvas, que apenas se han visto afectadas por enfermedades. "El estado sanitario de la uva es muy bueno por lo que la calidad de la cosecha también lo será”, indicó Centella.
La recolección manual del fruto –que se desarrolla entre las 7.00 de la mañana y las 14.00 de la tarde– se combina desde hace quince años en la zona Montilla-Moriles con la recolección mecanizada, una modalidad de trabajo que se concentra entre las 4.00 de la madrugada y las 10.00 de la mañana y que permite cosechar una gran cantidad de racimos a salvo de las elevadas temperaturas que se registran en la Campiña en las horas centrales de la jornada.
Tras la recolección de las primeras variedades, el marco Montilla-Moriles iniciará la recolección de las variedades tintas –previstas para los últimos días de julio e inicio de agosto– y, finalmente, la uva autóctona, la Pedro Ximénez, cuya recolección se prevé para mediados del mes de agosto.
En los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del 2003, con 86,1 millones de kilos de uva, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino, de los que 1,5 millones correspondieron a la variedad Pedro Ximénez y 507.000 litros a vinos jóvenes. Desde entonces, el aforo hecho público por el Consejo Regulador sitúa en 2012 la peor cosecha de la última década, cuando cooperativas y bodegas apenas molturaron 27,6 millones de kilos.
I. TÉLLEZ / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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