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Daniel Guerrero | Miura

El titular de esta columna no se refiere a una ganadería de indómitos toros bravos de lidia ni a un licor anisado, con o sin guindas silvestres, fabricado en un entrañable pueblo serrano de Sevilla, sino a un cohete espacial. Pero es tan español como todos los ejemplos citados con los que comparte nombre tan icónico. Y a mucha honra, porque, al parecer, ambiciona la misma solera de prestigio, excelencia y rentabilidad.


Se trata del cohete Miura 1, que fue lanzado el pasado 7 de octubre desde las instalaciones del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) en El Arenosillo (Huelva), convirtiéndose, así, en el primer lanzamiento que se realiza en España de un cohete suborbital privado y el primero que utiliza combustible líquido. Toda una proeza para una industria que es incipiente, aunque prometedora.

La empresa que lo construyó y ha conseguido lanzarlo es la española PLD Space, nacida de la iniciativa de dos jóvenes ingenieros, Raúl Torres y Raúl Verdú, dispuestos a posicionar España entre los países que cuentan con un lanzador con sistema de propulsión propio.

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Y el primer paso para ello ha sido este Miura 1 que ha despegado desde la costa onubense en su primer vuelo de prueba. Tal hazaña no ha sido fácil ni barata, pues ha necesitado doce años, desde 2011, y 65 millones de euros para llegar a ser realidad. En la actualidad, no obstante, la empresa cuenta con 150 empleados y un futuro brillante.

Miura 1 es un cohete suborbital de poco más doce metros de longitud y unos 2.600 kilogramos de peso, capaz de transportar 100 kilos de carga útil hasta una altitud de unos 100 kilómetros, aproximadamente. Parecen –y lo son– cifras modestas, pero que permiten a nuestro país adelantarse a otras iniciativas europeas que actualmente desarrollan microlanzadores espaciales. De hecho, este lanzamiento ha posicionado a PLD Space como la primera compañía en efectuar un lanzamiento, desde territorio continental, de un cohete de combustible líquido.

Y lo consiguió al tercer intento, todo un éxito, puesto que los anteriores intentos fallidos no fueron achacables a problemas del prototipo, sino a circunstancias adversas. El primero de ellos, el 31 de mayo pasado, se suspendió por culpa de las rachas de viento en la zona; y el segundo, el 17 de junio, se abortó de manera automática a pocos segundos antes del despegue por detectarse una medida imprecisa en un sensor de inclinación del mástil de la plataforma.
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Pero al tercer intento, retransmitido en directo, el cohete se elevó desde el suelo hasta una altura cercana a 50 kilómetros, no consiguiendo llegar al apogeo de 80 kilómetros, como se pretendía. Realizó un vuelo de 306 segundos de duración, de los que 103 fueron con el motor encendido, describiendo una trayectoria balística más “plana” de lo esperado, de manera que a partir de los 32 segundos el vehículo ya estaba sobrevolando el Atlántico. Con todo, según PLD Space, se cumplieron todos los objetivos primarios de este lanzamiento del Miura 1, demostrando que, con mejoras y medios adecuados, alcanzar la órbita no supondrá mayores quebraderos de cabeza.

Y es que el siguiente paso será el Miura 5, sobre el que ya trabajan, que se prevé despegue hasta ponerse en órbita desde la Guayana Francesa, en 2025. Los datos obtenidos con el Miura 1 están siendo utilizados para diseñar y construir el Miura 5, un lanzador orbital con el que se podrá colocar una carga de una tonelada de peso en una órbita baja ecuatorial u otra de 500 kilos en órbita polar.

Todos estos esfuerzos convierten a España en el décimo país del mundo con acceso directo al espacio, objetivo que, según la empresa PLD Space, está al alcance de la mano. La compañía estima que el Miura 5 presenta oportunidades comerciales por más de 320 millones de euros, lo que garantiza una clientela para las primeras diez o doce misiones del lanzador español.

No deja de ser curioso que esta faceta de la marca Miura, ahora como cohete, parezca destinada a conseguir idéntica relevancia que las precedentes de la ganadería y la alimentación. Un prestigio del que debemos sentirnos orgullosos. Enhorabuena, pues, a la innovación astronáutica española.

DANIEL GUERRERO

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