En España, el año 1815 se encuadra dentro de lo que los historiadores denominan “Sexenio Absolutista” (1814-1820). Fernando VII, “el deseado”, ha vuelto a un país desolado tras la Guerra de Independencia y empieza a perseguir a los que se oponen a su régimen absolutista. En este contexto, funda la Real y Americana Orden de Isabel la Católica.
De acuerdo con el monarca, el fin de la orden era “premiar la lealtad acrisolada a España y los méritos de ciudadanos españoles y extranjeros en bien de la Nación y muy especialmente en aquellos servicios excepcionales prestados en favor de la prosperidad de los territorios americanos y ultramarinos”. Cosa curiosa que el mayor traidor de la Historia de España ofreciera premios a la lealtad, pero la vida se sustenta en contradicciones.
En el contexto de la visita de Felipe VI a Italia, el pasado martes 10 de diciembre, el Gobierno progresista aprobó el Real Decreto 1264/2024. En el texto se concede tan alta distinción a la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, entre otras autoridades. Un hecho curioso, cuando menos, puesto que el propio Gobierno no dudó en criticar un encuentro entre el líder de la oposición y la gobernante italiana en septiembre.
En este punto, hay que dejar claro que todo lo que permita mantener buenas relaciones con un país hermano es una buena noticia. Ahora bien, Giorgia Meloni es un personaje que representa el creciente éxito de la extrema derecha en Europa, con todas las ideas xenófobas y ultranacionalistas que encarna.
Pasar de atacar al líder de la oposición por reunirse con una persona –si es que a lo que hace Núñez Feijóo se le puede llamar “oposición”–, a darle una medalla, hay un buen trecho. Sin duda, “Su Progresía” habrá tenido poderosas razones para ofrecerle tan alta distinción. Aunque lo cierto es que buena parte de los ciudadanos no las entendemos, ni tampoco nadie se ha preocupado de dar excesivas explicaciones.
Quizá, nuestro presidente del Gobierno todavía no ha acumulado suficientes méritos como para sobrepasar al “deseado” felón, aunque parece motivado y se aproxima a “velocidad de crucero”. Pero, desde luego, en lo que resulta imbatible es en sus incoherencias.
Haereticus dixit
De acuerdo con el monarca, el fin de la orden era “premiar la lealtad acrisolada a España y los méritos de ciudadanos españoles y extranjeros en bien de la Nación y muy especialmente en aquellos servicios excepcionales prestados en favor de la prosperidad de los territorios americanos y ultramarinos”. Cosa curiosa que el mayor traidor de la Historia de España ofreciera premios a la lealtad, pero la vida se sustenta en contradicciones.
En el contexto de la visita de Felipe VI a Italia, el pasado martes 10 de diciembre, el Gobierno progresista aprobó el Real Decreto 1264/2024. En el texto se concede tan alta distinción a la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, entre otras autoridades. Un hecho curioso, cuando menos, puesto que el propio Gobierno no dudó en criticar un encuentro entre el líder de la oposición y la gobernante italiana en septiembre.
En este punto, hay que dejar claro que todo lo que permita mantener buenas relaciones con un país hermano es una buena noticia. Ahora bien, Giorgia Meloni es un personaje que representa el creciente éxito de la extrema derecha en Europa, con todas las ideas xenófobas y ultranacionalistas que encarna.
Pasar de atacar al líder de la oposición por reunirse con una persona –si es que a lo que hace Núñez Feijóo se le puede llamar “oposición”–, a darle una medalla, hay un buen trecho. Sin duda, “Su Progresía” habrá tenido poderosas razones para ofrecerle tan alta distinción. Aunque lo cierto es que buena parte de los ciudadanos no las entendemos, ni tampoco nadie se ha preocupado de dar excesivas explicaciones.
Quizá, nuestro presidente del Gobierno todavía no ha acumulado suficientes méritos como para sobrepasar al “deseado” felón, aunque parece motivado y se aproxima a “velocidad de crucero”. Pero, desde luego, en lo que resulta imbatible es en sus incoherencias.
Haereticus dixit
RAFAEL SOTO
FOTOGRAFÍA: LA MONCLOA (ARCHIVO)
FOTOGRAFÍA: LA MONCLOA (ARCHIVO)